La trayectoria de Pablo Temes parece haber sido trazada por un destino inapelable. Mientras se encontraba cumpliendo con el Servicio Militar Obligatorio, su padre llevó su carpeta de dibujos a una agencia de publicidad que buscaba un aprendiz de diseño. El hombre pasó algunas páginas y lanzó un “que venga a verme”. Así el diseño artístico se convirtió en su trabajo.
Si bien desde niño dibujaba, copiaba comics y revistas de Disney y llenaba sus cuadernos de clase de ilustraciones, Pablo Temes no estaba seguro de que esas ilustraciones tuvieran algo que ver con su futuro.
Cuando terminó la secundaria se guió por el instinto: lo urbano, el diseño de la ciudad, lo arquitectónico le transmitía algo profundo, algo que luego llamaría “melancolía”. Pero mucho antes de descifrarlo fue más pragmático e ingresó a estudiar arquitectura en la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Sin embargo, allí descubrió que había un corrimiento. No eran los planos, las escalas, la forma en que se planificaban las construcciones lo que lo convocaba. “Después de eso me replanteé el tema y me di cuenta de que tenía que estudiar Bellas Artes y entré a hacer el profesorado de dibujo y pintura en la Escuela Nacional Prilidiano Pueyrredón (hoy Universidad Nacional de Artes) y ahí estuve cinco años, pero nunca, nunca ejercí como docente”
Paralelamente se desplegaron sus habilidades como diseñador en medios gráficos y, después de aquel inicio propiciado por su padre, fue convocado por la revista Siete Días y en 1984 se sumó a la Editorial Perfil donde comenzó como diseñador hasta que ascendió a director de arte. Fue jefe de arte de la revista Playboy a finales de los ’80. “Cuando se generó la revista Noticias Jorge (Fontevecchia) me llamó para trabajar con él y con otro grupo de gente. Ahí empecé a trabajar en Noticias y bueno, sigo haciendo las tapas hasta el día de hoy”. Las ilustraciones que se incluyen también en el diario y en la edición digital comenzaron a aparecer recién en el 2000.
Sobre su rol como director de arte en medios de comunicación, el artista contó en una entrevista al blog español Labuenaprensa que la ilustración permite resolver una imagen cuando la fotografía no es suficiente. El ilustrador aparece “cuando hace falta poesía”, señalaba. “No olvidemos que un dibujo es una pieza única en el universo. Irrepetible, como un cuadro. Una foto siempre dependerá de dos cosas: el entorno y la máquina. El dibujante interpreta, como el escritor o el periodista lo hace con palabras”, explicaba entonces.
Crónicas de Buenos Aires
El sábado 14 de mayo inaugura su muestra Crónicas Urbanas en el Museo Quinquela Martín (Av. Pedro de Mendoza 1835, en el barrio porteño de La Boca), compuesta por 26 obras. En diálogo con PERFIL repasó sus inicios y las ideas que marcan su trabajo con el arte.
-¿Cómo fue su inicio en el dibujo, lo mandaron sus padres a alguna escuela de pintura?
-Siempre me gustó dibujar y a los seis, siete años empecé a copiar. Además, mis padres dibujaban bastante bien, si bien eran aficionados, pero mi mamá y mi papá eran muy buenos dibujantes también. Yo empecé primero copiando a los superhéroes de esa época en las revistas de Disney o Superman, Batman todas esas cosas, así fue como como empezó, mi vida con el dibujo. La pintura va a venir mucho después. También tenía una gran necesidad visual por la investigación de las cosas a través de lo visual, cómo era una planta, un objeto, un autito, lo acercaba la mirada para entender cómo estaba construido morfológicamente ese objeto, las curvas, las rectas.
-¿Y cuándo le empezaron a interesar las caricaturas?
-La caricatura va a venir mucho después cuando ya tenga tal vez 15 años, 14 años cuando en Argentina empezaron a salir revisas como Satiricón, Humor, todas esas revistas de la época de la dictadura. Yo admiraba y admiro a esos caricaturistas de esa época y me sentí muy influenciado y empecé a indagar mucho la caricatura y ahí empezó también ese costado de la caricatura.
-¿Qué lo inspira?
-El paisaje es una gran excusa para poder expresarme, la luz del paisaje, la luz de las ciudades, del entorno que tienen las personas ,cosas que muchas veces la gente que vive en las ciudades no aprecia, no mira por arriba, va apurada por la calle, no se detiene en pequeñas cosas y hay hechos estéticos muy importantes. Me inspira eso como me puede inspirar pintar una naturaleza muerta o un retrato…
-¿Cómo eligió y ordenó la obra que se expone desde el sábado?
- Bueno en el caso de esta muestra estuvo un poco más pensada con más tiempo. Había una serie de dibujos que de a poco fueron conformando unos casi 26 o 30 trabajos que yo junté para hacer esta muestra y que forman parte de un mundo que tiene que ver con Buenos Aires, con Manhattan y con la cotidianidad que nos rodea a todos los que vivimos en una ciudad.
- Se suele relacionar su pintura con la de Edward Hopper ¿Qué piensa al respecto?
-Hay una cierta similitud desde lo temático porque es una pintura con algún tipo de melancolía, a mí la melancolía me potencia mucho para pintar, me parece que es reflexiva, me ayuda a pensar, no la tristeza, la melancolía que es otra cosa diferente, me ayuda a a filosofar un poco sobre la vida. Por ejemplo, me acerco a lo mejor al patio de mi casa y hay una mesa con una silla y a mí en eso me parece que hay una poesía, ahí hay una poesía siempre. El artista debe transmitir ese sentimiento a los demás, el que tuvo cuando estuvo mirando eso. Ese paisaje que pinta el pintor en general, no existe, no existe ningún lado.
-¿Para qué cree que existe el arte o qué sentido le encuentra?
-Yo creo que el arte es la mejor herramienta contra la muerte, el Arte en general en mayúsculas es lo que va a salvar al ser humano porque el arte en cualquiera de sus disciplinas: la pintura, la música, la literatura, el cine, es la expresión más pura que existe no tiene nada que ver con el consumismo ni con la lo efímero. Los pintores como yo seguimos exactamente pintando igual que una persona de hace cuatro siglos atrás, o sea, es óleo, es trementina, es aceite, son pigmentos y pinceles y una tela o una tabla de madera, eso es lo mismo que hacía un tipo en Holanda en el siglo XV y se sigue pintando igual y muy bien. Entonces eso me parece que es una batalla que de a poco le va ganando a lo tecnológico. Lo tecnológico está perfecto, pero a la vez lo tecnológico es como que mata el arte de la simpleza, pero bien entendida, simpleza honesta, sincera, poética.
Desde 1979 hasta la actualidad, con excepción de los dos años de pandemia, Temes siempre realizó exposiciones y este sábado 14 de mayo vuelve a encontrarse con el público en la inauguración de su muestra Crónicas Urbanas en el Museo Quinquela Martín (Av. Pedro de Mendoza 1835, en La Boca). La entrada libre y gratuita y se podrá visitar de martes a domingos de 11 a 18 hasta el 26 de junio.