Cristchurch, una ciudad del sur de Nueva Zelandia fundada en 1850 se destaca por su tranquilidad, a la cual contribuye su arquitectura neogótica, plazas, parques y prolija planificación. La paz se vio alterada por los terremotos del 2010 y 2011 y por los ataques terroristas de 2019. Salvo esos casos, figuró en las noticias del mundo más por un partido de los All Blacks que por un tumulto.
Cristchuch East albergó y pagó por motivos turísticos al Mago Oficial de Nueva Zelanda (Ian Brackenbury Channell) hasta su muerte, en 2021. Vale la pena aquí recordar que Bettina Brentano, en sus cartas a Ludwig van Beethoven, usaba el término mágico para definir lo “genial”: otro genio transitó las calles de Cristchurch entre 1939 y 1946. Karl Raimund Popper (Viena 1902-Londres 1994) vivió exiliado en esa ciudad, ante la negativa de Estados Unidos y Gran Bretaña de otorgarle asilo al gran profesor y filósofo austríaco. En el Canterbury College de Christchurch se inspiró para escribir su principal obra ‘La sociedad abierta y sus enemigos’.
Tras la guerra, en 1946, Popper ingresó como profesor en la London School of Economics. El sociólogo y economista liberal Friedrich August von Hayek fue el principal promotor de Popper. Allí expuso su visión sobre la filosofía de la ciencia, contenida en su obra ‘La lógica de la investigación científica’, publicada en 1934.
En ella aborda el problema de los límites entre la ciencia y la metafísica y se propone la búsqueda de un criterio de demarcación entre las mismas que permita, de forma tan objetiva como sea posible, a partir de criterios (epistémicos, metodológicos, reglas y normas), evaluar la teoría o distinguir las proposiciones científicas de aquellas que no lo son.
Señaló que el criterio de demarcación no decide sobre la veracidad o falsedad de una afirmación, sino solo sobre si tal afirmación ha de ser estudiada y discutida dentro de la ciencia o, por el contrario, se sitúa en el campo de la metafísica. Para Popper, una proposición es científica si puede ser refutable, es decir, susceptible de que en algún momento se puedan plantear pruebas para refutarla, independientemente de que salgan airosas o no de los ensayos.
En ‘La sociedad abierta y sus enemigos’, publicada en Londres en 1945, Popper critica las teorías del historicismo, que sostiene que la historia se desarrolla inexorablemente de acuerdo con leyes universales. Acusa de totalitarios a Platón, Hegel y Marx ya que confiaron en el historicismo para sostener sus filosofías políticas. Se concentra en Platón y Marx, aunque hay un capítulo sobre Heráclito y varios sobre Hegel. El punto principal es, como el título indica, una defensa de la 'sociedad abierta' contra sus enemigos, que son los pensadores más influyentes.
“Si queremos que nuestra civilización sobreviva, debemos romper con el hábito de reverenciar a los grandes hombres. Los grandes hombres pueden cometer grandes errores, y como el libro trata de mostrar, algunos de los más grandes líderes del pasado apoyaron el ataque perenne a la libertad y razón”.
Gestor de patrimonios financieros y Contador Público
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