Los deportistas han tenido que readaptar sus rutinas de entrenamientos para mantenerse en forma en medio de este contexto de encierro que atraviesa el planeta. Sin embargo, quienes, quizás, peor la están pasando son los nadadores.
La leyenda de la natación Katie Ledecky llegó a decir, días atrás, que estaba preocupada, incluso, por su salud mental. Es que los trabajos que están haciendo están lejos del agua, elemento esencial para su deporte.
Los nadadores tienen un entrenamiento especial, muy diferente a la de cualquier deportista de elite. Desde los horarios de entrenamiento, la alimentación, y claro, el agua.
¿Cómo hacen para afrontar esta situación las nadadoras cordobesas?
“Trato de mantenerme lo más activa posible, de seguir horarios para continuar con la rutina diaria. Hago dos turnos de actividad, aunque no se compara con el entrenamiento en el agua”, le explicó a PERFIL Córdoba Andrea Berrino.
Además, la atleta de Río Tercero, contó: “No tengo pileta, asique a la mañana hago una sesión de abdominales fuertes de media hora, más ejercicios preventivos de hombros junto con movilidad de todo el cuerpo; a la tarde hago un turno aeróbico con circuitos de ejercicios lo más similares a los que hacíamos en el gimnasio, pero con lo que tengo en casa tratando de meter poco descanso y alta intensidad en varias series. Después del turno de la tarde hago todos los días una sesión de yoga online a veces con meditación extra”.
Es imposible suplir la piscina, y ningún atleta de esta disciplina tiene una pileta en condiciones para entrenar.
A propósito, Macarena Ceballos, la riocuartense record sudamericano en pecho, explicó: “Es bastante complicado. No todos cuentan con piletas para entrenar en su casa aunque sea 30 minutos al día atado, para tener sensibilidad lo que era estar en contacto. Y ahora que se viene el frío más que nada. Es bastante difícil porque hacemos dos turnos de agua y uno de gimnasio todos los días. No se reemplaza tan fácilmente. Además que aburre mucho hacer siempre lo mismo y sola. Es mucho más complicado”.
Y, en diálogo con este medio, agregó: “Me pude venir a Río Cuarto apenas cerro el Cenard, y ya estando acá se declaró la cuarentena obligatoria. No tengo pileta para nadar. Hago bici fija y zona media y un tipo de gimnasio adaptado con lo que tengo en casa”.
Perder sensibilidad con el agua. A Florencia Perotti, oriunda de Corral de Bustos, le agarró esta cuarentena mundial en Sao Paulo, Brasil, donde entrena desde hace años. En ese marco, la cordobesa explicó: “Con los entrenamientos cada uno hace lo que puede en casa, con lo que tienen para mantenerse en estado. Vivo con otras dos chicas, una de ellas se volvió a su casa así que comparto con una sola de ellas. Nosotros en una habitación es más difícil. Por ejemplo yo no tengo pileta, entonces como que puedo mantener el físico pero es difícil no perder esa sensibilidad con el agua y ese contacto que para nosotros hace diferencia a la hora que nos toque volver”.
Por su parte, en la misma sintonía, Cecilia Biagioli, especialista en aguas abiertas, narró cómo se ha tenido que readaptar en estos tiempos de encierro. En declaraciones al programa Ellas en el deporte, la atleta explicó: “En mi deporte habitualmente siempre estoy mediodía en una pileta, en el agua; entonces salir de esa rutina, de esa sensibilidad con el agua, se hace complicado. Estamos haciendo rutinas como si estuviéramos en el agua, pero fuera de ella. Y tratando de no perder la parte aeróbica, conservar la fuerza, la potencia. Es muy distinto el entrenamiento y se hace con lo que se puede con lo que hay en casa. Por ejemplo mi marido me armó una bici fija en casa”.
El peregrinaje de Ledecky
La norteamericana Katie Ledecky es una leyenda ya dentro de la natación. Llamada a hacer historia en los próximos Juegos Olímpicos. Y en medio de esta situación de cuarentena por la crisis sanitaria originada por el COVID-19, su disciplina de entrenamiento se vio alterada, pero hizo lo imposible para continuar entrenando a su ritmo.
Cuando su centro de entrenamiento regular en la Universidad de Stanford cerró sus puertas el 13 de marzo, Ledecky no tuvo donde ir. Pero en su comunidad le prestaron un club privado, que tenía una pileta con la mitad del tamaño de una piscina olímpica. Entrenó un tiempo ahí hasta que la instalación fue cerrada definitivamente por parte del gobernador de California, ya que ese lugar sería usado como hospital transitorio. Y a los días el vecino de su casa que tenía una amplia pileta en su patio le cedió el terreno para que pueda seguir entrenando. No es lo ideal, pero salvó a la campeona olímpica y mundial para continuar con su rutina.