Las cartas están echadas. A Massa se le acabó el tiempo de amagar. Se terminó el bullshitting mediático de si me bajo, de si vengo, de si voy.
Cerradas las puertas para una interna abierta con la coalición PRO-UCR-CC, el ex intendente de Tigre tenía dos opciones: jugar o quedarse en casa. Decidió seguir en carrera y poner toda la carne al asador. Toda la que le queda, claro. Hay que reconocerle a Massa que en muy poco tiempo logró posicionarse como presidenciable y que a pesar de aquellos intendentes despechados de último momento que vuelven a las fila del Frente para la Victoria mantiene una estructura no despreciable en la circunscripción más importante del país. Touchè.
Ahora bien, ¿cuáles son los eventuales efectos de esta decisión? En principio, que Massa siga participando de la contienda le conviene a Macri dada la configuración del voto que va al Frente Renovador. En su mayoría, los que votan a Massa tienen como subóptimo a Scioli, no a Macri. En otras palabras, Massa en la cancha le saca votos a Scioli. Si Massa hubiera decidido bajarse, era muy probable que Scioli estuviera a un paso de ganar en primera vuelta. Ahora, con esta decisión, Macri tiene la posibilidad de ser el candidato individual más votado en las PASO y afianzar su posibilidad de llegar al ballotage. En tal caso la segunda vuelta será una contienda aparte, como cuando se juega un clásico donde el historial es sólo parte de la previa.
Me animo a conjeturar que a partir de ahora vamos a ver una campaña donde Macri, para convencer a los indecisos, va a buscar los puntos flacos de Scioli pero sin entrar en una confrontación agresiva. Veremos comparaciones sutiles de gestiones pero, sobre todo, apelaciones a los sentimientos como nos tiene acostumbrado el marketing político de las democracias de audiencias. Macri evitará la confrontación con Massa porque le es funcional en primera vuelta. Scioli buscará los votos de Massa, de aquellos que ni por asomo votarían al PRO y el voto peronista desilusionado con Cristina. Massa deberá ser el más agresivo, hará el máximo ruido posible para no diluirse totalmente antes de la primera vuelta y posicionarse así como líder futuro de un peronismo disidente. Difícil tarea la de Massa porque con los números puestos a nadie le gusta seguir al perdedor, menos en el peronismo. Tal como decía Kissinger, el mejor afrodisíaco es el poder.
Habrá que poner bajo la lupa la contabilidad de votos en la Provincia de Buenos Aires. Ahí la mayor preocupación la debería llevar Macri. Carente de estructura, cierra alianzas con propios y ajenos en el mundo sindical para movilizar fiscales el día de la elección. Propios como el Momo Venegas quien no debuta con el PRO ya que ha prestado su estructura en diferentes elecciones en Santa Fé. Ajenos como el sindicato de camioneros de los Moyano que no representan confiabilidad pero es lo que hay. Alguna vez un ex gobernador dijo que en la provincia, cuando la racha viene en contra, no hay aparato que aguante. Macri apuesta a esa ráfaga de votos y a su buena imagen en el interior del país. Queda como incógnita para quién traccionaran votos los intendentes que siguen acompañando a Massa en la eventual segunda vuelta.
En síntesis, en este té para tres hay uno que ya sabe que no gana pero con su decisión de seguir en carrera hace competitiva la contienda para los otros dos. Ni un sorbo de distracción. Final abierto.
*Politólogo (Universidad de San Andrés).