Imaginemos por un momento un escenario donde el bullying y el ciberbullying no existiera. Un espacio educativo de sana convivencia, donde el respeto mutuo y la empatía fueran la norma, y donde la violencia no encontrara lugar. Si bien este sueño parece utópico, la realidad es que podemos convertirlo en realidad si todos nos comprometemos a ser parte de esta lucha.
Reconocer la violencia es el punto de partida.
Es fundamental admitir que los conflictos y diferentes formas de violencias existen en la mayoría de las instituciones educativas y comunidades. Negar, esconder o minimizar este problema solo lo agrava. Debemos comenzar por reconocer la violencia como un hecho real y preocupante, ya que las escuelas son una caja de resonancia de lo que sucede en la sociedad, para luego poder analizar sus causas y pensar en acciones para abordar este fenómeno.
La lucha contra el bullying no puede recaer únicamente sobre las escuelas. Es una responsabilidad compartida que involucra a todos los actores sociales: familias, docentes, estudiantes, autoridades y la comunidad en general.
Para abordar el bullying, ciberbullying y demás violencias digitales de manera integral, es necesario crear estructuras visibles que faciliten la detección, intervención y prevención de estas situaciones. Esto incluye:
- Coordinador/a de convivencia y bienestar digital: Un profesional capacitado para detectar, prevenir e intervenir ante cualquier caso de maltrato, discriminación, bullying, ciberbullying y otras violencias en el ecosistema digital.
- Grupo de convivencia: Buscar aquellas familias implicadas e invitarlas a involucrarse activamente en la vida escolar de sus hijos e hijas, dialogar abiertamente sobre el bullying y fomentar valores como el respeto, la tolerancia y la empatía. Crear un grupo de convivencia donde padres, madres y cuidadores puedan trabajar en conjunto con las demás familias sobre como actuar ante un caso.
Formar un grupo de estudiantes líderes que actúen como promotores de la convivencia pacífica y el respeto mutuo. Que pueda implementarse por ejemplo un programa de cibermentores capacitados para detectar situaciones de ciberacoso y demás violencias en línea, brindar apoyo a las víctimas y promover el uso responsable de los entornos digitales. Estos deben ser capaces de identificar señales de ciberbullying, intervenir de manera oportuna y derivar los casos para que se puedan abordar de manera preventiva y/o intervenir con instancias de reparación, restauración y aprendizaje para toda la comunidad educativa.
Que las consecuencias de la violencia digital sea crear campañas que promuevan la reparación del daño causado por el ciberbullying, tanto a los hostigado/as, como a los espectadores y acosadores. También se pueden crear programas o talleres impulsados por el alumnado que enseñen a los alumnos cómo identificar, prevenir y actuar ante situaciones de violencia o Bullying. Estas campañas pueden incluir videos educativos, infografías, juegos interactivos y otros materiales que sean atractivos y accesibles para todos.
Las redes sociales, a menudo utilizadas como plataforma para el acoso online, pueden convertirse en una poderosa herramienta para combatir la violencia. Viralizando campañas de sensibilización, reparación y aprendizaje, podemos llegar a millones de personas y generar un impacto positivo en la sociedad.
Las distintas situaciones de violencia son problemas complejos que requieren de abordajes artesanales e integrales. Solo si todos, desde las instituciones educativas y comunidad reconocemos la necesidad de revertir estas problemáticas y nos determinamos como protagonistas, podremos crear un mundo libre de bullying y el ciberbullying.
¡Hagamos nuestra parte!
(*) Mariana Savid Saravia - Psicopedagoga. Integrante de ONG antibullying "Si nos reímos, nos reímos todos".