“Nos dicen que esto no es sostenible, y nosotros lo sabemos, si no, no seríamos profesores en el exterior”. Así responden los economistas del Gobierno una de las mayores críticas a la política oficial: el crecimiento del endeudamiento para financiar el déficit fiscal. Por eso, aseguran que el plan a mediano plazo es que el volumen de deuda externa sobre el PBI siga subiendo al menos durante tres años más (si el Gobierno fuera reelecto en 2019) para recién desde 2021 empezar a bajarlo. “Eso sería consistente con la estrategia de reducción gradual del déficit”, aseguran en el Ministerio de Hacienda donde empezaron a presentar “un modelo en el que inspirarse” para hacer esto, según dicen algunas presentaciones internas: la recuperación israelí posterior a 1985.
Desde que Mauricio Macri llegó a la presidencia, la deuda externa con acreedores privados y organismos multilaterales pasó del 22,9 al 29,1% del PBI, con el acuerdo con los fondos buitre incluido. En paralelo, el gasto público total consolidado entre Nación, provincias y municipios se movió apenas a la baja, del orden del 42% del Producto en 2015, al 40% ahora. Y en paralelo, el ministro Nicolás Dujovne explicitó una reducción paulatina del rojo de las cuentas públicas desde el 4,2% de déficit fiscal actual, hasta un 2,2% en el último año de mandato. Un ritmo que para los críticos como el ex jefe del Banco Nación, Carlos Melconian, es un “hipergradualismo fiscal hormiga”, pero que en el equipo económico defienden como un camino viable políticamente. Y puntualizan otra vez con el ejemplo bajo análisis en la Casa Rosada: “Israel bajó el gasto 10 puntos en 15 años”. No sólo Hacienda mira la historia de Israel para imitar su camino: el titular del Banco Central, Federico Sturzenegger, suele repetir como espejo para la Argentina la baja de inflación en ese país.
Año a año. Así, el plan oficial será profundizar esa estrategia de más préstamos externos con la siguiente hoja de ruta expresada en las planillas del Ministerio de Hacienda: llevar el volumen de la deuda al 32,4% del PBI el año que viene, al 35,8% en 2019 y si siguieran tras las elecciones, llegar al 37,7% en 2020. Luego, los gráficos exhiben una pendiente que moderaría ese proceso desde 2021. “Y nunca pasaríamos el 40% del PBI, que es un umbral sostenible”, puntualizan. “Israel también tuvo su pico de deuda y lo bajó, y nosotros haremos lo mismo”, insisten. Al respecto, aseguran que en ese caso en 1985 lanzaron un plan de estabilización “como el Austral, pero con baja del déficit; y hoy ese país tiene un PBI per cápita de US$ 30 mil, contra 13 mil de la Argentina”.
Primario vs. financiero. En Hacienda hasta agradecen las críticas de los que les piden más ajuste fiscal. “Nos dicen que no es sostenible este nivel de gasto, pero no es algo que nosotros no sepamos”, apuntan. Y luego desglosan cómo bajarán lo que gasta el Estado, aún cuando el grueso va para jubilaciones y planes sociales. El detalle, como se ha explicado en este diario, incluye:
◆ congelar las partidas en términos reales, es decir que nunca crezcan por arriba de la inflación;
◆ seguir bajando subsidios en áreas como el transporte y la energía;
◆ mejorar la eficiencia del gasto del Estado.
Todo “en un contexto en que la economía crezca”, ya que eso hará más sencillo resolver recortes de áreas críticas. Y a propósito, hablan así de lo que viene: “Nos quedan sólo dos años fuertes de baja de gasto, y además una vez que estemos en 2019, cuando hayan visto que cumplimos las metas, todos los recortes serán más relativos”.
En ese sentido, el Gobierno reconoce que reducirán el déficit primario, es decir, sin contemplar el pago de intereses, componente del gasto que viene subiendo y eleva el déficit financiero. Basta ver los números: los intereses de la deuda eran el 1,2% del PBI en 2015, subieron a 1,6% en 2016 y llegarán a casi 2% este año. “Pero nosotros miramos el déficit primario porque es el que controlamos, el otro no depende de nosotros”, explican cerca de Dujovne.
Y ahí vuelven a mirar a largo plazo y a apoyarse en el caso israelí, donde la deuda creció al principio, tocó un pico y luego bajó.
El sueño de un arrastre positivo del 1,5% para 2018
A la hora de proyectar qué pasará con la economía en el próximo año, los analistas miden un efecto estadístico que dejan los años con crecimiento sobre el período siguiente. Y así hablan de “arrastre”. En ese concepto se empiezan a basar los técnicos del Gobierno y también de consultoras privadas para anticipar que habrá expansión en 2018. De hecho, en el Ministerio de Hacienda ya hablan de un “arrastre positivo” del 1,5% para el año que viene, que de esta manera se convertirá en el primer bienio con dos años seguidos de expansión desde 2011. “Una reactivación amarreta, pero continua”, dicen algunos reportes de economistas que llegan a la City porteña.
En el equipo económico asegura que “ya todo está creciendo, según lo muestran los datos del Estimador Mensual de Actividad Económica” del Indec. “Pero no hay que pensar que todo crece por igual”, apuntan.
La clave es motorizar más inversión, aseguran, y recitan un modelo a prueba: “Para que haya más inversión hace falta más ahorro, y para que haya más ahorro hace falta menos gasto público”. Y luego expresan el mainstream del pensamiento de Cambiemos y la economía: “El Gobierno provee incentivos y los emprendedores los aprovechan”.
Por otro lado, tras la inflación del 1,3% en mayo, el Gobierno se entusiasma con hilvanar varios meses del 1% a partir de junio y así llegar a una inflación del 20% o menos a fin de año, “y aún con aumento de tarifas como hubo”, se jactan.