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Todos nazis

06-11-2021-logo-perfil
. | Cedoc Perfil

Cíclicamente, la calificación “nazi” cae sobre algún personaje sin tener argumentos sólidos detrás. Para muchos no está mal que sea uno de los insultos más efectivos de nuestro tiempo pero, para otros, el uso compulsivo banaliza su significado. “Neonazis y narcómanos”, dijo Vladimir Putin del gobierno de Ucrania mientras los medios europeos alineados con la OTAN hacen lo propio y le clavan el bigotito negro a su rostro rubicundo en fotomontajes. “Nazi” es el proyectil discursivo que todos disparan para atacar al adversario. Ni lerda ni perezosa, Argentina les ha puesto uniformes nazis a los más ilustres de Cambiemos en una campaña callejera, añadiendo a gente como Patricia Bullrich a la lista de nazis presuntos que primereaba la oposición con tipos como Luis D’Elía, amén de recurrir a neologismos como pase “nazitario” o “feminazi” a la hora de debatir la arbitrariedad de las restricciones pandemiales o las políticas de género. 

No sé exactamente cuándo la reductio ad hitlerum se consolidó tan masivamente, pero hasta Catherine Deneuve fue hitlerizada cuando criticó al Me Too, en otra muestra de la precariedad intelectual que hay en aplicarle un vocablo odioso a lo que no nos gusta. Dentro de esa lógica, en la que las redes sociales se llevan todos los premios, casi cualquier cosa es pasible de ser denunciada por nazismo, acallando opiniones y, lo peor, sin que muchos de los que puedan albergar verdadero nazismo en el interior de sus torcidas mentalidades sean sancionados. 

Tal vez por el uso y abuso fruto de intereses que no evidencian tener que ver con la historia, ni con la defensa de algún buen principio, ni con el pueblo judío, el vocablo nazi y sus derivados terminen (¿o hayan terminado?) por licuarse, instalándose en una categoría muy diferente a la que tuvieron en otros tiempos. De seguir así, en un futuro no muy lejano va a ser lo mismo decir nazi que pelotudo.

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