Carlos Argentino Daneri lee a pedido del narrador en “El Aleph” una estrofa del poema en que trabaja. La lee con “sonora satisfacción” y en el cuarto verso nos detenemos en “pero el voyage que narro, es… autour de ma chambre”. A continuación, en el cuento explica una por una; la que le corresponde a esta es: “la bagatela inmortal que nos deparan los ocios de la pluma del saboyano”.
Si no fuera por María Sonia Cristoff que hace un tiempito me recomendó Viaje alrededor de mi habitación de Xavier de Maistre, la cita del cuento de Borges hubiera pasado desapercibida. El saboyano en cuestión nació en 1763, cuando Saboya era un ducado y pertenecía al reino de Cerdeña. Luego vino la Revolución Francesa y a las familias aristocráticas no les fue tan bien que digamos. Maistre tuvo un primer paso por Nápoles para luego irse a Rusia en la que vivió hasta morir en 1852. Ahí fue pintor (hacía paisajes para ganarse la vida y un retrato de Pushkin niño), escritor (“un autor que se parece tanto más a su libro por cuanto nunca pensó en ser un autor”, comenta Saint-Beuve para la edición de 1839), militar (peleó en el Cáucaso y Georgia) y miembro de la corte imperial (se casó con una dama de la nobleza)
¿Por qué nos fascina el arte deforme?
Un poco antes de todo esto, fue arrestado en Turín por batirse a duelo y confinado 42 días a su habitación con su perra y un sirviente. Lo que resulta de esa encerrona es una delicia de exploración imaginativa y de descripción ajustada en dosis exactas. Un medio tono sin pretensiones que genera en la lectura lo mismo que Maistre pensó para escribirlo: El placer que uno siente viajando por su habitación está libre de la envidia inquieta de los hombres; es independiente de la fortuna.