Entre los muchos duelos que se reeditarán en el superclásico de esta tarde, el de los técnicos podría situarse como el más asimétrico. El más desigual de un partido siempre reñido y parejo. La definición, que quizá podría acarrear una injusticia en el futuro, se basa en algo incontrastable en este presente: se enfrenta un técnico a prueba, cuyo destino en el banco de Boca parece corto, contra otro consagrado que, si decide irse de River, es porque ya ganó casi todo lo que tenía para ganar.
Hugo Ibarra y Marcelo Gallardo serán protagonistas no tan secundarios en una Bombonera que volverá a los viejos tiempos de clásicos con cancha llena, liturgia argentina, barrabravas condicionados, hinchas excluidos y turistas disfrutando la experiencia que, según el diario The Observer, lidera los cincuenta acontecimientos deportivos que una persona no puede dejar de ver antes de morir. Que los turistas, con sus dólares crocantes, disfruten del partido-espectáculo cuando muchos socios se quedan afuera podría ser el centro de otra nota, acaso un disparador para hablar de una de las tantas injusticias que rodean a nuestro fútbol. En esta, el centro son los técnicos.
Hasta el tono y el contenido de lo que declararon el último viernes valida esta idea del técnico casi amateur contra el profesional con aires de soberbia. Ibarra pidió estar a la altura, algo en lo que se incluyó porque lo hizo en primera persona del plural. Gallardo, en cambio, mostró esa soberbia que tanto fastidia a quienes no son de River, y que tanto fascina a quienes sí lo son. “Nos estimula jugar contra su público. La última vez que jugamos con gente fue hace mucho”, dijo el DT millonario. Fue en la semifinal de la Copa Libertadores 2019, cuando River perdió pero lo dejó eliminado, como había sucedido un año antes en la final de Madrid.
Mientras que Ibarra dirigirá su primer superclásico, Gallardo acumula 25, de los cuales 11 fueron en La Boca. Allí, en la casa del Xeneize, la estadística marca paridad: dos triunfos, dos derrotas y siete empates. A nivel general, de los 25, ocho ganó River, seis Boca y hubo 11 empates.
Ahora, los dos equipos llegan con los mismos puntos y un recorrido no tan distinto: ninguno termina de diseñar una identidad de juego. Ibarra, encima, tendrá bajas sensibles: sin Villa, pierde un jugador que desequilibra y puede marcar el desarrollo de un partido. Gallardo, por su parte, espera hasta último momento a Solari, la joya de esta nueva formación. Todo, en definitiva, quedará en lo anecdótico o en el centro hoy a las 17.
Para luchar o quedar afuera
En un nueva edición del superclásico de la Argentina, que pondrá en juego el honor y la posibilidad de seguir en la lucha por el campeonato, Boca será anfitrión de River en la Bombonera, desde las 17, en un barrio que vivirá la fiesta y cambiará hasta el sentido de sus calles (las avenidas Almirante Brown y Paseo Colón se convertirán en mano única sentido al Norte entre Wenceslao Villafañe e Independencia, a fin de canalizar el flujo vehicular y colaborar con la desconcentración).
Se tratará de un superclásico trascendental ya que ambos ostentan 29 unidades y necesitan ganar para acercarse a los líderes de la Liga Profesional: el que se imponga en la Bombonera podrá seguir en esa lucha.