Mientras el intendente de la ciudad prepara una reunión para este miércoles 12 de agosto de la que participarán empresarios del sector de la industria cultural como Ricardo Taier (presidente de la Cámara de la Industria del Espectáculo y Afines de Córdoba, que nuclea más de 300 espacios, salones, productores, teatros y boliches), la crisis dentro del sector se cobra cada vez más espacios.
Al cierre de Barrilete museo para niños en mayo pasado (que había cumplido 25 años en 2019) se le sumó esta semana el de Bataclana Espacio Cultural. En tanto, el teatro La Llave salió a comercializar todo su vestuario para no correr el mismo final.
Es que si bien la reunión que se llevará a cabo esta semana en el marco del Plan de Compromiso contempla a algunos referentes, lo cierto es que sectores como el teatro independiente parecieran no enmarcar en la llamada industria cultural.
El mes que viene Bataclana estaría cumpliendo 13 años en el espacio ubicado en Arturo M. Bas 1083 (Güemes), pero tras haber realizado su última función el primer fin de semana de marzo, y al no poder afrontar los montos que supone su funcionamiento, se vio obligado a cerrar sus puertas. “Estos meses estuvimos cobrando un apoyo del INT (Instituto Nacional del Teatro) a través del Plan Podestá. Fueron 90.000 pesos, lo que nos alcanzó para pagar dos meses de alquiler; y ahora estamos con deudas. Hicimos funciones por streaming pero no llegamos a recaudar lo necesario. El espacio necesita por mes $30.000 para pagar alquiler, servicios e impuestos. Además, nosotros somos un colectivo que gestionamos el espacio y trabajamos ahí”, se lamenta Sebastián Schaller.
En efecto, son nueve las personas afectadas al espacio, que dependen en un cien por ciento; es ahí donde dictan sus talleres y realizan sus producciones artísticas.
“Nos entristece perder el vínculo con el barrio. En nuestros talleres se han formado un montón de niños que ahora son adultos. Nosotros pertenecemos a la Red de Salas de Teatro Independiente. Pedimos que se avance con los protocolos y con ayudas concretas financieras. Pero después de cinco meses, no hay claridad de qué ni cómo”, detalla.
Al respecto, Schaller agrega que son necesarias políticas culturales concretas que vayan más allá de apoyos esporádicos: “Que nuestro espacio esté cerrado no tiene que ver sólo con la pandemia sino con la falta de políticas culturales. La pandemia sacó a la luz la vulnerabilidad y precariedad de estos espacios, las artes escénicas en Córdoba pasan por acá”.
Por su parte, Teatro La Llave (Gauss 5730, Villa Belgrano) tenía programado todo el año con funciones diarias hasta diciembre, pero a partir de la dificultad de sostener los costos fijos se vieron obligados a pensar opciones para no tener que cerrar definitivamente. En tal sentido, lanzaron una campaña internacional para salvarlo.
“Hace dos meses estuvimos a punto de cerrar, sin pensar en alternativas, hasta que se nos ocurrió esta campaña. Es muy triste, pero no tenemos opción. Tenemos costos fijos de 200 mil pesos mensuales y como no hace dos años que estamos, entonces no podemos acceder a los subsidios”, relata Ivanna Martin, quien junto a Franco Pozzobon administran el lugar.
Es que si bien en esa ubicación funcionó durante 15 años Galileo, no fue sino hasta agosto de 2018 que empezó a funcionar como La Llave. “La única ayuda que obtuvimos fue del Gobierno de la Provincia que nos dio 26.000 pesos por única vez cuando empezó la cuarentena”, agrega.
La campaña de venta de vestuario es simbólica y apunta a entidades que entiendan la necesidad de sostener este tipo de espacios culturales. “Hemos tenido muchas consultas de Córdoba y Buenos Aires, de una escuela de teatro en la Patagonia y hasta de Chile, pero aún no hay compras concretadas”, destaca Martin, quien remarca que la decisión de vender los trajes fue durísima y que -de venderlos- también se quedan sin la posibilidad de hacer las 12 obras que tenían en cartelera, puesto que “esos trajes ya no estarán más”.
