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opinión

Riquelme, Ruocco y el silencio televisado

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Desafiante. Riquelme incomodó, esta vez, al hablar de Barco. | captura

Mientras incomodaba a periodistas de ESPN en la entrevista que dio el último viernes, el flamante presidente de Boca, Juan Román Riquelme, soltó su bronca por lo ocurrido con Valentín Barco, la joya que acaba de irse al Brighton luego de ejecutar la cláusula de rescisión de 10 millones de dólares.

Riquelme dijo que “lo que ha hecho el chico, para mí, está muy mal”, pero sobre todo apuntó contra Adrián Ruo-cco, el histórico representante de Carlos Tevez que ahora representa a Barco y a otros jugadores de cierto renombre nacional e internacional. Riquelme enfatizó en Ruocco –sin nombrarlo– no por lo que pasó ahora, sino por lo que pasó hace un año, cuando el Consejo del Fútbol le ofreció al joven futbolista mejorarle el salario y firmar un nuevo contrato por cuatro años.

De esa manera, Boca se aseguraba que si Barco se iba, era por una venta que beneficiara a las dos partes principales: a él y al club. Sin embargo, eso nunca pasó porque Ruocco no aceptó un contrato de mediano plazo y, en cambio, exigió que fuera por un año, lo que condicionaba al club por al menos dos razones: la cláusula baja que se estipuló y, lo que era peor, el temor de que Barco se fuera libre, algo usual en el último tiempo en el fútbol global.

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“Con el chico de Vélez supuestamente está pasando lo mismo, ¿no? Y bueno, ¿el representante del chico quién es? ¿Es el mismo?”, remarcó Román en alusión a Santiago Castro, el futbolista de Vélez que negocia con el Bologna de Italia. Los periodistas de ESPN hacían silencio.

Las declaraciones de Riquelme, odiado por muchas personas y por muchos periodistas por decir lo que piensa y sobre todo porque le ganó a Mauricio Macri la elección, ponían énfasis en ese método que tiene Ruocco y que se repite en distintos clubes y con distintos jugadores: insistir en activar las cláusulas y forzar las salidas a clubes extranjeros para cobrar una comisión en dólares. Si Barco o Castro se quedaran en la Argentina, a Ruocco no le cerraría el negocio. Y ya sabemos que el fútbol, hace mucho tiempo, es eso: un negocio, un show y un debate panelizado en el que, por suerte, cada tanto asoma una persona como Riquelme para evidenciar cómo funciona todo.