La jugada se llama kasi flava y la revista francesa So Foot, en una edición especial sobre fútbol callejero, la acaba de describir como el “arte de cualquier cosa” o “el talento de inventar gestos inútiles y fantasiosos” para eludir al rival. Hasta aquí, nada que en Argentina, Brasil o América Latina no sepamos: una versión más de la gambeta, la finta o el amago, pero con otro nombre. Aunque lo curioso es que esta jugada nació y creció en Sudáfrica, un país sin la tradición futbolera que tienen los nuestros. Y que, como pasó históricamente aquí, tiene su origen en los barrios pobres.
El kasi flava tiene algo más de malabar que de jugada de fútbol, pero parece ser que a los sudafricanos les empezó a fascinar tanto que la jugada generó un estilo, el estilo se transformó en una escuela, y la escuela impulsó una identidad: de manera transicional, sin pensarlo pero haciéndolo, los malabaristas sudafricanos de Soweto y de la periferia lograron instalar el kasi flava a tal punto que organizan campeonatos con ese nombre, con la misión de reinvindicarlo y de que los jugadores se ganen unos rands extras aunque después, en el juego, sean todos pataduras.
Ahí está lo lindo, en definitiva: en el país donde históricamente prevaleció el rugby como el deporte más popular, los sudafricanos hacen crecer su fanatismo por el fútbol a través de un estilo extravagante –“un fulbito para la tribuna”, podría decirse aquí– que se trasladó incluso al equipo nacional: la selección sudafricana a veces juega lindo, aunque eso no quiere decir que juegue bien. “Los fanáticos quieren que juguemos como Brasil”, le dijo un periodista sudafricano a Ed Dove, un consultor y cazatalentos que estas semanas está trabajando en la Copa Africana de Naciones, que se juega en Egipto. “Obvio que quieren el éxito y ganar, pero si pueden cautivar a los chicos con un estilo más fresco, eso es una ventaja”, agregan.
Quizá pocos lo sabían, pero hace poco se viralizó un partido de fútbol en que un equipo bailaba al rival al ritmo de este estilo acrobático: se vendió como una gastada, pero en realidad estaban practicando eso: un kasi flava en continuado que pasó de pantalla en pantalla por la cantidad de piruetas que hacían sus jugadores sin que los rivales les pegaran una patada (algo incomprensible para algunos en este lado del mundo).
El kasi flava también tiene su correlato en lo político: por eso en los torneos de los suburbios sudafricanos se habla de que esa manera de concebir el fútbol es también una manera de concebir la libertad de expresión, las habilidades y los trucos. En síntesis: una manera espectacularizada de jugar a la pelota. Porque si ven un video del kasi flava, uno de los tantos que hay en YouTube, la conclusión debería ser esa: no es un estilo de fútbol, sino un estilo para jugar a la pelota.