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manuscritos

Transcripción

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Febrero de 1947: Herbert Marcuse intenta persuadir a Max Horkheimer de volver a publicar la revista del Instituto de Investigaciones Sociales. Están todos en Estados Unidos todavía, pero pasado ya un buen tiempo desde el final de la Segunda Guerra se plantea la posibilidad concreta, y eventualmente la necesidad, del regreso hacia Alemania (Horkheimer volverá a Frankfurt, al igual que Theodor Adorno; pero Marcuse se quedará). En procura de convencer a Horkheimer, Marcuse le envía para la revista un ensayo que contenía 33 tesis.

La revista no se relanzó, y ese texto quedó sin publicar. El manuscrito fue encontrado en el archivo de Horkheimer y vio la luz años después. En castellano apareció hace poco: en el volumen de Marcuse de la Editorial Godot, Tecnología, guerra y fascismo. Leo y transcribo algunos párrafos de esas “33 tesis”: “Los socialdemócratas se han convertido más bien en burgueses. Los grupos de trotskistas están divididos y son inútiles. Los partidos comunistas no están dispuestos (hoy), y por eso también son incapaces de revolución (…). El capital ha creado (no solo en los Estados fascistas) un aparato terrorista con un poder impresionante y una presencia ubicua tales que las armas tradicionales de la lucha de clases proletaria aparecen como impotentes frente a él (…). La identificación abierta del Estado con la economía y la integración de la burocracia sindical en el Estado trabajan contra las huelgas políticas, especialmente las huelgas generales, tal vez la única arma contra el capital fascista”. Y luego: “La socialdemocracia tampoco se ha radicalizado, pero en su lugar ha seguido una política prefascista de cooperación de clase. El movimiento obrero no comunista es un movimiento obrero burguesificado (en el sentido objetivo), y las voces obreras contra los partidos comunistas son voces contra la revolución, no solo contra el sovietismo”.

Se sabe que los manuscritos inéditos funcionan a menudo a la manera de esos famosos mensajes en una botella que encuentran sus impensados lectores, que van en busca de sus posibles nuevos sentidos, al cabo de mucho tiempo, en sitios insospechados. Porque pasaron más de setenta años desde aquel texto de Marcuse, y el mundo es ciertamente muy otro de aquel en el que lo escribió. Y no obstante, leyendo el libro, surgió en mí el impulso, no ya de subrayar ciertos pasajes, sino también de transcribirlos.

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