Buena parte de la comunidad científica hizo campaña en contra de Mauricio Macri durante 2015 ante el temor de que muchos de los avances que tuvo el área durante el Gobierno K se desvanecieran con la llegada de Cambiemos al poder. Cuando asumió la presidencia, Macri sabía que debía ‘seducir’ a este sector y llevar un mensaje de tranquilidad a la comunidad científica. Para esto decidió mantener en su cargo a uno de los artífices de la jerarquización del área de CyT: Lino Barañao. Pero apoyar a la ciencia no sólo es dar continuidad a personas, nombres y programas: se necesita inversión. Y eso es lo que le recordaron al Gobierno investigadores y docentes el último jueves cuando se movilizaron frente al Congreso para reclamar por el recorte presupuestario ($ 6 mil millones).
Barañao admite ahora que siempre tuvo que pelear por fondos para el área, también durante el kirchnerismo. Ahora, busca bajar el tono a la polémica, mientras define si continúa en el cargo. Cree que los reclamos están fogoneados por sectores K dentro del ministerio, que lo tildan de “traidor” por haber aceptado ser funcionario de Macri.
Lo cierto es que para sostener un proyecto científico de largo plazo el Estado debe invertir, independientemente de las situaciones coyunturales que enfrentan los sucesivos gobiernos de turno. Los países con mayor bienestar como EE. UU., Alemania, Japón, Israel y Canadá, destinan a CyT entre tres y ocho veces más que la Argentina. Como bien escribió el investigador del Conicet Pablo Alabarces en PERFIL: “Hace mucho sabemos que somos demasiados pobres para darnos el lujo de no tener
ciencia”.
* Subeditora de Ciencia.