En estos tiempos en los que tanto se habla y escribe sobre intertextualidad, influencia literaria e ideológica y búsqueda (y copia) de argumentos ya expuestos para sostener afirmaciones propias, resulta muy interesante la carta enviada por el lector Humberto Guglielmin, habitual habitante del Correo de los Lectores, que se publica en la página anterior. En ella, se propone indicar un error que atribuye al columnista Sergio Sinay, autor del artículo “Amores perdidos” que PERFIL publicó el domingo 12 en la sección Ideas.
Según Guglielmin, la frase “Ama y haz lo que quieras” fue escrita por Agustín de Hipona (354-430), más conocido por el catolicismo y la filosofía como san Agustín, teólogo y personaje central de esa Iglesia. El autor de la carta amplía, completando la cita: “Ama y haz lo que quieras (‘Dilige, et quod vis fac’); si guardas silencio hazlo por amor; si perdonas, perdona por amor; si la raíz es el amor profundo, de tal raíz no se pueden esperar sino cosas buenas”. El influyente santo católico –uno de los principales filósofos y teólogos de esa religión, tanto como lo fue Tomás de Aquino– suscribió esta frase y otras vinculadas con el tema del amor, entendido como un sentimiento válido tanto para la vida espiritual como para la praxis cotidiana, educación incluida.
Tiene razón el lector, pero no toda ella: Cayo Cornelio Tácito (54-117) –dice el columnista Sinay– escribió una frase similar en el marco de su prolífica obra histórico-filosófica, publicada particularmente en los últimos años de su vida. Dice el poeta y teólogo capuchino español Miguel Ros Galient, en un artículo titulado justamente con la frase en cuestión: “Esta breve frase ‘Ama y haz lo que quieras’, atribuida a san Agustín, me impactó desde el momento que la escuché, hace años. No sé si la máxima te llama la atención y te cautiva del algún modo. Ella me da pie a este comentario. Me anima a ello el descubrir, durante estos días, que esta sentencia está escrita y comentada, siglos antes de que la escribiera san Agustín, por el historiador latino Publio Cornelio Tácito: ‘Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor’”.
¿Estuvo errado Sinay o el lector incurrió en un exceso de celo agustiniano? Para este ombudsman, que un personaje como Ros, citado de manera múltiple como una fuente confiable, haya hecho una aseveración tan precisa, presta validez a la elección de la frase por el columnista y su adjudicación autoral a Tácito, muerto casi dos siglos y medio antes del nacimiento de Agustín de Hipona.
Volviendo a lo dicho en el primer párrafo de este espacio, es altamente probable que estemos ante un caso de intertextualidad o influencia aplicada por el santo
católico al texto producido por Tácito. De otro modo, estaríamos ante uno de esos (también novedosos) casos de frases falsamente atribuidas a personajes diversos en poco confiables sitios de internet. ¿Tiene razón Guglielmin? ¿La tiene Sinay? Buenas preguntas para las cuales este Defensor de los Lectores confiesa no tener una respuesta terminante.
Prematuro. Una fórmula periodística al menos con un siglo de vigencia indica la conveniencia de no dar por realizado –e incluso relatado sin contar con últimos datos– un acontecimiento que no había concluido cuando un periódico marchaba ya hacia la rotativa. El riesgo de ofrecer a los lectores una visión parcial, inexacta o sesgada crece en la medida en que se toma la decisión de dar por consumado lo que aún estaba en desarrollo.
“Al cierre de esta edición” puede parecer una frase hecha, un lugar común para cubrir las espaldas de los editores responsables del cierre de un medio. Ejemplo tomado al pasar: “Al cierre de esta edición, buscaban a un niño que se extravió en la Costanera”, publicó el diario El Patagónico de Comodoro Rivadavia en 2011.
En PERFIL, “al cierre de esta edición” fue escrito muchas veces, no tantas como las miles registradas en tantos años por medios de todo el mundo y de todo tipo. Sin embargo, fue omitida el pasado domingo, cuando en la tapa y en la página 41 se informó sobre el multitudinario recital del Indio Solari en Olavarría. Los títulos (“Fiesta India”, en la portada; “Unas 250 mil personas vibraron con el Indio Solari en Olavarría”, en el interior) y las fotos mostraron una realidad cierta en horas tempranas pero distorsionada cuando la “misa ricotera” mutó en tragedia. Cuando se supo que había muertos y numerosos heridos, ya era tarde:
el diario estaba en proceso de impresión o ya impreso, y actualizar la información resultaba impracticable.