Naara Bengolea tiene 15 años, juega de mediocampista en el Club Atlético Las Flores y afirma que uno de sus objetivos es “proyectarse” en el fútbol. Alumna del cuarto año del Instituto Domingo Zípoli y confesa hincha de Talleres, la juvenil del “Taladro” se convirtió en la voz de muchas de sus pares de la Liga Cordobesa, entidad que a fines del año pasado derogó la obligatoriedad del torneo femenino con el argumento de “propiciar una competencia más pareja y jerarquizada”.
“No pensaba decir nada, pero fue horrible leer eso y reaccioné”, dice Naara en alusión a una publicación que calificó de “goleada histórica” la derrota 0-15 de su equipo ante Belgrano y a otra que sin más destacó la “retirada” del equipo del sur capitalino. “Eso también marca la desigualdad que hay entre los clubes”, destaca.
“Entramos a la cancha con una jugadora menos, nos superaron en lo físico y nos hicieron 15 goles en 35 minutos… Eso te aplasta. En el descanso empezamos a hablar sobre lo que estaba pasando y ahí salió la decisión”, relata Naara. “La verdad es que no se podía seguir. Saludamos a las rivales y personalmente les pedí disculpas. Ellas tuvieron buena onda, nos entendieron y hasta se acercaron a una de mis compañeras, que estaba llorando”, añade. Y enfatiza: “El tema no son los 15 goles. Es que nuestro club nos haya abandonado, porque no le importa el fútbol femenino”.
Pisando la pelota
“Quedó la idea de presentar una nota de queja al club, aunque el presidente ya dijo que las cosas no van a cambiar”, cuenta Naara, quien asegura que Las Flores “desarmó el equipo” dos semanas antes del inicio del certamen. “Nos dijeron que seguíamos pero que debíamos financiarnos. Muchas no estuvieron de acuerdo y se fueron”, explica. “Pagamos una cuota de 350 pesos para el DT que nos puso el club, y entre 100 y 160 pesos por partido para árbitros, médico y seguridad. El club nos sacó los preparadores físicos y sólo nos presta el uniforme y el espacio”, puntualiza.
Naara cuenta que el fútbol le gusta y lo juega “desde chica”, pero que recién en 2018 se animó a ir a un club. “Quiero proyectarme como futbolista, aunque en estos días me planteé muchas cosas”, enfatiza. Está convencida de que el femenino “no le importa a la Liga”, pero asegura que “es un gran paso visualizar esta realidad”.
Lejos del profesionalismo
La reciente decisión de convertir en “optativo” el torneo femenino dejó a contramano a la Liga Cordobesa de Fútbol, entidad que entre 2012 y 2018 fue pionera en la materia, ya que en marzo pasado la AFA anunció la profesionalización de esa disciplina.
Sobre el nuevo orden establecido por la gestión de Claudio “Chiqui” Tapia, Naara Bengolea opina: “En Córdoba la vemos desde afuera, mal. Acá todo el fútbol es amateur y lo sabemos, pero queremos un mínimo de apoyo, que los clubes le pongan entusiasmo”.
“El fútbol cordobés sigue siendo machista y discriminador”, afirma la juvenil de Las Flores. Y añade: “Las mujeres no somos prioridad y tenemos una gran incertidumbre. Espero que esta movida de la AFA aporte en el sentido de que le bajen línea a la Liga. El nuestro es un deporte más y como tal hay que darle el valor que tiene”.
Recalculando
“Hay muchas entidades que están muy mal y no pueden afrontar más gastos”, dijo Emeterio Farías, el titular de la Liga Cordobesa de Fútbol, cuando PERFIL CÓRDOBA lo consultó sobre la decisión de hacer optativa la participación en el Femenino.
Escuela Presidente Roca, club que presidió Farías y que hoy conduce su hermano José, es uno de los 11 que desertaron. Los otros fueron San Lorenzo, Bella Vista, Avellaneda, Libertad, Los Andes, Defensores Juveniles, Banfield, Independiente, Almirante Brown y Calera Central. Se sumaron Juvenil de Barrio Comercial y Defensores Central Córdoba, por lo que se armó un torneo único que reclasificará a los 29 equipos participantes.
