Con dos goles de Cavani y un enorme corazón, la Selección de Oscar Washington Tabárez clasificó a cuartos de final. Más gallego que italiano, Uruguay es un país poco propenso a las emociones extremas. Díganselo a los tres millones de uruguayos esparcidos en el planeta que a partir de hoy, 30 de junio de 2018, aman –y no hay vuelta atrás– a Edinson Roberto Cavani Gómez.
Es difícil contener la alegría para un pueblo orgulloso de su seleccionado, del profesionalismo, la fraternidad y el sentido colectivo de un grupo con jugadores históricos pero también con valores jóvenes que, como Lucas Torreira y Diego Laxalt, pueden resultar conmovedores.
Uruguay eliminó al Portugal de Cristiano Ronaldo de la Copa del Mundo y, durante el segundo tiempo, regaló terreno y posesión y sufrió hasta el colapso cardíaco. Sin embargo, mostró una calidad defensiva, una disciplina táctica y una determinación admirables.
La épica comenzó a teñirse de celeste cuando, vestido de Juan Sebastián Verón y a poco de que el partido hubiera comenzado, Edinson Cavani cambió la pelota de frente de derecha a izquierda para Suárez. Luis, vestido de Diego Forlán, metió un pase notable para que Cavani cabeceara. Y el propio Cavani luego se retiraría lesionado ante la ensordecedora ovación que le ofrendó el Estadio Olímpico Fisht, en Sochi.
Múltiples razones explicaban el idilio con la estrella del PSG: el despliegue físico, el sacrificio permanente en toda la cancha, los despejes oportunos a la Diego Godín y, por supuesto, el golazo que, a los 61 minutos, sentenció el encuentro tras el empate de Pepe, una hermosa definición cruzada que coronó un pase de Rodrigo Bentancur y que, para cualquier amante del fútbol, es una lección de fundamentos.
Con un discurso lírico y fanático de la ofensiva, desde Argentina, acaso el país que más quiere a Uruguay, se ha subvalorado el poderío de esta selección. Pero no importa que algunos periodistas crean que Cavani no es un crack solo porque no hace moñas, que Tabárez emula a Simeone como si no dirigiera así desde que el “Cholo” jugaba, o que el estilo oriental no es estético.
Lo importante es que, contra Portugal, la solidaridad –no proclamativa, sino real– de un plantel que se encomienda al único que debe mandar fue tal, que es difícil no elogiar a alguno de los 14 futbolistas que honraron su escudo, su historia y sus antepasados.
No será fácil, y menos si no cuenta con Cavani, que la selección venza a Francia en cuartos de final. Pero en estas horas a nadie le quita el sueño, porque Uruguay es una fiesta de epopeyas dispersas que, como en la canción con letra de Enrique Estrázulas y música de Jaime Roos, evocan esa “leyenda de polvo que no hablará/ que no habla nunca si le preguntan/ porque el silencio sabe jugar”.
Edison Cavani, de los golazos a la lesión
En Sochi, Edison Cavani tenía un partido soñado: dos golazos, un entendimiento perfecto con su compañero de ataque Luis Suárez, un triunfo que significaba estar entre los ocho mejores equipos si no del mundo, al menos del Mundial.
Hasta que llegó el minuto 73 del partido: allí, el delantero del París Saint Germain, sintió un dolor, “un fuerte dolor” en sus gemelos que lo obligó a salir de la cancha.
Enseguida, y ya en el banco, el delantero uruguayo, recibió hielo en sus gemelos. Fue reemplazado por Stuani, pero, esencialmente, abrió un interrogante sobre su futuro. Si la lesión es muscular, implica tres semanas, con lo que el goleador se perdería lo que resta del torneo.
Un detalle notable fue que el mismo Cristiano Ronaldo lo ayudó a salir del campo de juego cuando Cavani apenas podía caminar.
La dupla Suárez-Cavani se mostró como una de las más eficaces del mundo: ambos se necesitan para rendir con mayor eficacia.