El descenso se explica, fundamentalmente, por la retracción del despacho de gasoil a raíz de la desaceleración industrial y, en menor medida, por el éxodo de los automovilistas particulares, que se vuelcan a las naftas.
Las ventas del gasoil, uno de los termómetros más fidedignos de la economía por su participación en sectores estratégicos como el agro, la industria y el transporte, fueron de 4,46 millones de metros cúbicos entre enero y abril de este año, es decir, un 5,1% por debajo que en el mismo período del año 2013, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Energía.
El consumo de naftas mantuvo su tendencia alcista, tal como viene sucediendo desde 2004, aunque registró una desaceleración con relación a la expansión de años anteriores. Las ventas de nafta súper y premium ascendieron hasta los 2,84 millones de metros cúbicos, con un salto del 3,17%.
“La demanda de naftas no muestra el empuje que mantuvo en los últimos años, con crecimientos del orden del 8%. El incremento acumulado a la fecha ronda el 3 %”, explicó un alto directivo del parque refinador, liderado por YPF, que controla un 55% del mercado, seguido por Shell, Axion Energy (ex Esso), del grupo Bridas, propiedad de los hermanos Bulgheroni y la china Cnooc, Petrobras y Oil.
Si bien la cartera que dirige Daniel Cameron todavía no publicó las estadísticas de mayo, en la industria avizoran una baja más marcada de las ventas. El negocio del gasoil es el más golpeado. Los indicadores que dan cuenta del enfriamiento de la economía están sobre la mesa. El Indec publicó hace diez días que la actividad industrial cayó un 4,2% en abril y esta semana la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte (Fadeaac) advirtió que el transporte de carga sufrió un descenso de hasta un 25% en lo que va del año.
“Todavía no tenemos la información de mayo, pero por las estimaciones del mercado, la demanda será neutra e incluso podría ser algo negativa”, pronosticó Juan José Aranguren, presidente de Shell Argentina
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