Leí el libro del periodista Ceferino Reato entre curiosa y escéptica, ¿de qué podría enterarme que no supiera ya?
Nada o casi nada de lo que Videla relata sobre la metodología de la represión durante la dictadura que encabezó era ignorado por los organismos de derechos humanos, por los jueces que intervinieron o intervienen en los juicios, o por cualquiera que haya estado atento a la revelación del horror.
Sin embargo, aunque sabía que fue el máximo responsable del asesinato de mi hijo, leerlo en su admisión fue como compartir con miles y miles de personas esa verdad. El asesino jefe, preso, les cuenta el plan que hizo ejecutar con total liviandad: “Pongamos que eran siete mil u ocho mil las personas que debían morir”. Mil más, mil menos… ¿qué más da? A pesar de lo que pueda parecer, esta revelación que rebota en miles de conciencias duele más, no menos, pero para completar nuestra verdad, la de las víctimas, es invalorable la confesión del victimario.
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