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Vivir en tiempos que mueren: la debilidad del mito civilizatorio abrirá su reconfiguración

La falta de responsabilidad, sensibilidad e imaginación alimenta la parálisis política. En tiempos que requieren acción los cambios brotarán desbordando lo concebible.

Marlene Dumas - Die baba
Marlene Dumas - Die baba (El bebé) - 1985. | Cedoc

“Así pues, tanto las sociedades como los grupos humanos más pequeños pueden tomar decisiones catastróficas por toda una serie secuenciada de razones: la imposibilidad de prever un problema, la imposibilidad de percibirlo una vez que se ha producido, la incapacidad para disponerse a resolverlo una vez que se ha percibido y el fracaso en las tentativas de resolverlos”
-Jared Diamond, Colapso: Cómo ciertas sociedades perduran y otras desaparecen, 2004.

1. Sobre la parálisis en tiempos que gritan acción.

El descontento social y la inercia política abren la posibilidad de una reacción social espontánea, explosiva e incontrolada como respuesta a la falta de ideas, organización y réplicas concretas. La reconfiguración de nuestros mitos colectivos vendrá de la actual fragilidad de esas historias nobles que nos contamos a nosotros mismos como miembros de una sociedad bajo un estrés económico y una angustia social profunda gestando un momento de quiebre que busca intérpretes y planes de acción. Los actores que pretenden fogonear los odios sociales cruzados nutren un malestar estructural ya preexistente con varios responsables. La precariedad de las narrativas que nos dan un sentido de pertenencia nacional, que permiten identificar una cultura en común, pueden estar en un punto fractura, de posible reescritura, por fuera de los cánones de lo que conocemos y de los futuros posibles imaginables que tuvieron esos relatos que ya no generan cohesión ni identidad comunitaria.

2. Razón.

Se suele olvidar que el animal racional es más animal que racional. La animalidad es un destino inescapable, la racionalidad un esfuerzo disciplinado y laborioso, una posibilidad a desarrollar. La animalidad es permanente. La racionalidad, contingente. El malestar de la razón tiene fuentes en la crisis emocional y comunitaria del animal. El malestar está en el sentir del animal “que puede ser racional”, no en las herramientas que usa para desarrollar su faz racional. De hecho, la razón ha demostrado poder utilizarse elásticamente para racionalizar emociones negativas, sombras, justificando lo injustificable de las formas más sofisticadas. El autoengaño y la capacidad de utilizar la racionalidad instrumental y la razonabilidad comunicativa, el conocimiento y la inteligencia de una forma que niegue la empatía, la sensibilidad hacia el dolor propio o ajeno y las sabidurías ancestrales tiene claros antecedentes en la historia comparada. La razón no está en crisis. Es la crisis de soledad de la sociedad hiperconectada y ansiosa lo que fomenta que nuestro futuro tenga mucha más animalidad irracional. La animalidad como supervivencia, la agresión pura, la depresión y la euforia, la ansiedad flotante y el pánico social, la violencia como forma de conectar en una comunidad degradándose será algunas de las formas de la racionalidad animal. Deberíamos releer los textos de Durkheim o W.E.B Du Bois sobre la desesperación social, el suicidio, las sociedades en crisis y sus pulsiones de muerte. Ver cómo el hemisferio derecho toma el control frente al hemisferio izquierdo, como los irracionalismos se justifican racional y razonablemente, como la cultura de las sociedades complejas del Siglo XXI se hacen más primitivas y primales. La polarización, el odio y las guerras, tanto de recursos como culturales, son formas del nihilismo social potenciadas por el narcisismo extremo que están nutriendo esa racionalidad animal.

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3. Verdad.

