El conflicto entre el kirchnerismo y el campo, que el 16 de julio tuvo un capítulo importante con las concentraciones realizadas en la Ciudad de Buenos Aires, mostró a los sectores en pugna, utilizando al mismo tiempo el término patria y los símbolos que la representan.
Una buena definición de este término es la que da Jorge Luis Borges en su poema conmemorativo del sesquicentenario de la Independencia. Dice allí que nadie es la patria pero todos lo somos.
Ninguna persona, partido o sector puede arrogarse la representación de ella, ya que lo son todos quienes se sienten argentinos. La patria tiene que ver con el arraigo, la tierra de los padres. Es algo que se vive, pero que a la vez se lleva dentro.
El mencionado poema de Borges se llama Oda escrita en 1966 e integra el volumen El otro, el mismo de 1964. Se adelantó dos años al escribir en homenaje al sesquicentenario de la Independencia.
En dos oportunidades comienza afirmando nadie es la patria y entre otros conceptos dice:
Nadie es la patria. Ni siquiera el tiempo cargado de batallas, de espadas y de éxodos.
Más adelante agrega:
La patria, amigos, es un acto perpetuo como el perpetuo mundo.
Pero tras hacer referencia a quienes declararon la Independencia en circunstancias por demás difíciles para la emancipación americana, finaliza diciendo:
somos el porvenir de esos varones, la justificación de aquellos muertos; nuestro deber es la gloriosa carga que a nuestra sombra legan estas sombras que debemos salvar. Nadie es la patria pero todos lo somos.
Los argentinos suelen decir que no tienen identidad. Pero son los únicos que creen que no la tienen. Para los extranjeros, los argentinos son fácilmente identificables del resto de los países sudamericanos.
El problema es que somos Borges –el escritor latinoamericano de cultura más universal– y Maradona –el ídolo popular amoral–, al mismo tiempo. Lo difícil de asumir es que somos ambas cosas a la vez. Es que somos un pueblo complejo, ambiguo y contradictorio.
El sentimiento de patria se incentiva en la familia, la escuela y desde las políticas del Estado.
El pasado 9 de julio, la no participación de las autoridades en el tedeum, la ausencia de paradas militares, el hecho de que los diarios hayan dejado de embanderar sus primeras planas en las fechas patrias, el uso o no uso de la escarapela, el embanderamiento de casas y edificios son hechos que van debilitando la cultura del patriotismo, y que formándose desde los primeros años va construyendo la identidad de una Nación.
El debilitamiento de estas manifestaciones tiene un rol importante en la falta de percepción de los valores patrióticos, lo mismo que la ausencia de conocimiento de la historia.
La realidad es que los argentinos tenemos un patriotismo un tanto ciclotímico. Como en otras situaciones o fenómenos, pasamos de la euforia a la depresión.
Hay momentos en que nos podemos dejar llevar por una explosión patriótica, para después pensar que nuestro país es un fracaso y una constante frustración.
Se pasa de pensar que somos los mejores a creernos los peores. Nos falta equilibrio para asumir nuestros defectos, para neutralizarlos o atenuarlos, y quizá también madurez.
Pienso que los hábitos patrióticos comienzan por el servicio a los demás, la preocupación por la comunidad, el valor de la solidaridad y la preocupación por lo colectivo. Es en esto donde en los últimos días la participación ciudadana en movilizaciones y reclamos antagónicos mostró un resurgimiento del sentimiento cívico y del fervor patriótico.
Pero también, éste debe ser alimentado por el cultivo de ciertas manifestaciones y el cuidado y transmisión de tradiciones.
En esto, los EE.UU. son muy cuidadosos, por ejemplo, con el rol que asignan a la bandera y la reverencia con la cual la tratan, o las veces que aparece en las películas de la industria de Hollywood.
El no patriotismo tiene que ver con el egoísmo social, con el desprecio de lo propio, la negación de la historia y la tradición.
Y Borges, quien combinaba en particular simbiosis la universalidad de su cultura con el amor por sus raíces, al recordar nuestra Independencia, nos dice que debemos
Ser dignos del antiguo juramento que prestaron aquellos caballeros de ser lo que ignoraban, argentinos, de ser lo que serían por el hecho de haber jurado en esa vieja casa.
* Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.