La aparición de la variante Delta en las aguas residuales de la planta de Bajo Grande generó una serie de interrogantes respecto al futuro de la pandemia en Córdoba.
Para entender la importancia de este hallazgo y analizar posibles escenarios, PERFIL CÓRDOBA dialogó con Gloria Sánchez, investigadora responsable del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos de España, institución pionera en materia de monitoreo de aguas residuales a nivel mundial. Días después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió al Covid-19 como una pandemia, allá por el lejano mes de marzo de 2020, un grupo liderado por Sánchez comenzó a realizar este tipo de trabajos en toda España en búsqueda del SARS-CoV-2.
Para tal fin, la investigadora debió virar por completo los estudios que venían realizando hasta el momento y adaptarlos a las nuevas necesidades.
–¿Cómo define la importancia de los estudios de las aguas residuales?
–Nos permiten estudiar una población en concreto y anticipar escenarios. La presencia del virus o no en estas aguas nos puede brindar un alerta sobre lo que está sucediendo. Esta herramienta nos es útil no solo de manera retrospectiva, sino para anticipar escenarios. Los primeros en reportar casos fueron los holandeses, quienes en marzo del 2020 encontraron el virus en aguas residuales antes de que tuvieran casos de Covid-19 diagnosticados a nivel poblacional. En nuestro caso, llevábamos muchos años estudiando virus de transmisión alimentaria que se excretan en las heces, como la hepatitis A o la hepatitis B.
–¿El desafío era adaptar el conocimiento a las nuevas necesidades sanitarias?
–Así es. Por eso al inicio de la pandemia lo primero que nos planteamos fue saber si los métodos que utilizábamos para este tipo de virus también podía permitirnos detectar SARS-CoV-2. Ya contábamos con esta metodología para concentrar el virus en el agua y pudimos adaptar la técnica. Comenzamos es tudiando aguas de Murcia, luego extendimos el trabajo a Valencia y después comenzamos a recibir muestras procedentes de toda España.
–¿Qué ventana de tiempo aporta el estudio de aguas residuales? ¿Cuánto se puede adelantar al virus?
–En zonas donde se hace mucho rastreo, y por tanto se detectan los asintomáticos de manera muy rápida, las aguas residuales anticipan escenarios de muy corto plazo y los días en que puedes adelantarte a lo que ocurrirá de manera clínica es menor. En países donde se testea menos ahí sí te permite hacer una lectura previa y adelantarte una ventana de tiempo mayor. Por ejemplo, ahora en España estamos anticipando menos de lo que lo hacíamos un año atrás, pero en ese momento casi no se hacía diagnóstico clínico y rastreo. En países que no hacen una amplia estrategia de testeos, por no contar con la infraestructura que tal vez tienen algunos países europeos, el estudio brinda una mayor capacidad de anticipación. En España ahora estamos utilizando las aguas residuales no solo para ver la circulación, que la estamos detectando mediante la clínica, sino por temas de secuenciación y de encontrar nuevas variantes que puedan aparecer.
–En Córdoba se detectó Delta en una planta que procesa fluidos de 800 mil personas, en momentos en que hay alrededor de 90 casos confirmados. ¿Qué lectura puede hacerse de esta situación?
–Si han detectado Delta en una planta depuradora que recoge tanta agua, lo más probable es que haya un número de personas asintomáticas que no están siendo detectadas de manera clínica. En este escenario seguramente el avance de la campaña de vacunación sea el principal responsable de esa cantidad de asintomáticos.
–¿Resulta clave, entonces, profundizar esa campaña de vacunación?
–Es un poco lo que se está viendo en España. Si bien ahora la incidencia ha bajado, hace un par de meses la incidencia era muy alta. En base a la vacunación el número de pacientes graves, internados y también de muertes, es mucho más bajo en proporción a otras olas, por lo tanto ahí las vacunas están jugando su papel. Hay gente que se está infectando pero por suerte no da sintomatología ni casos muy graves. En este momento en España estamos en la quinta ola, con un 70% de la población vacunada.
–De cara al futuro, ¿es difícil predecir lo que se viene?
–Es complicado porque no sabemos exactamente cuánto tiempo va a durar esta situación, si la inmunidad va a empezar a bajar en algún momento o si vamos estar más protegidos por parte de las personas vacunadas. Por otro lado, tampoco se puede predecir cómo va a mutar y evolucionar este virus, porque la verdad es que nos va dando sorpresas de manera constante. Es mucho lo que sabemos y lo que hemos ido aprendiendo con el paso del tiempo, pero también es mucho lo que nos queda por aprender. Hay que seguir siendo cautos y mantener las medidas de protección como ventilación y mascarillas.