La segmentación de las realidades producto de cámaras de resonancias, en las que podemos entrar y salir para integrar tribus desacopladas unas de otras, es lo que nos está impidiendo cimentar criterios comunes, refutables y eventuales de verdad. Las sociedades cerradas florecerán para disputar con armas los dogmas que se repiten como rito de iniciación y pertenencia sin posibilidad de puentes hacia el exterior diferente, hacia otras esferas. El desorden y la distracción están sofocando a las herramientas con las que construimos, en el pasado, esas contingentes verdades sociales que mantenían ciertas reglas mínimas y acuerdos de reducción de las violencias. En ese contexto, el pensamiento mágico y pseudocientífico se ampliarán, incluso en los espacios de las ciencias aplicadas, donde el corporativismo y el poder económico ya hace décadas está desarrollando las narrativas segmentadas con redes de verdades superpuestas que provocarán disfuncionalidades operativas en el sistema del mundo de la vida. Los excesos de desinformación, la repetición cíclica de noticias falsas, los sesgos de confirmación en una cultura de la adicción a la autovalidación sin relación con hechos y lo fáctico, fomentan que se pueden crear autoficciones como burbujas que explotarán cuando los entornos materiales, especialmente las verdades ignoradas y negadas de las leyes de los ecosistemas ambientales, se vuelvan imposibles de habitar. Nos inundará la verdad y nos quemará como el sol. Los cultores del progreso indefinido a través de la tecnología y el optimismo forzado excluirán a los que quieran enfrentar sus ilusiones con datos, sus discursos de propaganda con diálogos razonables sobre responsabilidad de los cursos de acción. El ruido, la confusión y la racionalidad animal impiden que usemos las herramientas conceptuales para construir criterios responsables y reflexivos de verdad.

4. Mercado.

Los mercados desaparecen en feudos tecnológicos y con disputa brutal de recursos. Se construyen nuevos bloques y territorios a partir de acciones bélicas. El discurso de la competencia en los mercados existió para construir un mito de competencia de actores que jugaban un juego donde tenían acceso privilegiado, ganancias aseguradas y disputadas de sectores económicos no competitivos. La legitimidad la daba el mito. La verdad de la economía siempre fue otra. Esa realidad se potencia con la economía de las plataformas y la parálisis cómplice del Estado ante la rapiña sin freno. Esta nueva economía sepulta la posibilidad de la competencia, de fricción creativa de un capitalismo excepcional pero real donde la innovación podía dar cierto espacio y posibilidad para poner el cuerpo, crear en la incertidumbre, explorar, emigrar, arriesgar, construir, inventar y vincularse con las economías de la vida. El posterior capitalismo de Estado y el fin del Estado de bienestar abrió cinco décadas de un otoño económico. La nueva etapa extrae de los mundos de la vida a través de la manipulación de las necesidades humanas más básicas como la soledad, el individualismo y la adicción a la distracción. La hipocresía de la ficción del libre mercado consolidó una nueva forma de feudalismo y la globalización dejó una economía internacional fragmentada en actores cínicos que no reconocen la amenaza de autodestrucción en las guerras mientras se separan en bloques cerrados.

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5. Estado.

La impotencia del Estado en cumplir sus funciones básicas y la ausencia de una política de reconstrucción de sus capacidades de implementar políticas públicas en el largo plazo abrirá la posibilidad de su rediseño por los actores privados y corporativos que durante mucho tiempo lo parasitan satelitalmente, lo subordinan a su propio modelo de acumulación y matriz productiva de desigualdades que crecerán. La irresponsabilidad de una clase política miope, distraída y reactiva a cuestiones en extremo superficiales demuestra que ni ella ni -muy lamentablemente- la sociedad podrá identificar racionalmente los procesos abiertos ni dar una respuesta a tiempo. Lo que alguna vez fue una herramienta disputada a las oligarquías por movimientos mayoritarios, hecha una herramienta para expandir derechos y protegerlos, profundizarlos, fue privatizada, inoculada y paralizada. La transferencia de la autoridad estatal a actores externos abre puertas a un futuro moldeable a favor de los que acumularon recursos materiales. La razón pública usada con fines privados. La depredación de lo público por parte de fuerzas oligárquicas, medievales y neocorporativas. Mientras ciertas potencias se expandirán con las fortalezas de sus Estados apoyando sus monopolios tecnológicos y oligarquías nacionales con depósitos fugados, primero fuga de capitales y después fuga de capitalistas; ciertas fuerzas corporativas destruirán otros Estados para extraer recursos naturales de naciones empobrecidas y alienadas por guerras culturales efímeras.

