El problema de la protesta social y su control por parte de los gobiernos es uno de los tantos asuntos en los que la dirigencia argentina se ha desentendido de los resultados y barrido la cuestión debajo de la alfombra.
Ciertamente, lo visto estos días reproduce lo que viene observándose en la materia, principalmente desde los noventa: manifestantes que confunden el derecho a la protesta con el libre ejercicio de la violencia; policías que -con mala instrucción y regular equipamiento- confunden disuasión y restablecimiento del orden con acciones de fuerza guiadas por las circunstancias; y políticos y formadores de opinión que, por mezquindad, temor, o ignorancia, confunden las opciones disponibles a un razonamiento binario de: a) “imperio de la ley”, aún conseguida a “sangre y fuego”; o b) “no criminalización de la protesta social”, con la consabida privatización de la violencia que ello implica. Por ello, si los principales componentes de esta ecuación aportan confusión, no podemos esperar algo distinto del resultado.
De esos componentes, la zona más delgada del hilo son las fuerzas policiales. En efecto, la imagen captada por la televisión en la que un efectivo policial, desprendido de su grupo, agarra una piedra del piso y se la arroja a los manifestantes -quienes se la habían tirado anteriormente- es quizás el retrato más acabado de la decadencia de las burocracias estatales argentinas, en general, y de las instituciones policiales, en particular. Dicha postal no es la excepción, pues en las declaraciones surgidas en ocasión del caso Maldonado se consignó que numerarios de la Gendarmería Nacional habían hecho lo mismo cuando perseguían a los piqueteros mapuches. Y años atrás otro de la misma fuerza había simulado ser atropellado por un auto en un corte a la Panamericana. En esta misma línea, podrían consignarse cientos de ejemplos de la escandalosa falta de profesionalismo a la que la dirigencia política ha sometido a las fuerzas policiales.
La consecuencia de ello la hemos visto estos días, y la seguiremos viendo en los días por venir.
*Politólogo. Especialista en seguridad.