Con su voz pausada, tranquila y con el tono inconfundible de su Mendoza natal, Oscar Darío Alaniz recuerda aquellos increíbles años de futbolista donde tuvo “el honor”, como él relata, de jugar en los tres clubes más grande de la provincia de Córdoba, lujos que unos pocos poseen. Pero no sólo jugó, con todas las casacas se destacó y dejó muy buenos recuerdos en los simpatizantes tanto de Instituto, Talleres y Belgrano.
“Cuando viajo a Córdoba me saludan bien los hinchas de los tres equipos; algo bueno debo haber hecho”, dice, entre risas, el mendocino en el diálogo con PERFIL Córdoba.
‘Serrucho’ arribó en 1998 a la ciudad. Llegó a la ‘Gloria’ de la mano de Juan José López, proveniente de San Martín de Tucumán. El mediocampista derecho formó parte de un equipazo que en 1999 logró el ascenso a la Primera división. “De Instituto tengo recuerdos muy lindos y tristes. La posibilidad de ascender y salir campeón y quedar en la historia de la institución y al año siguiente descender, que es algo no deseado para nadie. Son las sensaciones encontradas con las que se conviven en el fútbol. Mi día más feliz y mi día más triste son con ese club de Alta Córdoba”, rememora Alaniz.
Tras esas dos temporadas en el elenco albirrojo, se mudó de barrio. ‘Jota Jota’ se lo llevó a Talleres. “Por comentarios de la gente sé que los hinchas de Instituto me recuerdan bien, pero hay otros que no, porque me fui a Talleres. Pero yo era profesional y vivía de esto, tenía que trabajar para el bien de mi familia”, relata.
En la ‘T’ formó parte de un plantel histórico, y así como fue importante en Alta Córdoba lo fue en barrio Jardín. “No sé si en la historia del fútbol argentino haya un equipo como ese Talleres que ganó todos los partidos de local en un torneo como lo hicimos nosotros. Con ese equipo estuvimos hasta la última fecha peleando el campeonato, en el 2001, contra el Boca de Bianchi. Fue muy bueno, y también quedamos en la historia, porque si mal no recuerdo Talleres fue el primer equipo de los indirectamente afiliados en clasificar a una Copa Libertadores, y haber sido partícipe de eso es gratificante también”.
Tras ese torneo, ‘Serrucho’ se fue a Argentinos Juniors, estuvo una temporada y regresó a Córdoba. Y lo hizo en Belgrano.
“Mi llegada se dio a último momento de la mano de Ginarte. El club estaba en la B Nacional. El libro de pases se estaba cerrando y me inscribieron cablegráficamente. Tenía la posibilidad de otros clubes de Buenos Aires, pero nos habían asaltado hacía poco, a mi esposa le habían puesto un revolver en la cabeza, teníamos ese temor y decidimos no seguir en Buenos Aires por el bien de la familia. Y volví a Córdoba, con Belgrano, que no vivía una situación fácil en lo económico, el club estaba gerenciado, estaba Carlos Bustos y otra persona que no recuerdo el nombre. Era un equipo nuevo con muchos chicos del club, que se terminó de armar en el segundo semestre con la llegada de Pontiroli y Artime. Tuvo muchos cambios de técnicos. Terminamos haciendo una campaña decorosa, mejor de lo que se podía imaginar tras todo lo que nos tocó vivir. Pero tengo en claro que desde ese momento el club empezó a reacomodarse y fuimos el primer escalón para lo que vino después en Belgrano. Tengo grandes recuerdos de ese club”, describe Alaniz.
En Córdoba jugó con futbolistas de la talla de Claudio Sarria, ‘Miliki’ Jiménez, Diego Garay, Rodrigo Astudillo, ‘Luifa’ Artime, ‘Luigi’ Villalba, entre otros grandes nombres. Y él, ese aguerrido pero técnico mediocampista, dejó una huella en las tres instituciones. Por eso, en los tres barrios es recordado con afecto.
“Mi paso por Córdoba está marcado en mi vida”.
De profesión DT, pero en busca de trabajo
La profesión actual de Oscar Darío Alaniz es la de director técnico. En ese rol en el 2018 logró el histórico ascenso de Gimnasia de Mendoza a la Primera Nacional. Sin embargo, desde diciembre del año pasado está sin trabajo. El último club que dirigió fue Juventud Unida de San Luis, en el Federal A.
“Desde diciembre estoy sin trabajo, después de la experiencia en San Luis. Es decir, que desde antes de la cuarentena estaba sin trabajo, y ahora menos. Se hace más difícil. Pero esperando y pidiéndole a Dios que termine esta pandemia. No solo Dios tiene que hacer su trabajo, sino nosotros tenemos que poner lo nuestro para llegar a un buen fin. Con paciencia para llevar esta cuarentena, porque no es fácil estar entre cuatro paredes y con necesidades, pero hay que hacerlo de la mejor manera”, reflexionó.
GLORIA. En Instituto logró el ascenso a Primera en 1999.
MATADOR. En Talleres jugó en el equipo que clasificó a la Libertadores.
PIRATA. En Belgrano estuvo en un contexto adverso y el recuerda el apoyo de los hinchas.