El hombre, reposado sobre un cómodo sofá en el hall de un lujoso hotel de Buenos Aires, recuerda y se emociona: “Yo, que nunca había peleado en la calle, soñaba con el boxeo; y la jodía a mamá todo el tiempo diciéndole que iba a ser como Carlos Monzón, que mantenía a toda la familia. ‘Con las bolsas que voy a ganar’, le decía, ‘no vas a tener que trabajar más’. Y ella se reía y me expresaba que sí, ‘con las bolsas de pan que vas a traer’. Pobre mamá, que se murió tan joven, no me pude cumplir el sueño de verla sin trabajar”.
La humildad parece rebasarle los bolsillos, la mirada profunda y sus silencios parecen custodiar sus códigos y la fortuna que ahora tiene. Carlos Manuel Baldomir es un tipo introvertido, frío para las entrevistas; tan frío que es necesario verlo en acción para descubrir su corteza y entender una vez más que el boxeador siente con el corazón pero se expresa con los puños.
Después de un 2006 inolvidable y a un mes de resignar la corona mundial con Floyd Mayweather Junior, el Tata ya piensa en tomarse revancha: “Es muy probable que vuelva a pelear en mayo o junio de 2007. Peleo por algo grande y luego me retiro, sea campeón mundial o no. Supongo que así va a ser mi 2007”, admite.
—¿Con quién te gustaría pelear en la vuelta?
—Con los mejores de la categoría welter, en especial con Miguel Cotto, que se coronó campeón en la versión AMB. Sería la medida ideal para sacarme el sabor amargo de la última derrota. Hay chances también de que me enfrente con Cory Spinks, aunque lo tengo que evaluar. Esa sería en la categoría superwelter, por el título de la FIB.
—¿Qué pasó en la pelea con Mayweather?
—Tuve una deshidratación que me produjo convulsiones. Eso desencadenó que no pudiera entrenarme durante cuatro días. Me daban un montón de porquerías y me llenaba de pastillas. En el ring, mi cabeza respondía pero mi cuerpo no quería más; intenté terminar lo más dignamente posible.
—Brusa, después de la pelea, se enojó mucho.
—Amílcar estaba disconforme con la preparación física del profesor Jorge Artuccio y con la estadía de mi familia en Estados Unidos. Me siento muy dolido, porque antes de la pelea no había dicho nada, y ahora, con la derrota, se lava las manos. Yo siempre he hablado bien de él y siempre voy a estar agradecido por las cosas que me enseñó, de eso no puedo decir nada, pero ya está grande y quizá no sabe lo que dice.
El santafesino asegura que, en su vuelta al ring, el viejo sabio ya no estará más en su rincón. “Brusa cumplió conmigo y con el boxeo mundial, ahora tendría que retirarse a lo grande. Yo no necesito a alguien que vive rezongando”, dispara el ex rey welter.
Hace apenas tres veranos, el Tata peleaba a ocho asaltos en carteleras de poco brillo y vendía plumeros para sostener sus gastos; hoy, a los 35 años, su vida cambió por completo. Hoy es el hombre Cenicienta, aunque acepta el apodo a medias: “Para muchos, lo sé muy bien, fue pura casualidad que yo le haya ganado a Judah, pero después demostré que yo no ganaba de contingencia. Me gusta el apelativo cuando hace referencia a mis orígenes. Esa historia se asemeja a mi vida. Me cortaban la luz y no tenía trabajo. ¡No tenía para morfar! Por suerte todo pasó. Lástima que mi mamá no lo haya visto…”.
Del hambre a la 4x4. Nadie le regaló nada a Carlos Baldomir. Los millones de dólares que ganó por subirse a un ring fueron el fruto de una cabalgata interminable. La gloria le llegó de grande, a los 35 años, pero también a lo grande. Nadie podrá olvidar semejante epopeya lograda por un gitano que aprendió lo complicado que es pelear en rodeos ajenos. “Yo, en Argentina, era un boxeador mediocre, no pude ser campeón argentino. Pensé que nunca iba a llegar a tanto. No me olvido de eso ahora que soy famoso, y sé que tengo más responsabilidades”, comenta nostálgico.
Ahora tiene una camioneta 4x4 y usa ropa que habla francés, aunque siempre luce muy sencillo. Fue elegido el mejor boxeador del año a nivel mundial en el Hall de la Fama de Los Angeles y ganó el premio Firpo de Oro como mejor púgil de Argentina. Hace unos días se llevó la máxima distinción del deporte argentino: el Olimpia de Plata; pero algunos prefieren ignorarlo y pasarle factura. “Estoy con una calentura terrible. En los Premios Clarín se portaron mal. Para mí, eso fue una vergüenza, que le den el premio a Carrera. Yo le gané a Judah y a Gatti y perdí con el mejor: Mayweather”, recalca indignado.