CORONAVIRUS
Desde Madrid

Diario de la peste: noche y día

La generación Z se suma a ese peregrinaje. No hay futuro. O, al menos, el futuro no es lo que era.

España confinamiento 04052020
Hoy empieza la fase cero en casi toda España. | AFP

Había un spot en los años ochenta, cuando la publicidad brasilera deslumbraba al mundo en general e incomodaba a las agencias argentinas en particular, del banco Itaú promocionando los cajeros automáticos. Hay que pensar que entonces, eran una novedad. A mediados de los ochenta, internet ni siquiera era imaginable (el correo electrónico era de uso militar y, fuera de ese marco, solo accesible para los investigadores. Ni que decir los celulares: por entonces, Osvaldo Soriano escribía una columna en los primeros tiempos de Página 12, a través de un personaje anclado en París que narraba novedades como la aparición de la tarjeta para utilizar los teléfonos públicos. Itaú, entonces, lanzó un spot en el que solo se veían cajeros automáticos, de día y de noche y se escuchaba a Sinatra cantar Night and Day de Cole Porter. Solo eso.

Me acordé esta madrugada cuando se anunció en Bruselas, después de las cinco de la mañana, el acuerdo por el cual se liberan 390 mil millones de euros, de inyección directa, sin devolución, para apoyar a los países de la unión sumergidos en la crisis económica que provocó el coronavirus, más 360 mil millones en créditos. A España le tocan 140 mil millones y más de la mitad en forma de subsidios. La noticia es buena. Los mandatarios europeos estuvieron negociando desde el viernes, día y noche (el domingo a la tarde se comunicaba que la delegación holandesa se quedaba a dormir en Bruselas y se leyó como algo positivo).

Niñas, niños y adolescentes y la pandemia del Covid-19

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La covid-19 también ha comenzado a ganar la noche, no satisfecha con atacarnos en las horas diurnas. Sube, de manera alarmante, el contagio en discotecas y todo tipo de jolgorios nocturnos cuyas víctimas son los más jóvenes. La cuestión es que el tratamiento social que se les empieza a dar no es precisamente de víctimas sino de conductores desquiciados de la pandemia. Suben los contagios en todo el territorio y ahora que Europa da un respiro (aquello, precisamente, que la covid-19 nos quita), vuelven al primer plano las cuestiones más urgentes de la pandemia. Ya es obligatorio el uso de las mascarillas en las calles en muchas comunidades (Cataluña, por ejemplo, con Barcelona a la cabeza) y se empieza a instalar la idea de que una persona joven puede morir, ya que los niveles de tolerancia son variables. Cuando se decía, a finales de junio, que en las unidades de terapia intensiva había muchos jóvenes, nadie prestaba mayor atención. Salir otra vez a la calle se imponía por encima de cualquier precaución. Hay riesgo real de un rebrote masivo y un obligado confinamiento como primera consecuencia. En ese escenario, el colapso económico sería terminal.

A partir de hoy, con la cartera llena de dinero, entonces, volveremos al debate sanitario y solo puede que lo distraiga alguna nueva noticia sorprendente sobre el rey emérito, que siguen surgiendo a diario pero ya se han incorporado, al igual que la mascarilla, a la nueva normalidad.

Los millennials europeos ingresan a la cuarentena a partir de este año; los centennials, llamada generación Z, cumplirán 25 a lo largo de 2020. Los primeros se toparon con la austeridad y los recortes saliendo de la universidad en 2008, cuando comenzó la anterior crisis. Se la considera la generación más preparada de España: estudios universitarios completos, parte de ellos realizados en alguna universidad europea a través del programa Erasmus, y la mayoría con posgrados también fuera del país. Fue la primera frustración de la democracia y por eso cuestionaron en la calle al sistema, con el 15-M y después votaron a Podemos que hoy está en el Gobierno. Ahora comienzan un nuevo calvario que les llevará diez o quince años más (si las cosas no empeoran) al umbral de la jubilación sin haber comenzado la vida que planificaron.

La generación Z se suma a ese peregrinaje. No hay futuro. O, al menos, el futuro no es lo que era. Me doy cuenta que estoy narrando esta situación a lectores argentinos que saben, desafortunadamente, como se encadenan ciclos malos con otros peores. Ocurre que el mundo se parece cada vez más a sí mismo en todas partes. Noche y día.

MR/FeÑ/FF