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CóRDOBA
OSCAR CHICHONI

"La pandemia cambió radicalmente la forma de trabajar en la industria cinematográfica"

En el marco de la muestra ‘Viñetas en la UNC. Argentina imaginada’, donde se exponen algunos de sus trabajos, el ilustrador y diseñador conceptual pasó por nuestra ciudad para recibir el Premio Universitario de Cultura 'Centenario de la Reforma Universitaria’. Tras haber participado en mega producciones hollywoodenses –y 10 años en la industria de los videojuegos – el artista se encuentra radicado en Corral de Bustos, desde donde trabaja en un proyecto de animación para la plataforma Netflix.

Oscar Chichoni
DISEÑADOR CONCEPTUAL. A los 65 años, el artista cordobés sigue trabajando para la industria cinematográfica hollywoodense. | Fino Pizarro

Del mundo editorial (haciendo tapas históricas para revistas como Fierro o El Péndulo) pasó a la industria cinematográfica, a la que entró por la puerta grande trabajando bajo el mando de directores como Guillermo del Toro, Francis Ford Coppola y James Cameron.

Así fue como cambió el solitario trabajo de ilustrador por los grandes departamentos de arte de la industria hollywoodense y los proyectos en equipo.

Autodidacta desde pequeño, reconoce en la figura de Álvaro Izurieta a un gran maestro –quizás el único que tuvo– con el que aprendió pintura y técnicas del color.

Entre sus experiencias, recordó una mega producción en China, para una película en la que creó todo un universo desde cero y en la que tuvo a unas 800 personas a su cargo o su segunda película, Restauración, que les valió un Oscar a Mejor Dirección de Arte, premio que compartió con Eugenio Zanetti, al frente del equipo.

Diseñador de mundos extraordinarios a lo largo de su carrera, Oscar Chichoni vivió en 15 países. Se convirtió en ilustrador narrativo porque le gustaba contar historias. Hoy, a los 65 años, sigue trabajando para Hollywood.

—¿Estás instalado en Corral de Bustos?
—Sí. Y estoy trabajando desde ahí. Después de la pandemia toda la industria cambió absolutamente porque obligó a los grandes estudios y a las nuevas plataformas, que son un fenómeno relativamente nuevo que se desarrolló mucho más en la pandemia, a hacer un gran experimento que de otra manera no hubieran hecho nunca: trabajar con gente afuera, lejana. Ya nadie estaba en una oficina sino en sus casas. Desde entonces estoy radicado en Corral de Bustos. Pero mi idea es ir rotando porque me he acostumbrado a tener una vida de gitano, a cambiar de país y de ciudades todo el tiempo.

—La última vez que hablamos me dijiste “he vivido en una valija por más de 30 años,” pero ahora estás construyendo una casa en Córdoba. ¿La idea es radicarte definitivamente acá?
—No tengo idea porque nunca sé lo que voy a hacer. Pero sí tengo ganas de pasar más tiempo en Córdoba y, finalmente, tener una casa propia porque siempre tuve una maleta.

—¿Podés adelantar algo del proyecto en el que estás para Netflix?
—Lamentablemente no, por los acuerdos de confidencialidad que firmamos. No puedo decir nada.

—¿Cuáles son tus proyectos hacia adelante?
—Creo que estoy llegando a la recta final de mi carrera porque el trabajo en la industria del cine es muy estresante y no apto para obsesivos como yo. Entonces no tengo muchos proyectos por delante. Sí, tengo ganas de seguir en el cine, pero desde otro ángulo.

—¿Desde dónde?
—No lo sé muy bien todavía, lo estoy pensando. Pero sé que no en la forma en la que estoy trabajando ahora. Es muy demandante y no es para alguien de mi edad. De hecho no hay gente de mi edad en la industria, soy un récord Guinness de la industria.

—¿Volverías al mundo editorial?
–No. No como ilustrador. Quiero hacer otras cosas. Empecé haciendo historietas, después pintura acá en Córdoba y siempre digo que uní las dos cosas e hice ilustración narrativa. Incluso en los ejemplos más estáticos de mis trabajos hay narración, porque siempre hay una historia en las ilustraciones que he hecho.

—¿En qué fuentes abrevás para inspirarte en la creación de estos mundos fantásticos que diseñás?
—Una parte importante en mi vida fueron las películas. Iba al cine todos los días, desde muy chico. Y también mi lugar de juegos, que eran unos talleres de ferrocarriles donde había cantidad de máquinas, locomotoras a vapor, completamente abandonadas. Cuando de adulto estaba buscando una imagen que me representara y no sabía bien qué era, volví a aquel lugar donde había jugado. Toda mi estética se refería a eso, a la infancia, a la visión fantástica de un niño, a aquellas locomotoras a vapor, oxidadas al sol. Mi trabajo es muy lúdico, es como seguir jugando. Yo iba a jugar ahí y de grande el acto creativo es un poco como un juego maravilloso, donde uno pone toda la experiencia de su vida.

—¿Cómo ves la industria cinematográfica en nuestro país, en materia de lo que vos hacés específicamente? Porque son películas que implican mucho presupuesto.
—Sí, pero cada vez menos porque con la tecnología hoy se pueden suplir mucho las grandes escenografías. No hay mucha experiencia todavía en Argentina pero hay un campo abierto. Hay países que están dando sorpresas en ese sentido y haciendo producciones fantásticas, que son las producciones en las que yo trabajo.
Yo no trabajo en películas de Woody Allen. A pesar de que soy fanático, no me llaman para diseñar un departamento o un restaurante de Manhattan porque hay millones de personas que seguramente lo hacen mejor que yo; me llaman para hacer películas donde hay que interpretar un texto y crear absolutamente un universo distinto desde cero. Yo trabajo en producciones que tienen una carga creativa muy grande.

Chichoni Premio Cultura UNC

ENTREGA DE PREMIO. (De izq. a der.) Juan Pablo Duarte, subsecretario de Cultura de la UNC, junto a Oscar Chichoni y Mariela Marchisio, vicerrectora de la Universidad Nacional.