Desde pibe la rompía en Oliva. Desde allí se fue a Vélez Sársfield, donde se destacó en las inferiores y provocó que se lo llevara a préstamo el Villarreal español. A su vuelta de Europa regresó al “Fortín” pero el técnico Gabriel Heinze no lo consideró y sufrió un revés duro a sus ilusiones de fútbol. Pero no fue un golpe de KO. Aunque la sensación indicara lo contrario.
Retornó, con 22 años, a su Oliva natal para estar con sus seres queridos y sin que se le cayera ningún anillo empezó a jugar en el Independiente de aquel pueblo, en el club que está al frente de su casa. Y claro, se volvió a destacar. Por eso no sorprendió que días atrás el pibe volviera a armar sus valijas y las llenara de ilusiones, nuevamente. Esta vez para viajar a Brasil.
Así, breve y rápidamente, se puede resumir la carrera de Agustín Doffo, el cordobés que acaba de arribar al Chapecoense. En el país vecino lo recibieron con los brazos abiertos. Y él está agradecido. Una nueva oportunidad, en un lugar especial. “Me encontré con gente muy amable que han hecho mi llegada al club más amena y me permitirá adaptarme más rápido. Estoy muy contento. Por ahora entiendo un poco el idioma, pero no es tan complicado”, comienza la charla Doffo desde Chapecó.
Tras la tragedia aérea que sufrió el plantel en el 2016 cuando viajaba para jugar la final de la Copa Sudamericana a Colombia, el club brasilero tiene un aura particular y, por ende, es muy respetado y querido a nivel mundial. Un club que tuvo que volver a empezar. En otro contexto, Doffo también ha tenido que reiniciarse en su carrera. Y en ese paralelismo, en diálogo con PERFIL CÓRDOBA, el talentoso mediocampista cuenta: “Chapecoense, después de todo lo que le pasó, es muy querido. Están todos los jugadores en la memoria, aunque desde que llegué no se ha hablado del tema. Se piensa en un club que quiere crecer. Yo lo vi como una oportunidad para mi futuro. Estaba jugando en una liga regional, pensando en lo que era mi carrera y no era conveniente.
—¿De qué forma surgió lo de Chapecoense?
—Se venía hablando, pero en el fútbol hasta que no estén las cosas claras no se puede decir nada. Un día me llamaron por teléfono a casa y me dijeron que a la mañana siguiente tenía que viajar. Fue una felicidad muy grande para mí y mi familia porque yo quiero jugar profesionalmente.
—Llegaste a Vélez con 14 años, ¿qué sentiste cuando te dijeron que no te iban a tener más en cuenta?
—Nunca me había pasado que un técnico no me tuviese en cuenta. Fue fuerte, pero al principio no lo tomé mal, porque prefiero que me digan las cosas y no que me tuvieran sin jugar. Pero sí, fue doloroso haber pasado tanto tiempo en el club y tener que irme.
—¿Por qué decidiste regresar a tu pueblo?
—Me quedaban dos años más de contrato y tomé la decisión de rescindir, de volver a mi casa, porque necesitaba de mi familia, de los los amigos para reivindicarme. Y volver con todo para jugar profesionalmente.
La experiencia de volver a jugar en el pueblo
Agustín Doffo pasó toda su adolescencia en Buenos Aires, formándose como futbolista en Vélez. Por eso, él siente que le hizo muy bien volver a su Oliva natal. “Hacía muchos años que no pasaba tiempo con mis amigos, estar con la familia me llenó de energía. Tenía la cabeza tranquila, esperando que surgiera otra posibilidad. Estuvo bueno jugar en mi club. Me trataron muy bien. Me crié ahí”, relata el volante sobre los cuatro meses que estuvo jugando en Independiente de Oliva hasta que surgió la chance de Chapecoense.
Sin embargo, también se tuvo que bancar algunos sinsabores. Lamentablemente eso pasa en el fútbol y da lo mismo, ya sea en una cancha regional o en un estadio profesional. “Estaba la chicana de que me había vuelto. Creo que en ese sentido al jugador de fútbol lo maltratan mucho. Si se volvió al pueblo es porque fracasó. Y no es así. Me sirvió de verdad, aparecieron muchas personas que me ayudaron. Fueron cuatro meses de aprendizaje”, narra Doffo, que busca renacer, ahora en tierras brasileras.