COLUMNISTAS
Andrey Vlasov

Un héroe a destiempo

Siguiendo el consejo de los surrealistas, decidí que interviniera el azar para orientar mis intereses y tecleé sin mirar tres letras en el buscador de Google. Apareció la exótica tríada “Vla”.

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Siguiendo el consejo de los surrealistas, decidí que interviniera el azar para orientar mis intereses y tecleé sin mirar tres letras en el buscador de Google. Apareció la exótica tríada “Vla”. Antes de darle el enter, imaginé que me ofrecería Vlad Drácula, pero el listado se iniciaba con Vlasik, Blanca, una decatlonista croata de 75 kilos, mirada bovina y metro noventa y tres de altura. Detesto tener novias más altas que yo, y menos cuando se trata de una deportista entrenada por su padre, así que seguí. Estaban también, por supuesto, Vladimir Lenin y Vladimir Putin, pero ellos tampoco me interesaban. Me detuve en Vlasov, Andrey (1900-1946), general soviético.
El azar comenzaba a producir sentidos.
En su juventud, Andrey Vlasov estudió en un seminario, pero gracias a la Revolución Rusa abandonó el hábito de creer en Dios y se unió al Ejército Rojo.
En 1930 se afilió al Partido Comunista, ganó la confianza de los jefes militares y fue enviado como asesor militar del gobierno de Chiang Kai-Shek.
En China, tuvo el oblicuo honor de recibir la Orden del Dragón Dorado o de la Luna Blanca (esa deriva poética de lo bélico deja un poco por el piso nuestras órdenes del Libertador).
Con el estallido de la Segunda Guerra Mundial regresó a la Unión Soviética. Al mando de tropas, se destacó en la reconquista de ciudades, organizó la retirada en otras, incluso participó en la defensa de Moscú.
Se convirtió en uno de los generales preferidos de Stalin, quien lo puso al frente del 2º Cuerpo de Choque en la defensa de Leningrado en el Frente del Voljov (¿Bolshoi?).
Las tropas alemanas rodearon y destruyeron su Cuerpo, y Stalin decidió enviar un avión para rescatarlo. Heroico, Vlasov se negó; prefería morir combatiendo.
En la confusión de la guerra, Vlasov se introdujo con un pequeño grupo en territorio ocupado por los alemanes; diez días después, descubierto por el enemigo, se entregó sin combatir. En represalia, la NKVD detuvo y ejecutó a su esposa.
Antes de enviarlo a un campo de prisioneros de altos oficiales en Vinnytsia, Ucrania, el general nazi Lindemann logró detectar que Vlasov tenía serias dudas acerca del sentido de la guerra, llegando a creer que el ataque alemán no era contra Rusia sino contra los bolcheviques. Por lo tanto, el causante de todo mal era el comunismo y su encarnación material, el camarada Stalin.
Una lectura más sutil podría detectar aquí un cierto resentimiento por el asesinato cruel de su amada.
En el campo de prisioneros, el capitán Wilfried Strip-Strikfeldt lo reclutó para su causa: unir a los rusos antistalinistas con las fuerzas alemanas. Vlasov se puso entonces a la cabeza del Ejército de Liberación Ruso (Russkaya Osvoboditel’naya Armiya), integrado a la Wehrmacht, que peleó en el Frente Oriental.
A lo largo de los combates, Vlasov advirtió que el Eje estaba perdido, por lo que su grupo terminó entregando información a los soviéticos y batallando contra las SS durante el levantamiento de Praga.
Sin embargo, su cambiante valentía no le ganó el perdón de Stalin. Sabiendo que al fin del conflicto serían capturados y ejecutados, Vlasov y sus hombres intentaron entregarse a los ejércitos angloamericanos, pero éstos les negaron el asilo.
Sólo una pequeña porción de entre esos miles de hombres pudo escapar a la Argentina.
Capurado y enviado a Moscú, Vlasov fue ahorcado el 2 de agosto de 1946. En 2001, mientras De la Rúa vacilaba y caía, algunos nostálgicos de la tradicional complejidad del alma rusa intentaron rehabilitar el nombre de Andrey Vlasov, atribuyéndole la condición de víctima del período stalinista.
La cuestión es: ¿habrá sabido Andrey Vlasov, siquiera en el momento final, cuál era la patria por la que luchaba?
La biografía de este curioso héroe cambiante del siglo XX es otra ilustración del método que me llevó a encontrarlo, pero sobre todo nos inclina a preguntarnos por qué causa lucharán en 2011 los intendentes del Conurbano bonaerense.

*Periodista y escritor.

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