El papá fue corredor de carreras, por eso sabe que hay cosas que se deben hacer únicamente en un autódromo. Para pistear están las pistas y no las avenidas de la ciudad, donde la velocidad máxima permitida es de 60 km/h. Le dará esa lección a su hijo, ahora que lo tiene por tal, apenas lo visite en la Clínica donde se encuentra después de haber derrapado con su Mitsubishi Eclipse y haberse estampado contra la hospitalaria pared del McDonald’s de Libertador y Campos Salles.
El papá fue corredor de carreras, pero ahora es senador nacional, es decir, un hacedor de leyes. Y si el piloto que supo ser tiene algo para decirle al hijo sobre adherencia en curvas y rebajes, el legislador que todavía es tendrá sin dudas la autoridad que se precisa para hacerle saber esta verdad: que las leyes están para ser respetadas y cumplidas.
Cuando lo haga, si es que lo hace, porque en principio está muy furioso, puede que especule con esta indispensable circunstancia: que el bueno del hijo, al que ahora tiene por tal, no guarde en su memoria la noticia del récord que el corredor de carreras que fue su padre batió hace años uniendo Buenos Aires-Mar del Plata en un puñado de minutos, a bordo de una Ferrari Testarossa que le habían regalado. ¿Lo sabrá, se acordará? Puede que no, son noticias de otro tiempo, del tiempo en que el ex corredor y actual legislador presidía la Argentina y tendía a generalizar una manera impune de vivir; era el tiempo, por otra parte, en que no lo tenía por hijo ni pensaba enseñarle nada. Pero la Ruta 2 no era en ese entonces un autódromo, nunca lo fue, y recorrerla a tal velocidad era un hecho completamente ilegal, no menos ilegal que la posesión por obsequio de la Ferrari que conducía.
Son muchas lecciones juntas las que tendrá que aprender Carlitos Nair: la fuerza centrífuga de los giros en velocidad, las normas viales urbanas, el poder del significante “Eclipse”, no hacer enojar a papá. Es como dijo, rabiosa y preocupada, la ex motoquera Zulemita: “Tenemos que ponernos un poco duros con él”. Lo dijo por el bien de su hermano, al que ahora tiene por tal.