En Estados Unidos el consumo privado era del 69% del PIB en 2019, por lo que esta variable cíclica influye sobre la evolución del PIB mundial, ya que la economía americana significa un cuarto del PBI global. Su moneda representa el 60 % de las reservas mundiales. Su deuda (pública y privada) asciende a más del triple de su PIB. Está considerado como el país con más facilidades para hacer negocios.
La nación independiente no nació contra un orden irracional existente. Por el contrario, afloró como una revolución ante la injusticia, con una Constitución de base ética, elaborada por hombres superiores de estatura moral. No había una clase clerical instituida, por lo que no hubo anticlericanismo. La religión fue controlada por laicos, era voluntaria y pluralista y se ocupaba más de la conducta que del dogma.
Estados Unidos era el país de la abundancia. Había tierra barata y en cantidad: nadie tenía por qué ser pobre. Los hombres se ocuparon en ganar y gastar.
El primer exponente de ese espíritu fue Ralph Waldo Emerson, nacido en Boston en 1803. Considerado el primer filósofo nativo, abogó por imponer la “pasión por América”. “Dios es rico”-sentenciaba-, y auguraba que su discurso “derramaba un mar de beneficios” en la gente. En general se identificaba con las premisas de su propia sociedad. Pasó a ser un “bien nacional” proclamado como autor de la “independencia intelectual” americana.
Lo cito textual: “La regla segura es el metro de la oferta y demanda”; “no concedan subsidios”; “aseguren la propiedad y la libertad, y no solo no habrá limosna sino que los bienes quedarán en manos de los bravos trabajadores, escapando de los ociosos”
La liquidez perpetua
El gasto en consumo pasó a ser -con Emerson- una conducta con sustento filosófico. Cuando los políticos decidieron usar el consumo como herramienta electoral, lo hicieron manipulando la tasa de interés (en 1929 la inflación fue del 0,58%), pero la burbuja se formó por el endeudamiento fogoneado por una FED obsecuente del ministro Adrew Mellon. La larga depresión de la década del 1930 fue acompañada con austeridad monetaria y suba de tasas; en la crisis financiera de 2007, "Helicóptero Ben" (Bernanke), proveyó una amplia liquidez y bajó la tasa de referencia a 0%. En esta oportunidad, la jugada salió bien: el mundo y los grandes bancos americanos retuvieron gran parte de la emisión, la inflación permaneció baja, la economía se recuperó y el consumo también.
La FED debe vigilar la inflación, el crecimiento y el empleo. Desde 2007 hace equilibrio: sube las tasas y si el mercado responde mal, inventa una nueva inyección con un pomposo nombre.
Estados Unidos ha inundado de dólares la economía desde marzo de 2020 hasta los últimos meses y finalmente la inflación se disparó al 7,04% en 2021. En notas anteriores expresé mi esperanza de que la mejora productiva absorbiera la liquidez: me equivoqué. Concurren, además, el hecho de que el mundo manifiesta cierto hartazgo de financiar los desequilibrios monetario y fiscal americanos, y por ende su consumo.
Cuando Emerson alentaba el consumo con fervor religioso, la economía americana era un porcentaje pequeño del todo. Hoy, el ajuste sería global.
Por eso confiemos en el próximo programa de la FED, el que según estimo, podría llamarse “painless quantitative restriction”, algo así como “restricción cuantitativa indolora”.
Gestor de patrimonios financieros y Contador Público
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