El último tramo de la campaña electoral municipal confirma lo que venimos diciendo desde hace meses: las agresiones y las descalificaciones cruzadas se han convertido en una moneda de cambio y ya no sorprenden. La gente asiste impávida a una obra que parece tener como escenografía principal un chiquero, según admiten algunos voceros partidarios evocando a veteranos caudillos.
La campaña tuvo un giro abrupto a partir de la difusión de dos situaciones particulares: un candidato a concejal con raíces en el radicalismo y una candidata a concejala del PRO están vinculados con dos personas que son investigadas por delitos asociados al narcotráfico.
Eso fue aprovechado al máximo por el peronismo y el propio Daniel Passerini, candidato a intendente de la coalición oficialista Hacemos Unidos por Córdoba, para incomodar a su rival de Juntos por el Cambio, Rodrigo de Loredo, que viene denunciando “campaña sucia” y dice que el PJ sigue ese camino porque va perdiendo.
Un medio hermano de Ricardo Chesarotti, deloredista, candidato a concejal en noveno lugar, es investigado en una causa narco, aunque desde Juntos por el Cambio remarcan cada vez que pueden que se trata de un familiar, no del aspirante a edil.
Lo propio ocurre con la dirigente del PRO Jessica Rovetto Yapur, cuya pareja está procesada en la Justicia Federal por un supuesto hecho de narcotráfico que investiga el fiscal Maximiliano Hairabedian.
Rovetto Yapur es candidata a concejala en 10º lugar, abogada y defensora de su pareja Luciano Agüero, involucrado en dos hechos dentro de una megacausa por narcotráfico.
El peronismo aprovecha para ponerle sal a la herida y tratar de desprestigiar a De Loredo y su entorno. “¿Cómo andan los muchachos de la ‘narcolista’?”, preguntan con ironía dirigentes del PJ para descalificar al rival, que llevaba ventaja en las encuestas. “Ahora la cosa va cambiando”, dicen esperanzados desde el búnker justicialista.
¿Otra investigación? Allegados a la Justicia que tienen algunos nexos con el justicialismo de Capital dieron a entender que en el fuero federal podría revelarse una nueva investigación judicial contra una persona que estaría vinculada a Juntos por el Cambio. Tres dirigentes del PJ admitieron conocer el dato, pero evitaron dar mayores detalles sobre el punto “hasta que se concrete la investigación y la Justicia Federal la difunda, si es que eso se plasma en la realidad”, precisaron las fuentes.
Los tres dirigentes, curiosamente, coincidieron en brindar un dato complementario: hablaron enigmáticamente “del conductor de una camioneta roja” pero se negaron a brindar alguna otra información o a dar especificaciones sobre el punto. “No tenemos más que eso”, respondieron a modo de excusa.
Lo cierto es que el candidato Passerini y todo Hacemos Unidos por Córdoba se aferran a estos episodios para sacarle el jugo y exigirle una respuesta a De Loredo.
El aspirante radical no está dispuesto a hacerle esa concesión y ha mandado a decir que no responderá lo que considera agravios injustificados. Sólo repite que no hay candidatos imputados sino que se trata de familiares de candidatos, lo cual los excusa de brindar explicaciones.
En el manual de la estrategia política, figura un capítulo que dice que no hay que correr detrás de las acusaciones o afirmaciones que hace el adversario.
Hasta la aparición de este episodio, el actual diputado nacional de la UCR se encontraba en el centro de la escena y era el que manejaba los hilos de la evolución de la campaña electoral. Algunas de sus propuestas fueron tomadas por la opinión pública y el debate se circunscribía, por ejemplo, al proyecto de traspaso de 10.000 policías provinciales a la Municipalidad de Córdoba.
Algunos a favor, otros en contra, el tema se convirtió en el eje de las discusiones. Para descalificar el proyecto, el gobernador electo Martín Llaryora lo calificó como “una huevada”.
Con menor impacto y casi en paralelo a la difusión de las investigaciones por narcotráfico, De Loredo también presentó su proyecto de tren liviano para la Capital, lo que también fue aprovechado por Hacemos Unidos para liquidarlo y considerar a ese proyecto como de alto riesgo y anticuado.
Encuestas en fuga. A diferencia de lo que pasó en la elección a gobernador, ahora casi no se difunden encuestas. O no las hacen o están guardadas bajo siete llaves. Tampoco los consultores son proclives a mostrarlas porque recibieron durísimas críticas, en algunos casos más que bien fundadas ya que se trató de burdas operaciones políticas.
Sin embargo, las percepciones indicaban que De Loredo navegaba en aguas tranquilas y se encaminaba a lograr la victoria. Sin sobresaltos, todo fluía para Juntos por el Cambio y no se presentaban nubarrones en el camino. Sin embargo, surgió lo inesperado. Las investigaciones judiciales que involucran a dos integrantes de las listas de De Loredo cambiaron todo.
El candidato opositor salió del centro del ring y quedó virtualmente obligado a correr para los costados para evitar los mandobles del rival. Los dos candidatos mencionados no hablan ni hablarán y él esquiva o busca esquivar los contactos públicos con quienes no le ofrecen garantías.
Desde el llaryorismo indicaron que antes de estas denuncias, De Loredo tenía ventajas pero ahora el panorama está cambiando y los últimos sondeos muestran un crecimiento de Passerini. “Está todo muy parejo y se definirá en los últimos días de campaña”, reconocen los voceros del Palacio 6 de Julio que están enfrascados en la campaña de Hacemos Unidos.
En los próximos días, seguirán las recorridas barriales con el claro fin de pescar votos indecisos, por un lado, y por el otro, ratificar el apoyo de los que ya jugaron con el oficialismo, como es el caso de los barrios populares. “Allí tenemos que ampliar la ventaja y es imprescindible que vayan a votar más empadronados”, se ilusionan los peronistas.
Se viene una obra de suspenso y con final abierto. El último capítulo se escribirá el domingo próximo, por la noche. Sería esperable que no fuera a la madrugada.