El sector textil acusó 1.500 despidos y más de 3.600 suspensiones en el último año, según los datos del gremio. Pero la caída de la actividad para la industria formal es la punta del iceberg. Para los talleres que cosen la ropa, por ejemplo –los que están organizados en cooperativas, registrados, en el marco de la red Ropa Limpia–, el trabajo cayó entre un 30% y un 40%. Eso, además, generó una pelea a la baja por los precios que se pagan por hora de trabajo, que rondan los $ 120 + IVA. “Se están aceptando trabajos por $ 60 la hora”, explicó Tamara Rosenberg, de La Alameda. La baja a la mitad no encuentra piso: “Si la cooperativa rechaza el trabajo, el fabricante lo lleva a un taller clandestino”. Se estima que en el sector de la confección hay unos 250 mil trabajadores, de los cuales sólo 100 mil están registrados. El resto está en negro pero en muchos casos, además, trabaja en talleres clandestinos donde no se cumplen las condiciones mínimas de descanso y salud.
“A eso se suman los contenedores con prendas terminadas que ingresan como ‘tela’ y vienen con las prendas confeccionadas y la etiqueta de fabricado en la Argentina”, agrega Rosenberg, un tema que están trabajando con Aduana y con las redes de cooperativas de países asiáticos.
Como alternativa, en la red apuntan a cerrar acuerdos con el Ministerio de Desarrollo Social para ser proveedores, en el marco del “compre nacional” que estructura el Gobierno. Otro de los proyectos incluye la producción de un guardarropas económico y “en blanco” para hombres, mujeres y niños.