Su emoción permanece intacta. Ni siquiera pasó una semana desde aquel instante que se volvió eterno, cuando festejó su propio Mundial. Porque Luciana Rubinska se convirtió en la primera mujer en ganar el Martín Fierro por su labor como periodista deportiva. Aunque, para ella, fue un trabajo en equipo.
“Es un premio de todas. Ya hay un quiebre por meterse en un mundo que durante tiempo parecía exclusivo de los hombres. Hace diez años ni siquiera hubiese estado en los planes”, reflexiona junto a PERFIL. Sucede que estuvo ternada por tercera vez consecutiva. “Si bien pensé que podía darse, fue mucho más fuerte de lo que imaginé. Igual, ya estaba contenta de pertenecer”.
Pero, entre tantos saludos, hay otra sonrisa que no olvida: la de su papá, quien falleció hace tres años. “Se me representó su imagen. Estaría superfeliz y orgulloso, porque siempre me acompañó, me alentó y estaba pendiente de todo lo que hacía”. Además de haber sido una pieza clave en su vida, fue el eslabón fundamental de su carrera: “Tuve su aprobación cuando me inscribí en Deportea, una escuela que me marcó”.
Desde ahí, no dejó de crecer. Colaboró en la producción de FM La Tribu por iniciativa de un profesor e hizo una pasantía en el diario Olé, donde cubría el ascenso. Más tarde realizó una prueba en TyC Sports, pasó por DeporTV y hoy es una de las figuras de Fox Sports y C5N: “Mi lugar favorito fue cambiando. Ahora, la televisión es mi living, mi casa. Me enamoró, aunque al principio no pensé que iba a hacerlo porque me daba un poco de pudor”.
—¿Te trataban distinto cuando empezaste?
—Estaba tan concentrada y focalizada en ejercer bien el periodismo que, si fue así, no retuve esos momentos de machismo. Los alejé. Mientras lo fui transitando sabía que era un terreno complicado, pero siempre pisé firme. Estudié y leí un montón, me preparaba el doble. Ese era mi lugar, mi ancla, donde nadie iba a poder perturbarme. Nunca pensé en dejarlo.
—Tenés otros Martín Fierro: tus hijos…
—¡Son el Martín Fierro de Oro! Me decían “ganaste la copa, mamá”. Se ve que alguien les dijo que tenían que estar orgullosos. Entonces, vienen y me dicen “estamos orgullosos de vos”. Tienen 4 años, no entienden nada, pero yo me muero de amor.
—Las madres tienen otra sensibilidad. ¿Sentís ese cambio cuando te toca hacer notas de temas complejos?
—Creo que la tengo desde antes, pero la maternidad me equilibró. No porque era una sacada, pero no les doy demasiada importancia a temas que no lo merecen: tengo en claro cuál es mi prioridad e intenté que mi carrera siga creciendo con ellos al lado, y no pensar que ser madre me quita tiempo.