Como ocurrió el verano pasado, el círculo rojo del fútbol argentino –que muchas veces es el círculo rojo de la Argentina– vuelve a tener un enero turbulento. El dictamen final con el que la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC) exige a Disney desprenderse de parte de los activos que otorgó su fusión internacional con Fox es el tema obligado de cualquier mesa dirigencial: en la AFA, en la Liga Profesional, en los clubes y, obviamente, en los edificios de las dos cadenas que tienen los derechos de transmisión.
El dictamen de la CNDC se cerró el 23 de diciembre y los directivos de Disney lo conocieron el 27 de diciembre. Ese día, en medio del limbo que implica el intervalo entre Navidad y Fin de Año, en las oficinas de la multinacional del Ratón Mickey empezaron a evaluar la estrategia hacia el futuro. Sin un horizonte del todo claro, surgió un lema casi como instinto: si hay que desinvertir, que no sea a cualquier precio.
El lema en Disney surgió casi como instinto: si hay que desinvertir, que no sea a cualquier precio
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La Comisión de la Competencia otorgó 18 meses como plazo máximo para desarticular la unión ESPN-Fox y mencionó 11 “contenidos fundamentales” que deberán transferirse a otra empresa que no forme parte del escenario actual de transmisiones deportivas. La Copa Libertadores, la Champions League y la Fórmula 1 aparecen como los más taquilleros en una lista que también contiene a la NFL (fútbol americano), la MLB (beisbol), la UFC (artes marciales mixtas), la WWE (lucha libre), el Premier Boxing Champions, la Liga ACB de básquet, el World Rugby Seven y el ATP 250 de Córdoba (tenis).
¿Quién se quedará con esa parte del negocio? Desde el martes nadie se anima a pronosticar un nombre. En estos meses a puro lobby, Disney había ofrecido un boceto de desinversión con MediaPro como comprador, pero la CNDC lo consideró insuficiente. El Grupo Werthein, flamante dueño de DirecTV, asoma como un potencial interesado. Sin embargo, de acuerdo al reciente fallo, como ya es parte del negocio, debería quedar excluido. Lo legal y lo posible, en Argentina, siempre ofrece grises de dónde agarrarse.
Estrategias y compromisos
En estas horas turbulentas, en Disney evalúan tres alternativas: concretar la desinversión; concretarla pero cuestionar una parte del dictamen; o no concretar nada y cuestionar todo.
Si bien el Gobierno ya había anticipado en varias ocasiones su posición, desde que se publicó el dictamen, el tema escaló en la agenda mediática. Muchos medios, en su búsqueda por encontrar lo noticiable, se centraron en una de las disposiciones transitorias que estipuló el órgano estatal: trasmitir “de manera abierta y gratuita” a River o Boca en la Liga Profesional.
Disney había presentado un boceto con MediaPro como comprador, pero el Gobierno lo consideró insuficiente. El Grupo Werthein también asoma en el lobby permanente
Nadie dijo que ese ítem podría bloquearse por dos razones que, paradójicamente, son antagónicas: en el caso de que se presente en tiempo récord un plan de desinversión con un comprador; o si Disney presenta un recurso judicial para dilatar esta medida específica de cortísimo plazo (el torneo empieza en dos semanas).
Para el departamento de legales de Disney, ese ítem –la transmisión de Boca y River– es uno de los aspectos más urticantes de un dictamen que, en términos generales, reconocen que esperaban hace más de un año. “Es un daño directo al negocio”, le cuenta un directivo a PERFIL. Como argumento, refiere a que el fallo de Defensa de la Competencia se basa en el desequilibrio de los canales básicos deportivos, y que esa medida transitoria dispone un cambio sustancial en el canal premium (donde se trasmiten los encuentros de la Liga Profesional). “Es como si te dijeran que tenés que cambiar los caños de la cocina de tu casa. Y que hasta que eso se haga, hay que mantener las cortinas bajas del living”, grafican.
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En el Gobierno, explican este punto como parte de una serie de “compromisos conductuales que tienen como objetivo inmediato mitigar los efectos de la concentración hasta tanto se haga efectiva la desinversión”.
La pregunta es si la transmisión abierta de River o Boca hará que muchos suscriptores se den de baja, y de este modo el negocio que implica el Pack Fútbol disminuya su cotización.
En Disney, enojados por el suceso reciente, hablan de “una destrucción de la cadena de valor” que podría llegar hasta los cableoperadores o la AFA. En TNT Sports, dueño de la otra mitad del negocio, lo relativizan: “No nos afecta en nada”.
¿La transmisión abierta de River o Boca hará que muchos suscriptores del Pack Fútbol se den de baja?
La contraposición funciona como una precisa síntesis de la relación entre ambas cadenas, un “matrimonio por conveniencia” que se selló en 2017, ahora transita en camas separadas y con una crisis que cada año se agudiza más.
Mientras tanto, en el edificio de Viamonte 1366, donde gobierna en calma Claudio “Chiqui” Tapia, tratan de alejarse de esta guerra que se acaba de abrir entre el Gobierno y Disney. “Son sus relaciones gubernamentales, nosotros estamos lejos”, aseguran, en alusión a la tensión que siempre se reaviva cuando se menciona a Diego Lerner, presidente de Disney Latam y amigo íntimo de Mauricio Macri.
¿Contribuyó lo de Lerner en este dictamen de la Comisión de Defensa de la Competencia? No. Las objeciones a la fusión de Disney-Fox son a escala mundial, y en otros países como Brasil, México y Estados Unidos, los diferentes Estados fallaron de similar manera. Nada es tan lineal cuando los intereses son cruzados y complejos: Disney, ahora enfurecido, hace un año festejaba la extensión del contrato con la AFA hasta 2030. Como sucede en el juego, en el negocio del fútbol, los triunfos no duran para siempre.