Más que pingüinos, los Kirchner parecen una yunta de búfalos que arremeten contra su propia imagen en el espejo. Ciegos de ira embisten una y otra vez contra los pedazos rotos que quedaron del conflicto del año pasado y no atinan a encontrar el camino para reconstruir ese rompecabezas. Lanzada la campaña electoral, tomaron la peor de las decisiones: se pintaron para la guerra popular y prolongada. Trazaron la línea divisoria y profundizaron la satanización de sus enemigos : la maquinaria mediática que manipula y los oligarcas fascistas que entonan la cantinela destituyente.
Otra vez sopa. Otra vez la película que ya vimos pero corregida y aumentada. Justo el matrimonio presidencial que llevó el doble discurso a política de Estado dijo a través de Cristina que “La Argentina de haz lo que yo digo pero no lo que yo hago no va más para nadie”. Veamos ese criterio irritante del doble estándar que utilizan.
*Los Kirchner dicen. Nos atacan los que nunca pararon cuando estaba la dictadura. Son los que se enriquecieron con los planes de Martínez de Hoz.
*Los Kirchner hacen. La oposición podría organizar un concurso nacional y premiar al ciudadano que encuentre un solo recorte de diario, aunque sea uno solo, que refleje algún acto del matrimonio en conjunto con los organismos de derechos humanos de Santa Cruz mientras Néstor fue intendente o gobernador. Si mientras fueron gobierno y en los comienzos de la democracia no dijeron ni hicieron nada al respecto no hace falta ser muy inteligente para saber que durante la dictadura no defendieron un solo preso político ni presentaron un habeas corpus como tantos abogados valientes de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, entre otros. Sí hay fotos en los diarios acompañando a militares de la dictadura en plena guerra de Malvinas. Pero hay algo peor, de acuerdo al relato del ex diputado nacional Rafael Flores. Néstor y su cuñado Armando Mercado le organizaron un acto de desagravio a Rodolfo “Fito” Ponce, que “era una especie de ícono de la Triple A en Bahía Blanca”, después que Raúl Alfonsín lo denunciara como parte del pacto sindical-militar. Dice Flores que hasta le gritaron a Italo Luder: “Isabel conducción, lo demás es traición”. Tal vez por eso, Eduardo Buzzi dijo en Armstrong que no se acordaba “dónde estaba Cristina cuando pedíamos el regreso de la democracia” y que la Federación Agraria tuvo muchas víctimas durante la dictadura. Con respecto a enriquecerse en aquellos años del terrorismo de Estado al amparo de la especulación financiera, los Kirchner son casi un ejemplo del libro. Préstamos de dinero con cláusulas leoninas y la posibilidad de quedarse con propiedades de deudores morosos de créditos fueron la base de la fortuna que hoy tienen.
*Los Kirchner dicen. Queremos una nueva ley de servicios audiovisuales para que exista pluralismo y libertad de expresión para todos los ciudadanos y que no haya más extorsiones mediáticas.
*Los Kirchner hacen. Están en plena cruzada de control de los medios de comunicación utilizando todos los instrumentos a su alcance. En estos días soltaron a los perros aptos para todo servicio de inteligencia a invadir blogs y páginas de Internet con la idea de bloquearlos o sembrarlos de injurias y amenazas a periodistas independientes. Es cierto que también padecieron el contragolpe de otros ciber-piratas que intrusaron el sitio oficial del kirchnerismo. Pero el Gobierno además utilizó a los inspectores de la AFIP como si fueran una fuerza de choque y amedrentamiento. Soldados kirchneristas aparecieron pintando “Tinelli es inseguridad”, en las paredes o luciendo remeras que decían “Mono-Polio” o “Gorila-Polio” con el logo de Clarín y una careta de simio. Utilizaron la informática del Estado para meter 4.000 votos desde una sola computadora para torcer el resultado de una encuesta del diario La Nación que preguntaba si los medios inflaban o no el tema inseguridad a propósito de las declaraciones de Carmen Argibay. El Grupo Clarín hizo una denuncia gravísima sobre una especie de piquete satelital que interfirió sus señales de radio y televisión. Este verdadero escándalo inédito apenas mereció una denuncia penal formal de las autoridades nacionales del área de comunicación que son los responsables de aclarar la situación. Es difícil probar que ese ataque feroz contra la prensa haya sido ordenado desde la cima del Gobierno, pero está claro que fue intencional y premeditado. Semejante foquismo padecido por varios de los medios más importantes de la Argentina mereció que Gabriel Mariotto desmintiera que eso tenía algo que ver con el debate del anteproyecto sobre la ley de servicios audiovisuales. La pregunta es: ¿cómo sabe eso Mariotto? ¿Ya hizo una investigación a fondo para afirmar eso? Quedó flotando en el aire ese nefasto concepto de “a los enemigos ni justicia”. El resto es más conocido: artículos del borrador de la ley obligan a los medios a ratificar la autorización cada dos años como una forma de facilitar los premios y castigos, la compra de medios por parte de empresarios amigos, socios o cómplices, la arbitrariedad de la pauta publicitaria y tantas presiones más que ejercieron sobre la mirada crítica de los cronistas.
