Es tanta la desesperación del Gobierno que tira al bulto y para todos lados, sin ton ni son. Y eso lo hace caer en autoritarismos más graves aún y en desmesuras bizarras que sólo erosionan a su propia imagen. Muchas veces levanta tapas de ollas nauseabundas y se encuentro con su propio espejo. El ejemplo más insólito es una nota que Genaro Grasso escribió en Tiempo Argentino. Es una valiosa investigación del economista de La Gran Makro, que desnuda la vinculación de un argentino con los tenebrosos fondos buitre. El texto, que deschava a un personaje nefasto como Pablo Maggio, es por acción u omisión sólo un capítulo del tema. Me permito hacer un humilde aporte para una segunda parte que complemente esa búsqueda patriótica mostrando qué rol jugaron en todo esto Jorge Capitanich y el mismísimo Néstor Kirchner.
Pero vamos por partes. ¿Quién es Pablo Maggio? Grasso dice que fue “perito del NML, el fondo buitre del magnate Paul Singer” y que “está acusado de lavado de activos provenientes del Cartel de Juárez”. Como si esto fuera poco, según la nota del diario cristinista, Maggio “cuestionó la derogación de las leyes de impunidad y los indultos”. Un verdadero cipayo derechista que quiere destituir a Cristina porque “ayuda a los buitres a embargar a Lázaro Báez a raíz de una denuncia mediática”(SIC). Es un papelón querer minimizar el escandaloso enriquecimiento ilícito de Báez, quien según Eduardo Arnold, el ex dos veces vicegobernador de Néstor Kirchner, “no es testaferro ni socio, sino empleado de los Kirchner”. De todos modos, el texto del compañero Grasso profundiza hacia el lugar correcto. Dice que “el estudio Saint Jean y Maggio, en 1999 representó el empresario inmobiliario Nicolás Di Tullio, acusado de recibir casi 12 millones de dólares en la cuenta 25.913 del Mercado Abierto Bank del Citi de Nueva York”.
La nota tuvo suficiente información para radiografiar la calaña de Pablo Maggio, el colaborador del comandante en jefe de los buitres. Pero no supo, no pudo o no quiso seguir avanzando por esa ruta del dinero que dispara un tiro por la culata. Porque si se continúa tirando de la cuerda de otra investigación realizada por otro periodista que también simpatiza con el oficialismo, aparecen Capitanich y el ex presidente Kirchner. Alcanza con reproducir lo que publicó esta columna en PERFIL del 30 de noviembre de 2013. Aquí va:
“El problema tenía nombre y apellido: Aldo Ducler. Cristina Kirchner lo sabía mejor que su marido. Como integrante de la Comisión Antilavado no ignoraba que la Justicia de Estados Unidos (y también la mexicana) tenía en la mira al financista Ducler por sus negocios con los narcos del Cartel de Juárez. Ducler era todo eso. Pero también el profesional elegido por su marido para operar con los fondos santacruceños enviados al exterior.”
Este es el comienzo de una precisa nota que el periodista Walter Goobar publicó en la revista Veintitrés a fines de 2004. A confesión de parte relevo de pruebas para explicar de dónde surge la inmensa confianza que los Kirchner siempre le dispensaron a Jorge Capitanich, actual jefe de Gabinete y potencial heredero de Cristina. El ex gobernador del Chaco fue socio de Aldo Ducler y su consultora integró el fondo de inversión Fondagro. (...)
Eran tiempos de gloria, de plata dulce para MA Bank, la banca offshore de Mercado Abierto, la financiera de Ducler. Para aportar la mayor cantidad de elementos al análisis vale recordar que el dinero de los fondos de Santa Cruz fue entregado como compensación por regalías petroleras mal liquidadas por Domingo Cavallo a Néstor Kirchner quien, en ese momento, era su gobernador preferido: el mejor alumno del modelo de convertibilidad. Y que Capitanich tuvo su primer puesto a nivel nacional gracias al, en ese entonces, superministro cordobés.
Sorpresas te da la vida: allí hacía sus primeras armas un joven inteligente pero rebelde del ministerio para afuera, llamado Axel Kicillof. El actual ministro de Economía no tuvo un paso fugaz por las huestes menemistas y cavallistas de Capitanich. Lo asesoró por más de cuatro años, escribieron un libro juntos y Axel trabajó en la consultora M-Unit que tuvo grandes contratos con Gildo Insfrán en Formosa, incluso la privatización de su banco y que fue parte de la sociedad con Aldo Ducler. (...)
Ya se sabe: a los archivos los carga el diablo y los descargan los destituyentes.
Walter Goobar no es un periodista opositor ni miembro de una corporación golpista. Todo lo contrario. (...). Con más razón hay que prestar atención a lo que denunció en 2004:
“Era el 15 de enero de 2003. Néstor Kirchner decidió lanzar su candidatura a presidente ese día. No le importó nada. Ni Ducler, ni las desprolijidades en el manejo de los fondos provinciales que tendría que explicar en algún momento. Nunca había rendido cuentas de las operaciones, los montos, los intereses, las comisiones y las inversiones. Los 600 millones, según el oficialismo, o los mil millones, barajados por la oposición radical santacruceña, eran (y son) un misterio. Pero los resúmenes de las cuentas 642 21372-091 y 642 213721-058 dirigidos al “Gobierno de la Provincia ATN Néstor Kirchner”, donde estaría todo el dinero, llegaban puntualmente a Corrientes 415, es decir, las oficinas de Ducler. O, lo que es lo mismo, a un financista involucrado en cuestiones de lavado. Cuando vio que tenía serias posibilidades de salirse con la suya y colgarse la banda presidencial, Kirchner decidió traspasar los fondos santacruceños (que maneja como si fueran propios) de Morgan Stanley a dos bancos suizos: el Credit Suisse y la Unión de Bancos Suizos (UBS) para –entre otras cosas– prescindir de los servicios del ya demasiado chamuscado Ducler. Desde las cuentas monitoreadas hasta entonces por Ducler se hicieron al menos cuatro transferencias a la cuenta 0835-860194-3 abierta el 5 de marzo de 2003 en el Credit Suisse.(...)
Estos sapos éticos están empezando a indigestar a los pibes que se ofrecen a Cristina para la liberación. El ladriprogresismo y el Frente Chavista de Puerto Madero mira azorado los acontecimientos que aceleran la parábola descendente de la vuelta de Cristina al llano y ¿a los tribunales?