COLUMNISTAS

Una década de paradojas

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La primera década de PERFIL, la tercera década democrática. A la par que se consolidó un periódico plural, moderno e independiente, se configuró un régimen personalista, autoritario, que hizo de la prensa un adversario y ofuscó la idea democrática de elecciones ya que las opiniones deben formarse libremente, sin comisarios políticos ni custodios del pensamiento.

Prensa plural, gobierno antidemocrático. Una paradoja como todo lo que sucedió. Esas dos verdades corren paralelas y nos obligan a mirar más allá de la superficialidad. Es cierto que tuvimos libertad para insultar, difamar, pero, también, para denunciar la libertad amenazada. También es cierto que se intentó imponer las opiniones. Desde el inicio, el Gobierno buscó sacar a los medios con la comunicación del atril, las cadenas oficiales, la cancelación de las conferencias de prensa y la obscena publicidad oficial con la se configuró un sistema de propaganda en cuyas islas de edición se construyó la realidad. El “temorismo de Estado”, con programas insignia en los que se mató la reputación de opositores, se patrulló ideológicamente a los periodistas y se hizo desaparecer de las pantalla lo que se niega en la política, la pobreza, la corrupción y la inflación. El secuestro de la realidad como los simulacros de debate explican, en parte, la crispación y la desconfianza con la que vivimos.

Como la década que termina es también el fin de mi mandato legislativo puedo reconocer lo que intuí desde el inicio: el carácter antidemocrático de un gobierno que se hizo poderoso a expensas de domesticar a la Justicia y cancelar el Parlamento, el que manejó a control remoto. Las leyes se aprobaron con la imposición de la mayoría, sin debates ni consenso. Maniatada la función de control que le cabe al Congreso, aprendí en este tiempo que la condena a la dictadura y la invocación de la violación de los derechos humanos no necesariamente significan convicción democrática ni respeto a la igualdad que consagra la Constitución.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
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La década que encadenó el periodismo de PERFIL con el kirchnerismo y mi propia vida legislativa es una oportunidad, también, para preguntarnos en qué país queremos vivir. Y hacerlo saber. No sólo a la hora de votar, sino con la participación ciudadana. Un pueblo sin opinión, sin capacidad de discernimiento, no es soberano; el voto depende de una opinión pública libre. No la que se busca crear con los lemas marketineros de la propaganda electoral, sino la que se construye con el debate y una prensa plural y responsable, la única limitación a la libertad del decir y el privilegio de hablar por los otros. Sea con la pluma o en la tribuna.

 

*Periodista y diputada del Frente Cívico de Córdoba.