6. Sistema político.

Estamos en el inicio de un invierno constitucional donde el sistema político estará en jaque por las demandas sociales, descontentos políticos y gobiernos débiles. El modelo hipócrita de la modernidad que prometió derechos en las constituciones pero los interpretó y distribuyó de forma cínica, selectiva y clasista está en desintegración. El cinismo de fuerzas económicas desacopladas de sus entornos sociales está enterrando a los poderes ejecutivos en las arenas movedizas de la impotencia, está incendiando a los poderes legislativos con el odio que los identifica como responsable del malestar social y está autonomizando al poder judicial como un subsistema de ese poder económico que subordinará lo político con el miedo y violencia de los linchamientos desgastantes hacia líderes sociales y persecusión judicial a los que desobedezcan incluso pacíficamente y constitucionalmente su opresión. Al trabajar con la razón pública para la protección de los intereses privados el poder judicial privatiza lo público, construye una nueva soberanía corporativa y profundiza los elementos feudales y oligárquicos de un nuevo juego político en transformación. Los jueces serán magistrados de una nueva estatalidad privada. Si las puertas del sistema político se cierran para evitar los procesos de cambio institucional pacífico, gradual pero concreto, la respuesta no podrá sorprendernos. El futuro de la democracia como ideal tiene que ver con prácticas comunitarias de resistencia pacífica e inteligente, como crítica a un sistema político subordinado y sobreexigido por fuerzas que lo sojuzgan para depredar recursos humanos y naturales.

Un movimiento transversal que nació del dolor, la lucha contra la impunidad y un coraje ejemplar frente al terrorismo de Estado.
Un movimiento transversal que nació del dolor, la lucha contra la impunidad y un coraje ejemplar frente al terrorismo de Estado.

7. Derechos humanos.

No se puede construir memoria, verdad y justicia en el largo plazo con las instituciones de la monarquía: la diplomacia medieval con perfumes modernos y las Cortes del Rey, o sea, el derecho internacional y el poder judicial. Por un lado, después de 1945, la expansión de los derechos humanos se debe más a la reacción del nuevo equilibrio geopolítico y macroeconómico al fin de la segunda guerra mundial que al éxito de elites diplomáticas -de gobiernos no democráticos o directamente dictatoriales- en redactar catálogos de derechos que buscaban reducir responsabilidad internacional, no extender ni hacer reales los derechos humanos. Por otro lado, pensar que el poder judicial puede construir un proyecto de “Nunca más” de largo plazo es no entender al poder económico en general y al poder judicial en particular. No podía salir bien que el Poder Judicial Federal en general y Comodoro Py en particular sea el lugar institucional para edificar bases sólidas para los derechos humanos para las próximas generaciones. Que los jueces que trabajan para el poder económico que implantó el sistema económico de la última Dictadura hasta hoy vigente hayan condenando a los militares que trabajaron bajo las órdenes de ese mismo poder económico fortaleció y legitimó al poder judicial y debilitó a los movimientos de derechos humanos. Por eso, cuando la Corte Suprema habilitó nuevamente los juicios de DDHH en 2005 en paralelo estaba cerrando los reclamos legales de la violación sistemática de los derechos de ahorristas y la devaluación asimétrica de la crisis del 2001 de ese mismo modelo de acumulación con sus prácticas de shock de empobrecimiento colectivo y saqueo asimétrico. Como en 1976 o 1982 el modelo de acumulación sigue cada vez más fuerte subordinando al sistema político. La situación es diferente para los derechos humanos y para el movimiento transversal que nació del dolor, la lucha contra la impunidad y un coraje ejemplar frente al terrorismo de Estado. Su nueva dinámica con el sistema político le quitó energía vital y fuerza crítica. Con el tiempo, la Corte Suprema cambió su estratégica doctrina sobre DDHH y traicionó abiertamente a los que la legitimaron en su refundación posterior a 2003. En última instancia, no podía funcionar una apuesta a construir derechos humanos con derechos nominales en sentencias o documentos internacionales mientras el modelo de acumulación y matriz productiva ajusta con inflación, depreda recursos naturales y nos endeuda a todos. Ese es el límite estructural de la hipocresía del derecho frente al cinismo del sistema económico que los hace materialmente imposibles y sofoca la vida democrática. Polarizar y parcializar los derechos humanos como propiedad de un sector fue otro error inmenso que hoy en día es más notable. Las miradas selectivas sobre las violaciones de derechos humanos, los silencios ante la reaparición de políticas de la violencia y miedo, de la venganza y el resentimiento, ante los linchamientos mediáticos y ante la negación sistemática de garantías constitucionales terminó socavando la capacidad de ser un factor crítico. Al abandonar el compromiso irrestricto con las garantías constitucionales y la crítica al sistema político y económico se permitió la apropiación cínica que habilitará su uso estratégico. El proceso material y cultural de debilitamiento de los derechos humanos tiene responsables directos que ya forman parte de la oligarquía que profundizará su violación sistemática en el futuro, con nuevos planes económicos de empobrecimiento, distracción y fomento de conflictos sociales que hacen que la violencia no sea únicamente estatal o corporativa sino también tribal, punitivista y horizontal, guerras civiles fratricidas, de la sociedad contra la sociedad.