Con 200 butacas, La LLave es la sala independiente más grande que hay en Córdoba y aprovechó su espacio para armar un set y ofrecer servicios a la comunidad artística a partir de esta semana: “Nosotros ponemos la infraestructura y la idea es no cobrarle a los artistas sino ir a porcentaje. Además, hicimos un canal en YouTube para hacer streaming de standup, obras y conciertos en un formato a la gorra”.
La Llave también sigue con el dictado de cursos online para generar ingresos, aunque estos son demasiado exiguos frente a sus costos fijos.
La herida y la flor
Por Facundo Dominguez*
Mercado y cliente son dos palabras hermosas. Mercado es el lugar donde se intercambian mercancías tangibles e intangibles, un espacio de encuentro; y cliente significa el protegido.
Ambas forman parte de lo que hoy se denomina industrias culturales. El intercambio de mercancías es el que permite que las dinámicas de las economías generen la sostenibilidad de una región. El sector artístico cultural independiente de Córdoba forma parte de esas industrias. Pequeños y medianos emprendimientos de gran calidad y proyección generan una dinámica efervescente en el campo cultural de nuestra ciudad.
Sin embargo, tras 140 días de confinamiento y ante la extraordinaria falta de políticas culturales públicas que permitan a largo plazo un compromiso de sostenibilidad para las artes escénicas cordobesas, que con una vasta trayectoria en materia de gestión y producción, de manera mancomunada moviliza una enorme cantidad de trabajadores y trabajadoras que viven de su quehacer artístico y aún no reciben respuesta alguna por parte ni de la Subsecretaría de Cultura del Municipio, ni de la Agencia Córdoba Cultura.
La teatralidad nos define como humanes. Las artes escénicas, teatro, danza, performance, títeres, circo son en tanto la presencia de les espectadores exista, una relación entre otredades, una alianza afectiva, intercambio de energías en un espacio-tiempo particular. En la jerga del teatro espectador y en la de las industrias culturales cliente, asimismo teatro y mercado. Sin embargo, al no poder celebrar este encuentro y establecer un intercambio de economías, el territorio está yermo.
La habilitación de bares, shoppings e iglesias bajo un protocolo sanitario permite la celebración de encuentros, pero el protocolo para los teatros pareciera estar guardado bajo siete llaves a la espera de que algún funcionario público deje de mirar con extranjería al sector y decida comenzar a dialogar seriamente con este.
Cabe señalar también que no se trata de un sector y sus economías, de una actividad proyectiva con múltiples beneficiarios que habilita muchas fuentes de trabajo, hoy tristemente congeladas, sino también de un derecho de todes les ciudadanes, ciudadanas y ciudadanos, que es el acceso a la cultura como un bien intangible de la humanidad.
Por su parte, la intendencia planea reunirse con grandes empresarios del sector del show business por su alarmante situación económica, mientras que el sector artístico independiente de la ciudad sufre fuertemente la falta de diálogo, apoyo y voluntad política para elaborar estrategias que no permitan el quiebre del sector(más de lo que está).
El tiempo es veloz y nuestras necesidades como colectiva son urgentes. Las artes escénicas no pueden seguir esperando que funcionarios públicos, que cobran un salario pagado por las vecinas, los vecinos y les vecines, activen en su función.
Como siempre, el Estado está ausente para ofrecer políticas culturales concretas e intenta mal zurcir heridas que llevan años, porque la falta de políticas públicas culturales no son sólo coyunturales en tiempo de pandemia, sino que son perennes.
Por suerte sabemos que de la fuerza, militancia y trabajo mancomunado les artistas harán que de esas heridas nazcan flores.
*Director teatral.