DEPORTES
isabela aibar

La historia de la jugadora trans que desafió las normas del vóley

Tenía 17 años cuando se animó a romper las estructuras sociales de Catamarca, comenzó con un tratamiento hormonal y gestionó un nuevo DNI con el cambio de género. A partir de ahí, Isabela empezó a jugar al vóley en el Club Olimpia. Tenía 25 años y el sueño de deportista. Hoy es la estrella de los Juegos Universitarios Argentinos.

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Elección. Isa, orgullosa por ser parte del vóley femenino. | cedoc perfil

Isabela tiene 12 años y todavía no se llama Isabela: arrastra un nombre de varón que no siente como propio. Pero no lo dice, todavía no lo dice. Hay otras cosas que esconde: la más dolorosa es el amor que siente por un chico de su curso y que mantiene en secreto. La más frustrante, no poder jugar al vóley como su hermana y tener que patear una pelota porque “es un deporte de varones”.

Tuvieron que pasar cinco años para que Isabela se rebelara. Cinco años de un closet que la ahogaba. Hasta que se animó a encarar al chico que le quitaba el sueño. “Mi amor no fue correspondido, pero él lo aceptó de la mejor manera, me agradeció y me dijo que no sentía lo mismo, pero esto me dio el impulso para comenzar mi transición”, recuerda la muchacha.

Ese quiebre fue determinante. Ese momento iniciático reconfiguró su universo. Y cuando terminó la secundaria decidió someterse a un tratamiento hormonal. Pero como en San Fernando del Valle de Catamarca, su ciudad, no podía hacerlo, tuvo que viajar a Córdoba, donde lo hacen de manera gratuita.

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Mientras hacía el tratamiento, Isabela comenzó el trámite para obtener el DNI con el cambio de género. Su nueva identidad hasta le iba a permitir competir de manera federada en el deporte que tanto la seducía. Con 25 años, y sin tener idea de cómo se jugaba al vóley, se animó a saldar su cuenta pendiente.

Primero jugó en el polideportivo de la ciudad y después dio el salto al equipo del Club Olimpia. Isa sorprendió a Vicky, la entrenadora, quien le propuso que se federara. “Al principio ella me decía que no rematara muy fuerte porque los rivales se iban a quejar, ella siempre quiso cuidarme”, comenta la jugadora. De todos modos, nunca hubo rivales que se quejaran. Hasta que tres años después llegó a la Primera.

“Cuando Vicky me comunicó que iba a subir a Primera, me dijo que tenía que soltarme y jugar al cien por ciento”, asegura Isa. Ahora sí, a no guardarse nada, en el de alto rendimiento tenía que darlo todo.

Pasó poco tiempo para que fuera seleccionada para integrar el equipo de la Universidad Nacional de Catamarca en los Juegos Universitarios Argentinos (JUAR). Con 1,85 de altura, aprovecha para bajar su brazo como un martillo y lanzar remates potentes para vencer a la defensa rival. “Muchas veces se quejaban por mi altura, tengo 20 centímetros más de promedio que las demás chicas, la naturaleza me benefició en eso”, sonríe Isa.

Isabela Aibar es la estrella del equipo de vóley en los Juegos Universitarios Argentinos y también sueña con ser traductora de inglés. Aquella frustración por el amor adolescente que no fue quedó en el pasado. Hoy, su presente dice que siente orgullo por su elección y por ser parte del mundo del vóley femenino.

 

Las dos jugadoras pioneras

El caso de Isabela Aibar no es el de la única mujer trans que se animó al vóley. La primera fue Maia Jasvir Romero: en agosto de 2019 debutó en la Liga Argentina con la camiseta de CEF N° 5 de La Rioja. La segunda fue la jugadora venezolana Rangel Jaramillo, en Ferro.

La posibilidad de incluir jugadoras trans en los equipos fue gracias a la habilitación de la Federación del Voleibol Argentino. “La FeVA celebra la ampliación de derechos y la posibilidad de tener una Liga inclusiva que promueva la no discriminación en cualquiera de sus aspectos –anunció la entidad en su momento–. Cualquier jugadora trans que lo desee tiene el derecho de participar en la Liga Argentina Femenina, siempre que su DNI así lo indique”.