Un llamado de la presidenta Cristina Kirchner postergó a último momento el regreso de Guillermo Moreno a la Argentina. El ex funcionario ansía volver a Buenos Aires desde que fue obligado a dejar la Secretaría de Comercio y partir a Italia como agregado en la embajada argentina en Roma. Pero el Gobierno quiere evitar que la designación de Alejandro Vanoli al frente del Banco Central sea vista como una vuelta de Moreno al poder, dada la estrecha relación del ex hombre fuerte con el reemplazante de Juan Carlos Fábrega. De ahí el sorpresivo llamado que lo obligó a cambiar sus planes.
Cuando ambos compartían funciones dentro del área económica, Vanoli fue considerado como un hombre de Moreno. Incluso se le atribuyó a Marta Cascales, la esposa de Moreno, ser autora de alguno de los dictámenes que firmó Vanoli durante su paso por la Comisión Nacional de Valores, en el caso Papel Prensa.
Por ello, en el ámbito político, el ascenso de Vanoli se leyó rápidamente como una suerte de regreso del morenismo al primer plano de la Economía. Una señal que Cristina Kirchner quiso alejar.
Moreno ya había llegado a comprar el pasaje en avión y había preparado las valijas para aterrizar en el vuelo 1141 de Aerolíneas Argentinas. Pero el llamado presidencial fue indiscutible, según confirmaron cerca del funcionario.
Moreno quiere regresar para recuperar parte de las atribuciones perdidas a raíz de su partida a Roma, y además busca encarar problemas personales, como acompañar a su madre, con problemas de salud, y revisar las cuentas de su ferretería, en San Martín.
Tan avanzado estaba el regreso de Moreno a la Argentina que sus allegados habían incluso anticipado que participaría hoy de la 40ª Peregrinación de la Juventud a Luján.
El funcionario es un católico practicante y tiene buenos vínculos con el papa Francisco, con quien se encontró durante su estancia en Roma.
