La primera visita internacional de Sergio Massa como ministro de Economía tendrá un hueso duro de roer mañana. Cerca del mediodía se reunirá con David Lipton, asesor del Departamento del Tesoro de Estados Unidos. Como buen británico tiene fama de “polite” (trato amable y educado) pero negociador durísimo.
Su rol será ir al hueso de la macroeconomía nacional. Tras esa reunión, llegará otra más política, con la sonriente timonel del organismo internacional de crédito, Kristalina Georgieva.
Hasta ahora a Massa le fue bastante bien: logró fotos con personalidades importantes del sector petrolero estadounidense y del gobierno de Joe Biden. También sumó cerca de 2 mil millones de dólares entre el BID y el Banco Mundial para fortalecer las desnutridas reservas del BCRA y el apoyo del exdirector para el Hemisferio Occidental del Fondo, Claudio Loser, quien dijo ayer que los organismos multilaterales están “satisfechos” de que el ministro pueda tener el manejo de la “botonera” para tomar decisiones.
De todos modos, lo que viene podría ser bastante menos amable. Sin embargo, se descuenta que logrará el aval para que el FMI apruebe la segunda revisión y gire el dinero para hacer el siguiente desembolso ( ni un centavo más).
Hay un dato que el gabinete económico capitalizará en la reunión con el FMI. Las reservas internacionales del Banco Central subieron 866 millones de dólares en la primera semana de vigencia del dólar soja, que reconoce a los chacareros $ 200 por la divisa estadounidense. La contracara es que es un tramo más del laberíntico cepo cambiario por el que le preguntaron todos los interlocutores con los que se reunió en EE.UU. el titular del Palacio de Hacienda. De hecho, es un DNU que solo durará treinta días sin poder hacer magia con el ingreso de divisas. No dejó, sin embargo, de ser una señal política a pesar de que la agroindustria liquidó por unos US$ 1.400 millones y el BCRA solo pudo sumar a sus reservas una parte de ese total mientras que otros sectores como los tamberos, citrícola o bodegueros también reclaman ahora su “propio dólar”.
Con las expectativas de inflación la cosa está bastante más difícil de explicar (y no únicamente ante el FMI). El conjunto de analistas que participan de la encuesta que realiza el BCRA estimaron que ese índice ascenderá a 95% este año. Eso implicaría que el piso mensual de la inflación ya estaría coronado, lamentablemente, en el 6%. Es una cifra que muchos otros países tienen pero en todo un año. Y en el mundo, mientras el precio de los alimentos desciende, en la Argentina del reino del revés no paran de escalar.
En ese combo de medidas, que el ENRE haya difundido el cuadro tarifario que consolida el aumento de tarifas de luz y la reducción de subsidios será, sin dudas, una de las mejores cartas que Massa podrá esgrimir ante el duro, aunque siempre sonriente, equipo del Fondo.
