Desde el comienzo de la pandemia, un grupo de voluntarios de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad N a c i o n a l d e Córdoba (UNC) viene realizando una serie de tareas fundamentales, para aliviar la presión que sufrió a lo largo del tiempo el sistema sanitario.
Desde aquel caos generado en las puertas de los bancos, en el ya lejano abril de 2020, en plena disposición del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) dictado días antes, los voluntarios vienen realizando una labor solidaria y comprometida la cual es coordinada por el decano de la Facultad, Rogelio Pizzi, el Ministerio de Salud y en algún momento también por el COE.
Casi dos años después, la tarea de los voluntarios fue modificándose y en este momento se encuentran realizando un trabajo clave en materia sanitaria en los distintos festivales que tiene la provincia, que incluye tareas de concientización, vacunación e hisopados, entre otros, los cuales no estuvieron exentos de escenas de tensión en algún momento. Solo en Jesús María participaron 250 voluntarios de estas tareas, que se enmarcan dentro del programa de Compromiso Social Estudiantil que promueve la UNC.
En diálogo con PERFIL CÓRDOBA, voluntarios que participaron en estas labores detallaron con qué panorama se encontraron en su primera experiencia en uno de los festivales icónicos que tiene la Provincia.
“El Ministerio de Salud, las autoridades del Festival y también la Cruz Roja nos convocaron a participar. Allí hacemos la difusión para nuestros estudiantes y siempre la respuesta ha sido mayor a la esperada. El estudiante de Ciencias Médicas siempre se ha mostrado interesado en dar una mano durante la pandemia”, expresó Andrés Ortega, uno de los coordinadores del programa, quien también es secretario de Asuntos Estudiantiles de la FCM y médico en el Hospital Nacional de Clínicas.
“Las actividades que se establecen son el control del pase sanitario, actividades de testeo, hisopados, trabajos de concientización respecto al uso del barbijo en diferentes sectores del predio o comentar los beneficios del uso de alcohol antes de ingerir alimentos”, precisó el profesional y añadió que el paso de las horas y el consumo de alcohol atentaron contra las tareas.
“Entre las 19 y las 21 encontramos un clima de mucha aceptación hacia nuestro trabajo. Nos llamó la atención que no hubo prácticamente problemas con el tema del carnet sanitario. Después de esa hora, y a medida que el público comenzaba a tomar, la situación cambiaba. Influye mucho la bebida alcohólica: allí, la forma en que la persona toma las sugerencias es diferente. Te escucha menos, no están dispuestos a aceptarlo”, comentó. Y agregó: “La juventud es la más reacia. Los chicos de la facultad tienen 21 años y hay gente que ya está pisando los 30 y no le gusta que se le diga que usen el barbijo. Sin embargo, creo que el balance es muy positivo porque en términos generales la gente todavía escucha”, completó.
Valeria Roldán fue otra de las coordinadoras de las jornadas en Jesús María y en diálogo con este medio narró que previo a llegar al lugar se daba una charla orientativa respecto al lugar hacia donde se estaba yendo y las tareas que se iban a realizar.
“A veces se daban situaciones tensas que son muy similares a las que ocurren en los hospitales. Los mismos voluntarios tienen que ser muy pacientes. Hay que aprender a manejar la frustración. Llegamos con una actividad preventiva donde algunos escuchan, preguntan, respetan y otros no. Ayudamos a muchos visitantes con el carnet sanitario, a bajarse aplicaciones, incluso nos encontramos con gente que no sabía la forma correcta de usar el barbijo o la importancia de ajustárselo en la nariz. Hasta cierta hora podíamos trabajar, luego seguía Cruz Roja junto a efectivos de la Policía, porque cambiaba la recepción del mensaje”, aseguró.
Momento de celebración. Roldán, experta en trabajo social, esbozó un pequeño análisis respecto a lo ocurrido en el Festival. “Jesús María permitió volver a juntarse, a festejar, a las reuniones. Los chicos llevaban la conservadora y era realmente un plan de fiesta. Nuestra presencia le recordaba a la gente que la pandemia continúa y tal vez por eso no todos lo aceptaron. En ese marco tan festivo la gente quería olvidarse de la pandemia”.
La profesional contó que se encontraron con gente que no tenía el calendario de vacunación completo por lo que se le pedía que se hisoparan para ingresar. Allí se dieron las situaciones más complejas. “Algunos descubrían, al hisoparse, que tenían Covid-19 y se enojaban mucho, porque se daban cuenta de que llegaban contagiados y por lo tanto debían volverse a sus lugares de origen y aislarse”, completó.