Es el partido del año y nadie quiere perderse ningún detalle. Por primera vez en campeonatos cortos, Boca Juniors y Estudiantes de La Plata definen al campeón del torneo Apertura de Fútbol y a partir de las 13, cuando se abrieron las puertas del estadio de Vélez Sarsfield, ambas parcialidades empezaron a colmar las respectivas tribunas.
La gente llegaba en gran número y luego de pasar por tres rigurosos cacheos ingresaba con normalidad al José Amalfitani. Todo se vivía con emoción y con tranquilidad, pero mientras los platenses arribaban en caravana y cantando, los xeneizes lo hacían más callados y en menor cantidad. Cerca de las 16, la cancha ya tenía clima de final.
Todos, los de Boca y los de Estudiantes, se vistieron con lo mejor que tenían para presenciar el histórico partido: las indumentarias características de ambos clubes. También se vieron banderas, globos y bombos para que la fiesta sea completa.
El micro que trasladó a los jugadores del Pincha salió alrededor de las 15 con destino a la cancha y fue acompañado por una multitud. Media hora más tarde y desde el hotel Intercontinental, el plantel de Boca con un gran apoyo de su gente emprendió el viaje rumbo a Liniers y a las 16:15 arribó al estadio. Estudiantes había llegado unos quince minutos antes.
En medio de todo el colorido azul y amarillo de un lado y, paradójicamente, blanco y rojo del otro, la reventa de entradas estaba a la orden del día en las inmediaciones del estadio de Vélez. Mientras algunos hinchas de Estudiantes buscaban una entrada y hasta ofrecieron dinero por una credencial de periodista, los aprovechadores de siempre vendían las populares de Boca a 150 pesos.