Se sabía que podía traer represalias la ausencia de Juan Schiaretti en la reunión de Alberto Fernández con los gobernadores para acordar detalles sobre el congelamiento de precios. A falta de un Guillermo Moreno o un Sergio Berni que impongan mano dura, tal vez bajo la consigna de “a dios rogando y con el mazo dando”, el presidente habría amenazado con enviar a Córdoba a Juan Grabois para que fiscalice que se cumpla lo dispuesto. “Me hace ruido la fortuna de Manolito”, habría dicho en privado el activista social, en referencia al amigo de Mafalda cuya familia tiene un almacén. Nadie confirmó ni desmintió la versión acerca de que, a propuesta de Grabois, las remarcaciones que excedieran los topes fijados fueran a ser castigadas con el rezo de diez avemarías y doce padrenuestros.
La actitud distante de Schiaretti con respecto al gobierno nacional se enmarca en la estrategia diseñada desde Hacemos por Córdoba para la campaña electoral, que se centra en acusar de centralismo porteño a las gestiones tanto de Juntos por el Cambio como del Frente de Todos. Aunque no hizo caso a los asesores que le recomendaban dejarse las patillas y usar una divisa rojo punzó, habría estado en los planes del gobernador alimentar el sentimiento anticapitalino de los cordobeses, promoviendo entre los niños el uso como disfraces de Halloween de camisetas de River Plate y de Temperley, que son los clubes del AMBA responsables de sembrar el terror en nuestra provincia.
Alberto Fernández, por su parte, decidió conmemorar esta celebración de origen anglosajón durante la cumbre en Roma del grupo del G20. Se dice que, con la cabeza cubierta por una calabaza, el mandatario saldría hoy a tocarles el timbre a las delegaciones de otros países, pero que en vez de pedir caramelos, solicitaría apoyo para las negociaciones de nuestro país con el Fondo Monetario. En caso de que líderes como Joe Biden se nieguen a suministrar su respaldo, Fernández les impondría como prenda que vengan a la Argentina y traten de sobrevivir durante un mes con una jubilación mínima.
El que estuvo viajando bastante en estos días fue el expresidente Mauricio Macri, aunque en su caso se trató de “vuelos de cabotaje”. Primero estuvo en un lugar al que se resistía a ir, que es el juzgado de Dolores, y después vino a Córdoba, un sitio donde había algunos que se resistían a que viniera. Si bien por cuestiones formales no pudo declarar ante el juez en la causa por supuesto espionaje, Macri aprovechó su incursión por territorio bonaerense para reposicionarse de cara al 2023. El otro presidenciable del PRO, Horacio Rodríguez Larreta, habría optado por ignorar las correrías judiciales del exmandatario, al punto que cuando le preguntaron sobre Dolores habría respondido: “Me encanta su papel en ‘Distancia de rescate’”.
Al día siguiente, Mauricio Macri fue recibido con algarabía en el auditorio de la Bolsa de Comercio de Córdoba, donde lo extrañan más que el Barcelona a Messi. Allí dijo que su periodo de gobierno “fue el prólogo del cambio”, un giro sobre el concepto central de su libro “Primer tiempo” que podría dar lugar a otras variantes como “fue la primera temporada”, “fue el demo” o “fue el precalentamiento”. Además, el fundador del PRO minimizó las críticas contra su espacio por parte de Schiaretti, de quien aseguró que “en privado, me dice otra cosa”, lo que llevó a conjeturar si también intercambiarán entre ellos memes por WhatsApp, si compartirán partidas de Fortnite o si se recomendarán series para ver en Netflix.
Ese mismo viernes, el exintendente de Córdoba Germán Kammerath ingresó a Bouwer para cumplir la pena de prisión que le impusieron por “negociaciones incompatibles con la función pública”, una causa que se inició en 2003 a instancias de una denuncia de Luis Juez, quien en la actualidad comparte la misma coalición electoral con Kammerath. “Luisito ya se había aliado con Ramón Mestre, con Olga Riutort y con Gustavo Santos. Si sigue así, en cualquier momento se funde en un cariñoso abrazo con el Luifa Artime”, me comentó con saña un dirigente radical que quedó herido después de las PASO y que ahora concurre hasta a tres sesiones de terapia por semana para resolver el bloqueo que le impide votarlo a Juez el próximo 14 de noviembre.
(*) Sommelier de la política