*Los Kirchner dicen. No hay antecedentes en la historia de que se hayan producido, en un año y tres meses, siete paros patronales salvajes y violentos con cortes de ruta, desabastecimiento, escraches. Se oponen por oponerse y porque este es un gobierno nacional y popular.
*Los Kirchner hacen. A esta altura no hay dudas de que los principales opositores al Gobierno fueron inventados o potenciados por los ataques sistemáticos, obsesivos, autodestructivos e infantiles que recibieron Julio Cobos, la Mesa de Enlace o Alfredo De Angeli, por poner algunos ejemplos. Es cierto que la dirigencia rural debería ser más cuidadosa que nunca con sus medidas de fuerza en función del momento delicado que se vive, del clima enrarecido provocado por el Gobierno y de mantener la alianza estratégica con la opinión pública que está saturada de gritos y agresiones. De hecho ya empezaron a corregir algunas desmesuras y a no avalar ni fomentar el delito del corte de ruta, metodología a la que ya no puede apelar más ningún sector social de la Argentina. La única nota disonante fue la de Alfredo De Angeli, que llegó a plantear el absurdo de que no iba a dejar pasar a los camiones internacionales y eso potencia en forma permanente un clima de tensión entre camioneros y productores que deja a Gualeguaychú demasiado cerca de caer en la provocación y del callejón sin salida. Esta vez el paro fue más criterioso, sin generar desabastecimiento aunque todavía hay cobardes de ambos lados que apelan a la metodología mussoliniana del escrache. El clima enrarecido fue caracterizado por la Iglesia como una alteración de la paz social y la respuesta del Gobierno, a través de Aníbal Fernández, fue “que no los ayuden más”. Florencio Randazzo pasó al ataque por el rol que jugó la jerarquía eclesiástica durante la dictadura militar. Aquí se puede poner otra vez el ejemplo de lo que hicieron o mejor dicho de lo que no hicieron los Kirchner, pero a esta altura es casi ridículo no comprender que las instituciones están integradas por hombres y que el tiempo pasa para todos. El aporte solidario que hace hoy la Iglesia a través de los comedores populares de Cáritas no se puede confundir con el pensamiento retrógrado de monseñor Antonio Baseotto. El ámbito de debate, racionalidad y contención democrática que fue Diálogo Argentino cuando el país estaba al borde de la descomposición social no se puede comparar con los cómplices del terrorismo de Estado como monseñor Victorio Bonamín o Christian von Wernich, entre otros que, para ser justos, hay que decir, todavía no han sido condenados lo suficiente por las autoridades eclesiásticas. Con respecto a quienes se oponen a la política revanchista que sigue empecinada en arrodillar al campo, los Kirchner deberían preguntarse porque los intendentes peronistas de los pueblos afectados están a la cabeza de las protestas o porque han sufrido una hemorragia sostenida de dirigentes que no encontraron el espacio de debate suficiente como para expresar sus puntos de vista. Y no solamente hay que analizar el comportamiento de Reutemann o Solá. Deberían analizar qué hicieron para merecer que íntimos amigos políticos y cofundadores de sus proyectos como Sergio Acevedo antes o Alberto Fernández ahora, no puedan ni cruzar una palabra con Cristina o que cuadros del progresismo como Aníbal Ibarra, Miguel Bonasso, Luis Juez o Hermes Binner hayan estado tan cerca del kirchnerismo y hoy estén tan lejos. De hecho, el ex intendente de Córdoba acusó a este gobierno de “comprar, corromper, destruir, y de tener conductas de un fascismo casi irracional”.