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8. Libertad.

Estamos ante la última generación con libertades antes del estado digital total, con estados de excepción corporativos en los nuevos feudalismos de la vigilancia. El social scoring ya está en uso de hecho. La dopamina y la adicción a la validación son más fuertes que los límites morales, que los ya casi inexistentes límites legales. Los límites plásticos los da el narcisismo y la ansiedad. Si una publicación se puso en un grupo de whatsapp de un patrulla particular (de derecha o izquierda) para que de forma dogmática todos sus integrantes le hicieran like, difundieran o participarán con insultos, difamaciones y pura agresión; esa publicación es verdad y su correlación entre likes, RT y otras variables de circulación hacen que tenga una nueva veracidad que depende de las audiencias que tendrán como destino de consumo. La fortaleza de la patrulla construye la narrativa. Su audiencia la consume para reforzar su placer y sesgo de confirmación. La verdad depende del status social de la afirmación en redes sociales. Muchos likes, es verdad. Pocos likes, dudo que sea verdad. No hay hechos, hay audiencias que hacen interpretaciones en el vacío. No importa lo que afirma la publicación. Las políticas del miedo y la violencia genera miedo a la libertad. La última generación con derechos es la sociedad del control horizontal, se disputa las interpretaciones sin hechos, con la voluntad de poder directa, una cruel afirmación cínica. Quiero que esto sea así y será así por mi afirmación reforzada por mis pares obedientes en telegram. Se usan plataformas de chat para organizar colectivamente la afirmación de una narrativa sin pruebas ni relación con hecho alguno, la destrucción de reputaciones, se fomenta censurar, cancelar y decirle a los demás cómo deben manejarse con sus vidas de forma perfeccionista, paternalista y protegiendo a la sociedad de grandes males con las herramientas de la inquisición, la violación sistemática de derechos humanos, los tormentos psicológicos, el hostigamiento y otras técnicas de persecusión política autogestiva que en la historia se han demostrado tan sangrientas como contraproducentes. “El terrorismo es contrarevolucionario” repite el famoso documental “Llamalo dormir” hecho por la sección americana de la Internacional Situacionista, inspirada en la obra de Guy Debord. Pánicos morales e indignación social como impostura espectacular. Los virtuosos torturan en la nueva plaza pública a los infieles que se equivocaron en sus credos, en sus palabras, en sus dichos, en su resistencia a la “religión oficial”. Cómo ponés en duda mi afirmación. Mi afirmación construye realidad absoluta. Entre los liberales autoritarios y los progresistas reaccionarios se están cultivando prácticas autocráticas que pueden terminar en procesos de totalitarismo horizontal donde las patrullas de choque y las policías del pensamiento fomentan un caos que permitirá llamar a las fuerzas del Estado Policial en su nueva forma de vigilancia militar y digital. “La historia no se repite, pero rima” decía Mark Twain.

9. Igualdad.

La autosegregación debilita a las/os autosegregados en cámaras de eco que aunque cómodas para los devotos a la validación termina atrofiando la tolerancia hacia lo diverso, las posibilidades de diálogos fuera de las zonas de confort, las construcciones colectivas que siempre son plurales y transversales. El ideal de la igualdad adoptó formas de políticas de la identidad que reforzarán las desigualdades de manera extrema y empobrecen a las mayorías integradas en campos de batallas donde únicamente crece el trauma, el odio y las políticas divisivas del resentimiento. La pobreza diseñada en forma de incapacidad de construir comunidad, concentración, atención profunda y pensamiento crítico generará que la lucha de clases se profundice con las guerras culturales de la fragmentación. El colapso de la confianza refuerza la debilidad y la pobreza de personas solitarias, que sospechan de su propia sombra. La educación industrial hecha por las plataformas deshumaniza, humilla a los miembros del sistema educativo que luchan por generar comunidad y nutre de forma estructural las pedagogías de la crueldad. La consolidación de los mecanismos de opresión de las enormes mayorías empobrecidas por una minoría de personas sin el stress de la mera supervivencia, sin la preocupación por la pérdida del status social y sin la distracción como forma de vida construirá nuevas diferencias de clases y elites con privilegios potenciados. La biotecnología, la inteligencia artificial y las capacidades intelectuales expandidas por dispositivos externos o internos serán utilizados por selectos grupos con poder económico para profundizar sus capacidades biológicas e intelectuales, abismarán las desigualdades sociales hacia nuevas formas de desigualdades nunca vistas en la naturaleza humana.

