El contexto internacional, con el freno que le impone a la economía mundial el coronavirus y la caída del petróleo, tiene varias aristas que si bien no son independientes, algunas pasan por afuera de la discusión de la reestructuración de la deuda argentina. Para Guido Lorenzo, economista de LCG, “En nuestro país, tenemos canales de transmisión de un mundo que se está ralentizando. La macroeconomía tiene perspectivas peores a las que teníamos que ya no eran buenas. Eso viene a colación al tema de la deuda porque ahí entra la capacidad de pago o no de la Argentina respecto de lo aquello a lo que se puede comprometer”.
En línea con esta idea, Lucía Pezzarini, economista de Elypsis, explicó a PERFIL que el contexto externo impacta en la caída en valor de las exportaciones y en el canal financiero. “La caída de las exportaciones de commodities genera menos dólares, y a su vez, la caída de la demanda hace que caigan en cantidad esas exportaciones que el país necesita, porque en cualquier proceso de reestructuración de deuda, en especial la de Argentina que está dolarizada, el país debe mostrar capacidad para generar esos dólares. Eso es negativo porque se generan menos divisas y también impacta en la actividad, dos variables claves a la hora de medir la sostenibilidad de la deuda. Del lado del canal financiero, en contextos de tanta aversión al riesgo los capitales buscan activos seguros y lo que se vió estos días es una salida masiva de todos los activos y monedas de países emergentes”, admitió.
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Al analizar cómo le afecta este contexto a la Argentina, Lorenzo explica que hay dos miradas desde el mundo de los economistas. “Algunos opinan que como la deuda baja de precio, tenemos mayor poder de negociación. Otros, entre los que me incluyo, consideramos que la anterior es una mirada demasiado optimista porque estás suponiendo que el mundo quiere deuda argentina. Es cierto que Argentina podría ir con una posición más agresiva pero eso se yuxtapone también con este mundo que quiere menos riesgo. El mundo que estamos viviendo, (coronavirus y crisis del petróleo mediante) podrían hacer explotar la burbuja que se estuvo viviendo estos años en Wall Street donde los índices no tenían que ver con lo que reflejaban los activos reales de las empresas”, alertó. Y si ese fuera el caso, “el mundo va a ir a buscar oro, y dinero fuerte como reserva de valor, no tanto títulos de deuda del tercer mundo”, analizó.
En la visión coincide Juan Ignacio Paolicchi, economista de EcoGo y agrega: “Frente a este Fly to Quality (o búsqueda de activos de calidad) el spread de los rendimientos de bonos de mercados emergentes contra tasas libres de riesgo se amplía. Y al ampliarse, la tasa de interés de descuento post reestructuración de Argentina, que es la que determina en gran medida cuánto van a valer los bonos una vez que la deuda se reestructure, suba. Si esta Tasa de Retorno de Salida sube, el precio de los nuevos bonos tendería a caer. En ese escenario la propuesta (del gobierno) debería ser mejor en términos de lo que se va a ofrecer a los bonistas extranjeros para que puedan aceptar la negociación. Y se empieza a complicar desde ese punto de vista una aceptación”, explicó.
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El riesgo, tal como lo analiza Pezzarini es que las paridades a las que están llegando los bonos argentinos (en niveles del 35 a 40%) acerquen más a los fondos buitres. “Ayer vimos una caída enorme de los bonos argentinos y las paridades llegaron a niveles en que uno podría pensar en niveles donde podrían entrar los fondos buitres. Cuando las paridades están en el orden del 30 o 35% empiezan a comprar. Tienen espaldas financieras para entrar y esperar a litigar y sacar beneficios mucho mayores”, dijo.
La duda que se plantea para la Argentina, es que dado que tiene gran parte de la deuda dolarizada y en moneda extranjera, el ingreso de los fondos buitres bloquearía una reestructuración exitosa por las cláusulas de acción colectiva que requieren entre 66 y 85% de adhesión, según el bono que se esté reestructurando. “El decreto de hoy del Gobierno con los bonos que se pretenden reestructurar estaría apurando un poco el proceso de renegociación para evitar este escenario que sería el más adverso de todos”, indicó Pezzarini e indicó que
Para Guido Lorenzo los holdouts tienen un riesgo secundario si todo este clima externo se deriva en precios de activos financieros que ronden el pago de unos 25 sobre base 100 este mismo año o el año próximo. “En esos niveles de rendimiento hay que preocuparse porque los fondos buitres que vienen a litigar son un riesgo. A los que le gusta mas la sangre pueden complicar bastante y trabar la reestructuración. Pero el riesgo existe, aunque todavía no estamos en ese rango. Faltaría que caiga la mitad o un 40% más los valores de la deuda local”, explicó.
En cuanto a cómo viene manejando el gobierno la reestructuración, los economistas consultados creen que es una buen señal acelerar el proceso, en especial en este contexto internacional.
“Poco sabemos de cuál es el plan”, indicó Pezzarini de EcoGo, y agregó: “Lo que si sabemos es que está en una relación más estrecha con el FMI quien ahora admite que la deuda de argentina no es sostenible y que los tenedores debería aceptar un recorte considerable. Quizá hubo algunos traspié, como en el caso del no pago del F20 que se terminó reperfilando y el comunicado algo agresivo para los bonistas que no quisieron entrar al Bogato, o el relajamiento que se hizo de las metas fiscales. Todos fueron indicios que no fueron bien tomados por los fondos. Ahora vemos que se está acelerando el cronograma como para llegar a hacer la oferta cuando lo tienen que hacer”, admitió, aunque recordó que el deadline del 31 de marzo es acotado y autoimpuesto, pero está en línea con cerrar el proceso antes de los grandes vencimientos en dólares de abril y mayo próximos.
Para Guido Lorenzo “si queremos ir con nuestro cronograma vamos a tener que definir algo. Veo visiones que son mucho más optimistas, en especial del lado del gobierno, y podrían llevarse una sorpresa en un mundo que busca calidad y no riesgo, incluso resignando retorno”, concluyó.