*Los Kirchner dicen. La ideología neoliberal que nunca derramó nada utilizó al Partido Justicialista en los 90. Nuestros enemigos de hoy son los mismos que derrocaron a Hipólito Yrigoyen. Incluso en el discurso que pronunció en Moreno, Néstor fingió equivocarse y dijo “por eso la Unión Cívica Rural, perdón... Unión Civica Radical, debería pensar a quién está defendiendo ahora”. Y después agregó que son los mismos que enfrentaron a Perón del lado de Braden y que no respetaron a Evita ni después de muerta.
*Los Kirchner hacen. Sus rivales ya se han encargado de mostrar las siete boletas electorales que Néstor Kirchner compartió con Carlos Menem y ese video demoledor en donde Néstor manifiesta que Calafate se siente “honrado por la presencia de Carlos Menem y que acompaña su proyecto de transformación y cambio”, y llega a la caricatura cuando lo compara con el mismísmo Perón. La única realidad es YouTube, y quien quiera mirar que mire. Los peronistas más tradicionales no pueden creer la transformación que sufrieron los Kirchner respecto del justicialismo. Pasaron en pocos meses de llamarlo peyorativamente “pejotismo” a citar una y otra vez a Evita y al General y a conducir el partido con sociedades de mutua conveniencia política con algunos impresentables que están en las antípodas de las convicciones que se proclamaban. El pedido de Néstor Kirchner a Mario Ishi, intendente de José C. Paz para que fuera jefe de punteros y cajero de dádivas en Catamarca habla por sí solo.
La realidad de los últimos días indica que se han traspasado algunos límites peligrosos que no tienen nada que ver con una sociedad democrática. Hace bien la presidenta Cristina en decir que las agresiones o los cortes son condenables más allá de quién sea el que los produce. Pero no se recuerda ni a ella ni a su esposo alguna palabra de repudio hacia las actitudes de Luis D’Elía en su momento o los ataques a Felipe Solá, las amenazas a Eduardo Buzzi, las pintadas en la casa del hijo de Elisa Carrió o la provocación docente frente el domicilio de Gabriela Michetti. A esta altura el Gobierno debería convocar a una especie de pacto de no agresión, a un acuerdo de coexistencia pacífica que permita desarrollar libremente el debate electoral y que renuncie a todo tipo de violencia. Por supuesto que estamos hablando también de las humillaciones que algunos chacareros le hicieron a Agustín Rossi, o a la madre de Florencio Randazzo, o al diputado Alberto Cantero y tantos dirigentes vinculados al Gobierno que padecieron la intolerancia en carne propia. Tabaré Vázquez, el estadista uruguayo, acaba de consensuar con los partidos opositores una verdadera agenda de Estado, y eso que tienen una elección presidencial en octubre. Los Kirchner podrían imitarlo y arrancar con una especie de compromiso público de todas las fuerzas políticas y sociales de repudiar hasta el mínimo gesto de intolerancia y descartar para siempre la utilización de la acción directa para garantizar que lleguemos con el mejor clima al 28 de junio.
Es cierto que suena poco menos que imposible lograr algo semejante si las definiciones cruzadas transforman los adjetivos en granadas.
No nos podemos permitir caer en la locura social que tolera la aparición de encapuchados armados para obligar a camioneros a que tiren su carga de granos al pavimiento, o la quema de campos, o la permanente extorsión institucional que somete a intendentes, legisladores o gobernadores.
Faltan 90 días para las elecciones. Tal vez sirvan para barajar y dar de nuevo. Para poner al día los niveles de representación y para que los ciudadanos puedan premiar y castigar con su voto.
Si el Gobierno y la oposición procesan bien los resultados que vienen se abre una nueva posibilidad para recuperar el rumbo perdido extirpando las crispaciones e instalando el trabajo mancomunado entre distintos pensamientos políticos.
Sería la mejor manera de afrontar una crisis feroz con causas externas e internas que nos va a llenar de llagas y dolor como el aumento de la desocupación, la pobreza, la desigualdad y la inseguridad. Una verdadera bomba de tiempo que deberíamos lograr desactivar entre todos.
Para eso es fundamental terminar con el doble discurso en el poder y con esa suerte de esquizofrenia política que tanto daño nos hace.