Mucho se habla y escribe sobre el Covid-19, pero poco respecto de qué pasa con las niñas, niños y adolescentes. Lo que más se escucha se refiere a la preocupación educacional: cómo asegurar la continuidad de su escolaridad. También están presentes cuando niñas, niños y/o adolescentes son víctimas, junto a sus madres, de violencia. No mucho más. Desde la mirada epidemiológica de la pandemia, este grupo de edad de la población no es el más afectado, entonces, como la información se centra en la pandemia, no está presente. Además, tampoco aparece mucho en notas periodísticas el dengue, la otra epidemia que azota al país y en la que la niñez es afectada. Cabe señalar en este sentido que el número de muertes debidas al dengue es mucho mayor que el de coronavirus, pero pasa desapercibido, y salvo alguna información y referencia emitida por el Ministerio de Salud de la Nación acerca de la importancia de la epidemia de dengue este año, no hay otros datos. Es interesante remarcar que, si bien las autoridades de Salud no la descuidan, casi no la mencionan, tal vez para no ser criticadas. Los problemas de salud de la niñez están invisibilizados en tiempos del Covid.19, pero no desaparecieron.
Pocos recuerdan ahora que en Salta murieron y siguen muriendo niños por desnutrición grave. Tampoco hay clara conciencia del impacto que el cierre de las escuelas públicas tiene para el alumnado de los sectores pobres, donde muchas veces allí se les brindaba la única comida diaria. Ni de que el cierre de los comedores comunitarios implica que muchas criaturas no pueden acceder a esa comida y que en sus casas no pueden alimentarlos. No en todas las escuelas ni en los comedores comunitarios se pudo implementar el sistema de viandas, porque no todos estos comedores tienen los insumos para hacerlas. Recordemos que en nuestro país casi el 60% de la niñez vive en hogares pobres y presenta déficits alimentarios, además de los de vivienda y atención de salud, entre otros.
El tema casi excluyente del que se habla respecto de la niñez se refiere a cómo asegurar la continuidad de la escolaridad. Esto es posible para quienes tienen acceso a computadoras e internet en sus casas y a escuelas con docentes que pueden dar estas clases virtuales. En los barrios pobres con casas precarias los niños no tienen las facilidades de los hogares de sectores medios o ricos. Esos chicos van a perder el año escolar y van a desalentarse aun más en cuanto a seguir escolarizados. Además, esto contribuirá a profundizar la desigualdad ya existente. La entrevista del domingo al padre Pepe describe cómo en esos barrios el quedate en casa es imposible de cumplir. El dice que en las villas la vereda es la extensión de la casa; eso cuando hay vereda, porque en muchas villas hay corredores estrechos, por eso niñas, niños y adolescentes van a los espacios abiertos que existen y allí no están aislados, comparten el espacio con otras chicas y chicos, e incluso con adultos. El tema de la violencia de género, muy presente en la difusión acerca de su frecuencia y de las medidas de prevención y atención, no incluye en general la violencia que sufren niñas, niños y adolescentes en forma directa, ya sea maltrato y, más grave aún, abuso sexual. El abuso sexual en la infancia, un problema muy frecuente pero muy poco visibilizado porque ocurre en general en el interior de la familia, sigue ocurriendo durante la cuarentena. De esto poco se habla, si bien el Ministerio de Salud a través del Programa Nacional de Salud Sexual y Reproductiva del que ahora depende el Plan ENIA de prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia, está difundiendo un video con información e indicaciones sobre su prevención y atención.
La otra recomendación para prevenir la pandemia –lavarse las manos seguido– es algo casi imposible de cumplir donde no hay agua corriente en las casas. Es necesario que se indique cómo cumplir eso en esos casos, algo que no se escucha. Muchas niñas y niños que viven en hogares precarios ante mensajes imposibles de cumplir que les generan gran ansiedad terminan volviéndose indiferentes.
Frente a estas condiciones desfavorables en las que se encuentra una gran cantidad de niñas, niños y adolescentes no vemos una presencia de quienes deberían estar velando para que se tomen medidas y se acerquen propuestas que los protejan. Vemos a las autoridades de las distintas áreas de gobierno, pero llama la atención la ausencia de los responsables de la Secretaría de Niñas, Niños, Adolescentes y Familia –Sennaf–. Tampoco se escuchan medidas para este grupo de nuestra población. Frente a este silencio, pedimos que se adopten urgentemente las medidas que protejan a nuestra niñez. Descuidarla es hipotecar el futuro.