Fernando Althabe es médico de la Facultad de Medicina de la UBA, especializado en obstetricia y máster en Epidemiología de la Universidad de Londres. Entre 2007 y junio de 2018 fue director del Departamento de Investigación en Salud de la Madre y el Niño del IECS.
Hace casi dos años asumió como oficial médico en el Programa de Reproducción Humana del Departamento de Salud Reproductiva e Investigación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), con sede en Ginebra.
En plena pandemia de coronavirus decidió regresar a la Argentina –coincidió en un vuelo que repatrió a varios colegas–, “para estar cerca de su familia y, si hay alguna oportunidad, colaborar”.
—¿Cómo afecta el coronavirus a las mujeres embarazadas?
—En principio las embarazadas y los recién nacidos no parecen sustancialmente afectados por este virus. Aunque hay reportes de mujeres infectadas por coronavirus durante el embarazo, no da la impresión, hasta el momento, de que el embarazo afecte la probabilidad de infectarse; si se infecta, que tengan más riesgo de hacer una enfermedad sintomática y si hacen una enfermedad sintomática, que sea más severa, comparado a no estar embarazada. Por otro lado, no hay hasta el momento evidencias de que haya transmisión vertical, es decir, transmisión al feto durante el embarazo o al bebé durante el parto o durante el primer tiempo de lactancia.
—¿Se sabe por qué el embarazo no sería un factor de riesgo?
—La verdad es que no. Lo que se ve es que el virus ataca con mayor severidad a aquellas poblaciones que tienen inmunodeficiencia, algún compromiso de su inmunidad. El estado de embarazo simula un poco esto, si bien no es lo mismo. Se ha visto que con algunas cepas virales, lo que pasó en 2009 con la gripe H1N1, ahí claramente las mujeres embarazadas eran afectadas más seriamente. No se conoce el mecanismo de protección, solo hipótesis de virólogos.
—¿Qué recaudos deben tomar las mujeres embarazadas?
—Nada distinto a lo que hace la población general. La OMS recomienda en la medida de lo posible que la mujer embarazada continúe sus cuidados habituales. Estos controles pueden ser alterados por las circunstancias de cuarentena o limitaciones de los proveedores de salud. Pero eso no es un motivo para dejar las consultas prenatales. Pueden cambiar algunas formas, como las visitas remotas que cubren algunos aspectos. Los servicios deben ofrecer alternativas de cómo hacer esto. Y claramente debe evaluarse la factibilidad de que estas alternativas puedan ser utilizadas por la población con menores recursos.
—¿Pueden seguir amamantando?
—La guía de la OMS dice que las mujeres tienen que seguir amamantando, no hay ningún tipo de restricción sobre eso. Se sugiere usar un barbijo o máscara.
—¿Qué opina de las medidas que hasta el momento tomó Argentina?
— Con la poca información que existe hoy en día, solo con mirar la experiencia de los países que se piensa les fue bien y aquellos que no, y algunas medidas y principios de cualquier manejo de pandemia, lo que está haciendo Argentina es adecuado. Es decir, se adelantó al problema. Tuvimos la suerte de que primero fue Asia, después Europa y luego acá, eso nos permitió anticiparnos con medidas muy restrictivas que en principio van en la dirección correcta. Pero estas medidas no pueden sostenerse una eternidad y no se sabe por cuánto tiempo esto va a continuar. El Gobierno ya está trabajando en los planes de relajamiento de estas circunstancias tan restrictivas. Pero cuándo será esto posible es incierto. Esto es lo más importante que hay que mirar, más allá de monitorear la situación.
— ¿La salida debe ser progresiva?
— En principio hay tres puntos claves para poder relajar las medidas: primero identificar tempranamente a todos aquellos infectados y si son positivos aislarlos. Para esto debes tener métodos de diagnóstico, eso hasta hora ha sido una limitación. No se cuantos test Argentina va a disponer a corto plazo para poder plantear un testeo un poco más amplio, rápido y más accesible en todo el país. El segundo punto pasa por proteger a los más vulnerables, estos sin dudas deben mantener el aislamiento porque son los que más riesgo tienen. Y tercero tratar de disminuir la demanda al sistema de salud, buscar maneras para preservar la atención hospitalaria para aquellos que lo precisan, y los casos no severos que pueden ser aislados fuera de hospitales. Más allá de cuál fuera el plan específico, es fundamental que este se diseñe para que pueda ser implementado por la población de menores recursos. Y luego se adapte a la población socialmente más protegida.