CORONAVIRUS
Desde madrid

Diario de la peste: sobre el uso de las mascarillas

En Madrid todavía no hay indicaciones por parte del Gobierno comunitario del uso obligatorio de las mascarillas.

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España inició la salida de la rígida cuarentena, que se inició el 14 de marzo Se realizará de forma gradual hasta finales de junio. | AFP

Un cachalote es una ballena con dientes, para explicarlo de una manera sencilla. Por lo demás, suelen tener el mismo tamaño y también necesitan el oxígeno para respirar. En Gibraltar tenemos a Toño, a quien descubrieron y bautizaron con ese nombre los biólogos en 2015. Ahora, Toño está en problemas. Se ha enredado en una inmensa red a la deriva, de las que se utilizan para pescar atunes y tiburones hace mucho tiempo prohibidas; la red envuelve prácticamente toda la longitud de su cuerpo y no le permite respirar bien. El día que fue avistado por los biólogos las inclemencias del tiempo no permitieron asistirlo y ahora sobrevuelan la zona para encontrarlo y liberarlo. 

Mientras tanto, en tierra, hemos superado los 15 millones de contagiados en todo el planeta. Jair Bolsonaro ha vuelto a dar positivo en un nuevo test, es decir, continúa enfermo y Brasil bate un nuevo record: 68.000 contagios registrados ayer. Donald Trump no solo se pone la mascarilla, ahora la recomienda. En Madrid, a esta hora, las siete de la mañana, todavía no hay indicaciones por parte del Gobierno comunitario del uso obligatorio de las mascarillas. Es más, una declaración oficial lamenta que si se tiene que implementar la medida es por la negligencia del Gobierno central y su mala gestión de los controles en el aeropuerto de Barajas. Tal vez sea esta Comunidad una de las peores gestoras de la crisis sanitaria. España, en general, carece del número ideal de rastreadores para cubrir el rebrote de contagios: cuenta con 3.500 cuando son necesarios 8.000. Esto significa que hay un rastreador por cada 12.000 habitantes. En Madrid las cosas están aún peor: hay uno por cada 36.000. Como si esto fuera poco, el lunes, el Fuenlabrada, un equipo de segunda división voló a La Coruña para disputar un partido de la liga de ascenso, con cuatro jugadores contagiados. Ni la Comunidad de Madrid, ni la liga de fútbol ni las autoridades sanitarias informaron esta situación. Los jugadores están en cuarentena en un hotel de La Coruña, la liga se ha suspendido, la alcaldesa de la ciudad gallega ha llevado el tema a la Fiscalía y las autoridades de Madrid no saben que ha podido suceder, mientras piden al Gobierno central, como apuntamos antes, control en Barajas para quienes entran y se despreocupan de los contagiados que salen. Podría ser una comedia de enredos, pero es una tragedia cuyo bucle se actualiza con las cifras: la curva de contagios y hospitalizados no se detiene. 

Diario de la peste: el principio de incertidumbre

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A principios del siglo pasado, Francisco Silvela, un presidente conservador, dijo una frase que perduró mucho tiempo en la mitología urbana: "Madrid en agosto, con dinero y sin familia, Baden Baden". Con la carga del alto patriarcado de la época sobrevivió mucho tiempo al punto de que en los setenta Mario Camus rodó un cuento de Ignacio Aldecoa, Los pájaros de Baden Baden, con la actriz Catherine Spaak, que muestra la calma chicha que hay en la ciudad durante el verano y tiempo después, Almodóvar lo volverá a enseñar, en los ochenta, en La Ley del deseo, en una famosa escena cuando en una noche estival madrileña Carmen Maura se planta ante un empleado municipal que limpia las calles con una manguera y le pide que la moje al grito de "¡Riégueme!". Aquellos veranos y esa ciudad no existen más. El pulso se aceleró con los años. El ritmo no decae en junio ni en agosto y así como es imposible encontrar solitaria a la Fontana di Trevi, tal y como la mostraba Felllini, aquí el ruido no cesa. Con el coronavirus y la agitación política, la tensión sube aún más.

Mientras el primer ministro italiano Giuseppe Conte fue recibido por todos los diputados del Parlamento con un aplauso cerrado, aquí la oposición del Partido Popular y la ultraderecha de Vox, criticaron el recibimiento jubiloso que socialistas y líderes de otros partidos brindaron al presidente Pedro Sánchez. Irnos a las dos Españas y la Guerra Civil es demasiado pero no ver el cainismo es ser miope. Votar en contra del plan de medidas sociales y no permitir que de momento prospere es aún más grave.

Recuerden al alcalde de la película Tiburón de Spielberg quien, al final como Trump recomendando la mascarilla, se resigna ante el peligro del escualo asumiendo las pérdidas generadas por los turistas que huyen de las playas.

Aquí, de momento, con o sin mascarilla, seguimos buscando al cachalote que no puede respirar.

 

MR/FF