La discusión sobre la ampliación o modificación de las licencias por maternidad y paternidad tiene tantos proyectos cajoneados que da la impresión de que no hay quién en el Congreso de la Nación que se oponga a la modificación de la Ley de Contrato de Trabajo. Es más, el presidente Alberto Fernández en alguna oportunidad manifestó su intención de avanzar en ese sentido. Pandemia mediante, se verá este año si hay intención política de tratamiento.
Hoy, tras la aprobación de la interrupción voluntaria del embarazo y la ley de los 1000 días, el debate parece haber encontrado su momento para concretarse en ámbitos parlamentarios pero, por sobre todo, por los evidentes cambios culturales implicados en las últimas décadas que cambiaron el formato de familia: el ingreso de la mujer o la persona gestante al mundo del trabajo y la adopción. También la necesidad y deseo del padre o madre no gestante de acompañar el proceso previo y posterior al nacimiento.
Al respecto, la politóloga y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Débora Lopreite en diálogo con PERFIL CÓRDOBA, agrega: “Argentina, dada la Ley de Matrimonio Igualitario, quedó desactualizada en su legislación. Seguir manteniendo la diferenciación maternidad/ paternidad, y sobre todo asociar la maternidad a la gestación es limitante, incluso en los casos de adopción. Y si bien hay jurisprudencia para que en la práctica se les otorguen las licencias cuando son parejas del mismo sexo o adoptan, la ley quedó muy atrasada”.
En ese sentido, sí hay iniciativas provinciales y privadas, así como convenios colectivos de trabajo que amplían las licencias. Por caso, Córdoba cuenta con la licencia que cubre el estado provincial del cuarto mes, extendiendo a 120 los días por maternidad. Y también extendió a ocho días la licencia por nacimiento para empleados públicos.
Lopreite advierte que los 90 días son menos de lo que recomienda la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que son 100 días: “Sí se adaptó la administración pública nacional y ciertas provincias avanzaron, sobre todo las del sur, que llegan a los 180 días. Mientras que Unicef, en las provincias del NEA y NOA, colaboró mucho para ampliar las licencias, pero siempre basándose en la idea del binomio madre e hijo o hija”.
Así y todo, esta heterogeneidad de realidades se refieren al sector formal de la economía, y por lo tanto, quedan fuera aquellas que trabajan en la informalidad y las profesionales monotributistas: “Una excepción es el intento de regularización del trabajo doméstico desde 2013, que tienen licencia por maternidad, pero en los hechos el porcentaje de empleadas domésticas regularizadas es bajo. El trabajo informal es una característica de Argentina, solo cambiar o ampliar la legislación respecto a las licencias no es suficiente. Mucho más se podría hacer regularizando el empleo”, completa.
La previa. De acuerdo a los últimos indicadores de la Encuesta Permanente de Hogares correspondientes al tercer trimestre del 2020, la tasa de actividad se ubicó en 42,3%; la tasa de empleo, en 37,4%; y la tasa de desocupación en 11,7%. Respecto a este último dato, fue superior en mujeres (13,1%) que en varones (10,6%). Además, en ambos casos, los jóvenes menores de 29 años fueron los más desocupados, con un 23,1% de las mujeres desocupadas en ese rango etario, y un 19,8% de los varones.
Ese panorama se completa con un informe publicado por la OIT, también a mediados de diciembre, que informó que el mercado laboral de Latinoamérica retrocedió una década por la pandemia del Covid-19, y proyecta una tasa de desempleo del 10,6 %, en la que las mujeres son las más afectadas. Según el organismo, el descenso de la participación femenina en el mercado laboral latinoamericano fue de -10,4 % frente al -7,4 % de los hombres.
En ese sentido, la docente e integrante de la Red de Politólogas, al hablar de licencias, analiza estos problemas previos, que no solo tienen que ver con la desigualdad entre hombres y mujeres, sino también entre mujeres: “El debate de eliminar las licencias por maternidad y establecerlas por parentalidad en Argentina, como también en América Latina, conlleva el problema de que las licencias son muy limitadas. En realidad, lo que deberíamos cuestionar es que se establezca un piso mínimo maternalista que se extienda un poco más en el tiempo, más allá de los 90 días. Generalmente las mujeres si pueden tomar 45 días antes, luego les queda muy poco tiempo”, describe, y agrega: “Este tipo de reformas se dificultan por la cuestión económica, se suma que muchos actores en los diferentes niveles, tanto públicos como privados. Una reforma para todo el territorio implicaría armonizar con las provincias que avanzaron para los empleados públicos, y esto podría implicar una quita de días para ellas.”
No se las toman
La experiencia de Suecia indica que, aun teniendo acceso a la licencia de paternidad por un año, no la toman de manera masiva. Otro ejemplo de Argentina es el de una empresa que usó la ampliación de la licencia como una medida de innovación para aplicar criterios de equidad de género, y luego notaron que no la usaban sobre todo porque tenían temor de que, al salir del trabajo durante uno o dos meses, se vieran afectadas sus de desarrollo profesional. Es una de las consecuencias de este tipo de licencias si se hacen muy extensas. Entre otros motivos, la licencia universal tiene que ver con cambios culturales y también hacia el interior de las familias. Que las empresas lo incorporen como política de recursos humanos no me parece necesariamente mal, pero eso cubre solo un sector de la población empleada, y de todas maneras lo pueden hacer porque la legislación te va a establecer un piso mínimo”, describe Lopreite.
Débora Lopreite es parte de @reddepolitologas, un proyecto busca promover, visibilizar y potenciar el trabajo de las mujeres dedicadas a la Ciencia Política latinoamericanista. Más información en nosinmujeres.com