En mi larga carrera profesional, me tocó apreciar administraciones “modelo” como la de una cooperativa vitivinícola cordobesa. La entidad quebró por razones de otra índole, no por falta de una gestión administrativa de excelencia. No obstante, la cooperativa hermana (frutihortícola) terminó en falencia porque su gerente general nunca asignó los recursos necesarios para que su gestión tuviera el soporte administrativo.
La administración es una ciencia fáctica, que tiene por objeto a las organizaciones. Podría ser concebida como una disciplina que estudia a las empresas y las organizaciones con fines descriptivos: comprender su funcionamiento y evolución es lo que provee la información imprescindible para la gestión exitosa, entiéndase toma de decisiones acertadas y “a tiempo”. Pero debe ser entendida también como disciplina técnica, pues implica la existencia de medios específicos utilizables para el funcionamiento eficiente de las organizaciones. Incluye principios, normas y procedimientos para la conducción racional de las organizaciones empresarias. Su importancia reside en que otorga eficiencia a los esfuerzos humanos.
La administración interna no debe verse como una cuestión de cumplimiento supletorio, sino como algo esencial para formar bases del crecimiento sostenido en los entes de todo tipo. En el país y en el contexto que vivimos, una efectiva administración acompaña el crecimiento, aprovechando las oportunidades fugaces que se presentan y detecta con mejor “timing” las señales problemáticas. Eso se logra dando valor a los sistemas tecnológicos y a las personas que la integran (un recurso fundamental para adaptarse: selección de las especies de Charles Darwing).
Desde el punto de vista externo, que es como ejerzo, no advierto en la actualidad tal acción. Los sectores administrativos “corren desde atrás” en los crecimientos exabruptos de las empresas y son culpados erróneamente, siendo que nunca se le da los recursos necesarios ni se invierte en el área.
Los costos administrativos son los recursos para las operaciones dentro de una empresa, son los gastos (inversiones) que se aplican para la realización de trámites o gestiones de movimientos internos. Estos recursos son manejados, reportados y distribuidos por los gerentes y administradores.
Apple Inc., la mayor empresa por capitalización bursátil del mundo, destina en promedio 7% de los ingresos a inversión en administración: tanto como eroga en investigación y desarrollo (en conjunto). Me considero relevado de efectuar más comentarios sobre la importancia, diría, de la inversión administrativa.
“The Price of Management” de Peter Ferdinand Drucker (el mayor filósofo de la administración) fue escrito para que el común de la gente aprendiera a administrar, algo que, en ese entonces solo lo podía hacer una élite. A partir de allí la administración llegó a ser una verdadera disciplina, y ese libro, la primera “biblia” en gestión. Su análisis de la administración es una valiosa guía para los dirigentes de empresas que necesitan estudiar su propio rendimiento, diagnosticar sus fallas y mejorar su productividad, así como la de su compañía. Los ejemplos son tomados de compañías como Sears, General Motors, Ford, IBM, Chrysler y American Telephone & Telegraph.
Por eso cuando veo empresarios que regatean los jornales de los administrativos, prefieren sistemas enlatados “por canje” o fijan arbitrariamente los honorarios de los asesores, recuerdo al legendario profesor Cr. Remo Constancio Scavino, quien, ante una respuesta equivocada de un alumno vociferaba: “Craso error: usted no podrá ser un buen contador”.
Gestor de patrimonios financieros y Contador Público
[email protected]