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10. Fraternidad.

Las identidades nacionales están atomizadas, no hay comunidad que contenga ni incluya y la soledad es la regla de la sociedad tribalizada. En las guerras culturales la sociedad se derrota a sí misma por la imposibilidad de ver comunidad en la diversidad. Su principal característica es estar hiper atomizada por el narcisismo de sus miembros y por la fragmentación de lo colectivo. Los efectos nocivos del excesivo individualismo que consume derechos como productos hoy tiene su clímax. Las identidades nacionales se licuan en políticas identitarias reactivas y autodestructivas, en extremo egocéntricas que imposibilitan la construcción de una comunidad de personas que puedan generar un autogobierno colectivo, una sociedad abierta. La necesidad de un patriotismo constitucional -y así repensar la idea de Jürgen Habermas-, de un proyecto de responsabilidad recíproca donde los derechos sean construidos por la participación sustantiva y no por la demanda sin retribución de una ciudadanía a la que “se le debe” una realidad sin obligaciones ni cargas civiles como fundamento de sus derechos. La acción comunitaria requiere responsabilidad y educación en compromisos intergeneracionales, o sea, requiere dialogar en el presente de manera madura con el pasado y el futuro.

11. Naturaleza.

Es probable que la respuesta coordinada para controlar los efectos del colapso climático no sean estructuradas ni por los responsables políticos, corporativos e institucionales ni por un movimiento social emergente de las mayorías que serán sus principales afectadas sin escapatoria. Las premisas son las siguientes. Por un lado, no se puede ser sinceros y directos con las acciones necesarias para atemperar los efectos irremediables de la crisis ecológica ya en curso. Por otro lado, tampoco se pueden postular ni estructurar políticas culturales para que las corporaciones ni la sociedad consuman menos recursos ni energía para hacer control de daños. Esos dos enunciados hacen pensar que el colapso ambiental será un proceso en el que sus principales afectados serán participantes activos. Un colapso participativo. Como ya hemos afirmado, el sistema complejo que llamamos naturaleza tendrá un rol fundamental en la apertura de los nuevos Estados de Naturaleza y la reformulación del Estado de Derecho ante la situación de emergencia ambiental por venir. Mientras tanto, las fuerzas políticas son cultoras del silencio y la negación de la crisis climática. Ni hablan de los desafíos existenciales por temor a asustar y generar rechazo por parte de una población preocupada por su status económico en deterioro. El robo de tiempo y recursos a las generaciones futuras es hoy una violación de derechos humanos. Ellas son, en parte somos, las que fueron robadas y sufrirán, sufriremos, un ecosistema inviable. Dado que nadie quiere renunciar a sus hábitos de consumo; la ceguera, cobardía y complicidad ante las fuerzas sistemáticas que nos llevan a la catástrofe ecológica será ocultada con el mismo cinismo que nos llevó a superar hace tiempo el punto de inflexión.

12. Vivir tiempos que mueren.

Es difícil aceptar la mortalidad de nuestros seres queridos y la mayoría morimos sin aceptar nuestra propia mortalidad. El colapso individual no suele ser aceptado racionalmente. Tampoco el colapso colectivo será aceptado racionalmente tanto por los responsables políticos ni por la sociedad. Hacer un duelo es duro. Despedir en el final a una era, un tiempo, un país, una cultura, una forma de vida, una comunidad, un proyecto político y constitucional, las ideas que tomaron carne, que crecieron, crearon realidades y entraron en un ciclo de degradación por debilidad propia o estimulación externa, es un proceso tan personal como colectivo. Negar lo que sucede es una forma de narcotizar el dolor, sedarlo. Abrazar el duelo tiene otra intensidad porque implica aceptar el proceso en curso, su carácter irremediable. En definitiva, aceptar la despedida, el final, la muerte. Si hay duelo es que hubo amor. A más profundo el amor por nuestra comunidad, nuestro país, sus sueños, más fuerte será el duelo. Mientras algunos se concentran en depredar y acumular recursos, otros negarán los procesos desencadenados hasta el último momento. Todo enclave de reconstrucción deberá comprometerse con rigor obstinado a escuchar atentamente a su entorno en transición. El tiempo pasa y la historia sigue. Quizás la opción responsable sea colapsar con dignidad y dejar semillas para que el próximo ciclo de regeneración traiga algo de lo sublime y de lo trascendental que pudimos ser.

 

Lucas Arrimada es Profesor de Derecho Constitucional y Estudios Críticos del Derecho.

 

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